Ahí estaba, con su cuerpo de monstruo destrozado, casi vencido en húmedo suelo de piedra gracias a su sangre negra que brotaba de todas sus grietas. Tambaleaba, se agarraba del relieve de arena y grava con sus garras, con sus últimas fuerzas, mantenía su vista en alto, sin despegarse de esa tétrica sonrisa y afilados dientes que tenía en frente, que prácticamente hacía su cuerpo sudar frió.
Pese a eso, se notaba que este estaba en sus limites igualmente, su cuerpo, un desastre, sus ojos demostraban odio puro, odio hacia el demonio con alas de piel que tenía a sus pies, el que siempre pensó que era un inservible ser, lo había dejado en sus limites, se sentía humillado y solamente quería llevarlo a uno de los círculos de lucifer, que irónicamente era su jefe.
La bestial criatura de pelaje chamuscado dio un paso en frente, había un silencio que penetraba en los oídos de Mugman, como un pitido que no dejaba su cabeza. Con todas sus fuerzas logro levantarse con algunas quejas de por medio a medida que el diablo daba pasos al frente, quedando cada vez más cerca suyo y haciéndole sentir pequeño e insignificante, hasta al final poder quedar a un paso frente , casi sintiendo su fría respiración pegar contra su cara debido a su bestial tamaño, y para poder dar el golpe final.
Un disparo limpio atravesó la cabeza que había quedado a mitad de una transformación donde unos bultos que parecían ser ojos emergían sobre el pelaje de su cara. Sentía como el tiempo se detenía y a sangre del diablo salpicaba el suelo no le afectaba la gravedad, sus ojos se abrieron en grande. Anonadado, viro su vista hacia el agujero de luz que estaba sobre su cabeza, en una fracción de tiempo, su corazón quedo atrapado en su garganta que estaba totalmente hecha un nudo, sus labios comenzaron a tiritar y hacer muecas confusas.
Como en los cuentos de hadas, lo vio, lo vio en todo el contexto, como si fuese una criatura mística, esta criatura que estaba congelada por la perfección cayendo por aire, con esas enormes y delicadas alas. Pero esta criatura, este ser, mágico y totalmente perfecto, al parecer solamente tenía ojos para un demonio.
Sus alas, con finas plumas que parecían de algodón, o quizás las nubes más esponjosas que algunas vez hubiera visto, brillaban con la luz que él mismo emanaba, que su puro cuerpo emanaba. Su fina porcelana, totalmente reluciente estaba cubierta por una tela negra en todo su cuerpo, y esta flameaba mientras el ser caía deslizándose por el aire con sus enormes alas intentando planear, siendo imposible al llegar al... Infierno..
El rojizo soltó un desgarrador grito de dolor cuando su cuerpo dio contra el suelo de manera seca, en ese momento el demonio despertó de su parálisis, del mundo imaginario que toco al volver a ver el rostro del contrario luego de tanto tiempo, se sentía como una fantasía hasta que su corazón que quebró al oír tal grito a todo pulmón.
Rápidamente corrió hacia donde estaba, pasando por encima del cuerpo inerte del diablo, sintiendo cada paso que daba como si se le clavaran mil agujas en las suelas. Dio con el cuerpo de su compañero, en su piel, había una capa transparente que abarcaba hasta sus alas, parecía ser una especie de protección en la cual apenas se fijo ya que tomó el cuerpo y en un segundo desplegó sus enormes y fortalecidas alas para esfumarse del lugar con el tan delicado ser entre sus brazos.
Voló, esforzando su cuerpo, ardía, ardía como jamas antes lo había hecho, y esto era por el único y exclusivo hecho de estar cargando a ese pequeño ángel, que le apreciaba con una sonrisa al estar siendo cargado como a una princesa, solo que tal vez esta era un tanto más mortífera.
Ambos llegaron a una montaña muy alta, en un terreno plano de piedra junto a una cueva con algunos sectores nevados y algo de vegetación nueva. El azulino dejo a su contrario sentado sobre una pequeña roca, dentro de la cueva que curiosamente tenía un pasto que al ser pisado, este brillaba de un intenso celeste fosforescente, que iluminaba las paredes del lugar y hacía del mismo lugar, algo muy mágico.
El ángel temblaba, sus pequeños ojos estaban cristalizados, el demonio estaba justo por delante, de rodillas, sonriendole y acariciando su mejilla con su dedo pulgar con una filosa garra en este, estaba tan suave que no le gustaría dejar de acariciarle jamas. El rojizo le dedico una sonrisa y una pequeña lagrima recorrió su mejilla, parecía que fuese a quebrarse en cualquier momento solo por esa exprecion que estaba en sus ojos.
Al demonio le subía la ternura que fue opacada al sentir como el peso del contrario se venía encima suyo, haciéndole a ambos caer en el pasto luminiscente y a su vez, un montón de besos invasivos recorriendo sus labios. Sus manos entrelazadas con las del contrario y totalmente contra el suelo, dejandole sumido a las muestras de afecto descontroladas y sedientas que calentaban ambos cuerpos que no se querían separar por nada del mundo.
Se revolcaban entre el pasto, forcejeando sin percatarse por la autoridad, envolviéndose entre ambas alas hasta el punto que quedar atrapados en ellos mismos, tan juntos como quisieron estar desde una primera instancia. Sintiendo el cuerpo del contrario tan ajeno y a la vez tan nuevo. La extraña combinación que hacía sentir a ambos, vivos por primera vez luego de tanto tiempo. No se necesitaban palabras, para describir aquel acto desesperado por el otro, tan solo suspiros y jadeos obscenos en los cuales amos se envolvían.
"No sabes las ganas que tenía de hacer esto." Habló entre jadeos, un sonrojo estaba puesto en sus mejillas junto con ambos rostros pegados y en ellos un brillo tenue celestino. Su pecho subía y bajaba, a pesar de su cercanía, estaba algo nervioso y su tembloroso cuerpo le delataba.
"He he, quien diría que un ángel sería capaz de decir algo así, ni siquiera me dejaste preguntarte si te encontrabas bien o algo así." Sonrió y le dio un dulce beso en la mejilla, muy empalagoso donde el contrario tenía un corazón rojo.
"Ahora que te tengo a ti, todo esta bien, hermano."
Sonrió, su corazón estaba completo al ver esa pila de cartas amontonadas, justo en un rincon del lugar, estaban todas. Le impresionaba que le siguiera amando luego de escribir todas esas cosas lujuriosas, que podría hacerle, cosas malas, horrendas y descabelladas. Pero lo mejor de todo era.
Que nunca jamas tendría que volver a escribir una carta más ahora.
Excepto esta, que será quemada, junto con todas las demás. Ya no hay más inseguridades, ahora simplemente seré yo y mi querido ángel, prófugos por siempre de estos dos mundos que antes nos separaban, ahora son historia.
Hasta nunca, querido diario.
Firma: Mugman & Cuphead
"Los mejores hermanos que a pesar de ser separados, pudieron volver a estar juntos. Y ahora lo estarán por siempre, y para siempre, por y hasta el fin de los tiempos"
AN: Espero que les haya gustado esta historia, si tienen ideas para futuras no olviden comentármelo, no serán ignorados, ademas agradescan que esta wea tuvo un final feliz alv (talvezhagauncapalternativodondemugraptaacupylollevaalinfiernoyloviolaylotienecomosujuguetehastaelfindelostiemposdondedeseariaestarmuerto:^)obuenoestoesloqueyoqueriahacerpraterminarelficxdsisesoymala,talvezhagalemondeestoalgundiaoalgoasi,mejormedetenoporquesoycancerchaunosvimosxdsuscribanseytodalawea<33)
NickySquishyFace
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Cartas a mi angel [Cupcest]
FanfictionCorazón ♥: Vida Pica ♠: Muerte Trebol ♣: Guerra Diamante♦: Riqueza El demonio y esclavo Mugman conoció a lo lejos un hermoso ángel, juraría que lo había visto antes, pero no recuerda donde, estas son algunas cartas que escribe desde...