No era mucho misterio la casa de Caleb, la conocía desde los cuatro años. Seguía exactamente igual de pulcra, ya que, su mamá era una obsesiva de la limpieza.
- ¿Nachos?
- Nachos
Hacíamos lo mismo todos los martes, ir a su casa, comer nachos, tomar cerveza y mirar el especial de autos que había todas las semanas. Se había vuelto nuestra rutina hace alrededor de cinco años. A las chicas no les interesaba así que estábamos solos.
- ¿Dónde esta tu mamá?
- Se fue a cenar con mi papá y mi hermana, creo que lo hacen para dejarnos nuestra intimidad.
- ¿Piensan que somos pareja?
- Sospecho que sí, siempre están insinuando que ya no vienes a cenar en familia si no que vienes a estar conmigo nada más.
- Pero tienen razón, ya no vengo a los viernes de tacos en familia. Soy una mala persona, voy a volver a hacerlo lo prometo.
- ¿Para que no piensen que somos novios?
- Porque los extraño, por eso mismo. Igual no lo somos.
- Ya lo sé, pero ¿alguna vez lo pensaste? Todos nos ven así.
- Si lo pensé – Estos últimos días era lo único que cruzaba mi mente.
- Bésame.
- ¿Qué?
Sin previo aviso me beso, tenia los labios suaves. No podía parar de hacerlo, me estaba gustando demasiado.
- Ahora entiendo porque nos ven así – Me respondía mientras tomaba un sorbo de su cerveza.
La noche siguió tranquila, aunque, intranquila dentro mío. ¿Había sido solo un beso?
- Ya es tarde, tengo que irme. Mañana entrenamos y no quiero más accidentes.
- Te acompaño.
- No, tranquilo. Voy a ir caminando, deje el auto en casa porque sabia que iba a tomar.
- Chica al volante responsable. Mañana nos vemos – Me dio un beso en la mejilla y me acompaño hasta la puerta. Algo me decía que no volveríamos a hablar de lo que paso en un largo tiempo.
Estaba fresco, por lo que me apretuje más con mi campera. La calle estaba más silenciosa de lo normal, hizo que caminara mas rápido, para evitar cualquier cosa.
Me tironearon del brazo atrás de un árbol y taparon la boca.
- Necesito que te quedes callada, por favor, no grites. No te voy a hacer nada, mira – Decía mientras levantaba las manos.
- ¿Qué carajos quieres? ¿Por qué susurras?
- Doches, hay dos. Están hablando con mis muchachos, me fui de ahí excusándome – Me repetía Jack, jamás lo había visto así.
- ¿Por qué me lo dices? No se supone que deberías ayudarme.
- Te lo digo, niña estúpida, porque estaban observándote a ti. Y no quiero que terminen nuestros encuentros de peleas sensuales. Solo porque decidieron convertirte en uno de ellos. Así que vas a tomar otro camino hacia casa hoy, conmigo detrás.
- Puta madre – La situación ya me ponía de malas - ¿A mi casa? No te voy a enseñar donde vivo.
- Ya se donde vives, las notas que te dejamos no vienen por correo – Me mostro una sonrisa de autosuficiencia.
Empecé a caminar por otro camino, sentía que Jack estaba siguiéndome para asegurarse que llegara. No entiendo porque no lo mate, supongo que no iba a ser tan cobarde de aprovecharme de la situación. Quería matarlo en las mismas condiciones de pelea.
Llegué a casa y al darme vuelta sentí que ya se había ido. Por lo que entré rápidamente y cerré la puerta.
- Tardaste demasiado – Me miraba preocupada mi abuela con mi madre al lado.
- Doches – Sus ojos se abrieron como platos.
- ¿Te hicieron algo? – Preocupadas me miraban el cuerpo.
- No, Jack me aviso.
- Eso no es nada normal, peleas con él hace años. Siempre a punto de terminar con su existencia ¿Por qué te ayudaría?
- No lo sé, mamá. Lo hizo. Menos mal que lo hizo. Dijo que me estaban observando a mí. Creo que están haciendo un pacto con los vampiros, esto no tiene pinta de terminar bien. Hay que avisarle a la junta, todos tienen que estar listos ante cualquier golpe inesperado.
- ¿Qué paso? – Bajaba Finn pálido.
- Tiene fiebre, demasiada, no te preocupes – Me respondía mi abuela.
- Nada cariño, cuando estés mejor te contare todo – Le decía mientras acariciaba su cabello – Vuelve a la cama, todo esta bien.
Me costo trabajo llevarlo a su habitación, lo acosté y arrope. Le empecé a cantar la canción que él me cantaba cuando era pequeña. Se quedo dormido rápidamente, así que en silencio me fui a acostar.
Sonó mi celular.
Tiene 1 mensaje de texto.
"Tenemos que hablar de lo que paso"
"Deberíamos, pero sabemos que por el momento no va a pasar" – le respondí.
"Lo sé, me encanto hacerlo"
"A mi también, no quiero perderte"
"Jamás"
No dormí bien en toda la noche, ya me había acostumbrado a no pegar un ojo hace mucho tiempo. Aunque lo intentara, lograba hacerlo una o dos horas.
- Buen día Jenn – Me decía con una amplia sonrisa mi abuela.
Le sonreí – Quiero café, dame dame dame – Le hacía como si fuese un zombie.
- Vives a base de cafeína, no creo que sea bueno en exceso.
- Despreocúpate, todo está bajo control, dámelo, confía en mi – Hacia todo una acto dramático.
Entre risas desayunamos, me conto como había estado su semana y yo le comenté sobre la mía. Me encantaba pasar rato con mi familia, aunque no todo el tiempo se podía porque teníamos horarios muy diferentes.
Subí al auto y me fui hasta el Insti, ninguno vino conmigo hoy porque tenía que ir más temprano a arreglar cosas de las porristas. Caleb tampoco me acompaño, a pesar de tener que llegar al mismo horario que yo.
- Agarre el auto de mi mamá.
- Me di cuenta, cuando pasé por tu casa y no estabas.
- No quería que fuese incómodo.
- Va a ser incomodo si me empiezas a ignorar y tratar diferente, porque me voy a enojar y te voy a pegar.
- Lo siento.
- Está bien – Me había ofendido por la actitud, pero lo entendía.
- Quiero besarte.
- No lo vas a hacer.
- ¿Quién me detiene? – Bajo la cabeza para buscar mi boca, pero salí corriendo y me siguió, fue así por todo el edificio hasta la cancha, en la cual no pudo concretar su misión porque todos nos estaban esperando.
- Buen día chicos, que comience el entrenamiento...