Rumores.

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Tré:

—¿Qué te ha parecido tu primera semana trabajando aquí? —me pregunta mi jefa.

Terminó de acomodar algunas cosas, para luego responder:

—Me ha gustado, el ambiente se siente bien —sonrío al decirlo—. Además ya he trabajado en una cafetería y estar aquí es como estar en lo mío —expliqué.

—Me alegra muchísimo eso Alice y espero no te vayas nunca —suplica y luego sale de la almacén del lugar.

Abro una caja y saco los alimentos que se utilizan aquí. Los acomodo en los estantes, en cuanto terminé con esto podré regresar a casa. Necesitaba con urgencia una ducha caliente y unos masajes de mi chico.

Y era cierto ya ha pasado una semana desde que comencé a trabajar aquí y debía admitirlo el ambiente laboral era bueno. Me agradaban mis compañeras y los clientes dejaban buena propina.

Excepto Nicolae Pride.

Touche.

Ese idiota se había propuesto molestarme, porque desde que trabajo aquí elige mis mesas y me vuelve loca con sus putos pedidos. ¡Come demasiado el muy cabrón! Es un maldito barril sin fondo, se los juro. Se está ganando mi odio.

Cierro la puerta de la almacén una vez terminó de acomodar todo, ahora por fin podía regresar a casa. Caminé hacia el cuarto de empleados, me cambiaría y luego a descansar.

Abrí mi casillero y dejé mi uniforme allí. Tomé mi bolso y me lo colgué en mi hombro.

—¿Necesitas que te llevé a casa? —se ofrece Carol -una de mis compañeras-.

Niego con la cabeza.

—Me iré caminando —respondo con una sonrisa—. Igual gracias —agradezco y caminó con ella hasta la salida.

—¿Estás segura? —vuelve a preguntar.

—Segurísima —afirme.

Asiente a modo de respuesta, ambas nos despedimos de nuestra jefa y luego tomamos caminos diferentes hacia nuestros hogares.

Comienzo a caminar con tranquilidad y pienso en todos los momentos que he compartido junto a Isaac y Sebastian. Aunque el primero ya no este, tenía conmigo los mejores recuerdos.

Pero con Sebastian me quedaban muchísima cosas por vivir aún y cosas que atesorar en mi memoria por siempre.

—¿No te parece que es algo tarde para caminar sola? —pregunta una voz y yo pegó un respingo. Maldito sea.

—¿Y eso a ti que te importa? —suelto en un gruñido, ni en la hora de la salida de mi trabajo me deshago de este imbécil.

—Vamos princesa, te acompaño a casa —se ofrece y no dejó pasar el tono seductor con el que lo dice.

Solté una risa sarcástica.

—Claro. ¿De paso te quedas a cenar? —ironice—. Mejor piérdete Nicolae, puedo caminar sola hasta mi casa —advertí y le ignore. Seguí mi camino como si nada, pero claro estaba que él no se rendirá tan fácilmente. Maldición.

Revelaciones. #WattysAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora