21 años depués

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21 años después....

Un hombre ya veterano de 50 años, con el pelo blanco, unas cuantas arrugas, con lentes pero con buen físico estaba por llegar a una cafetería en Moscú, hace años que no iba a Moscú, pues él vivía en San Petersburgo, pero su hija mayor, se mudó a la capital le había suplicado que fueran a él y sus hermanos.

Justo cuando entro y se sentó en una mesa un chico de cabellos castaños y ojos azules profundo de no más de 18 años lo atendió.

—Buenas tardes, ¿qué va desear? —Dijo el chico con una sonrisa de corazón y Yuuri capto porque su hija lo había mandado a llamar a esa cafetería.

Un sudor frío lo recorrió pero no quiso ponerse nervioso, no ahora.

—Un té de Jazmín, sin azúcar. —Contestó sonriéndole al joven y el anotó en su libretita la orden para después retirarse.

¿Desde cuanto sabe que su papá está vivo? —Dijo el hombre en sus pensamientos. Y volteo a ver hacia donde estaba el chico.

Y entonces lo vio.

Completamente calvo con una boina, sus ojos azules con una sonrisa en su rostro, a lado de él estaba el chico que lo había atendido y también estaba un anciano como él, con más cabello color blanco viendo con ternura a lo que él pensó que era su hijo.

Hiciste una bonita familia, Nikiforov. —Yuuri estaba feliz por él, no quedaba rastro de dolor por aquel hombre, había vivido buenos años y después de Viktor, él también se dio el lujo de ser feliz; tuvo pareja que lo acepto con sus hijos y sus hijos amaban mucho a su nuevo esposo, más Misha que lo vio como un padre por muchos años.

Pero había muerto apenas hace 4 años.

Ahora sus hijos tenían 24,23 y 21 respectivamente; su hija mayor, Aleshka se iba casar en unos 3 meses con un hombre muy noble y atractivo. El cual amaba a su hija con locura y ellos vivían en Moscú por trabajo de él.

Su hijo de 23, Momaru era un joven alto y guapo, de cabellos plateados pero ojos color café-vino como los de él, vivía en Japón y su vuelo tuvo que haber llegado hace media hora. Y por último su último hijo, el cual aún seguía viviendo bajo su techo. Un joven de cabello negro y ojos azules, extremadamente guapo y el más talentoso de sus hijos en el patinaje artístico; el cual amaba con locura.

— ¡Madre! —Grito el rey de roma. — ¡Ya llegamos, Moscú es enorme! —Dijo mientras agarraba la mano de Zulia, su novia hija de sus amigos Yuri Plisetsky y Otabek Altin.

—Hola Zulia. —Dijo Yuuri a su nuera.

—Hola Yuuri. Contestó la chica con una sonrisa y se sentó a lado de Misha, enfrente de Yuuri.

El hijo de Nikiforov volvió.

—Hola, ¿qué les puede ofrecer? —Repitió el chico con una sonrisa de corazón, sin embargo, Misha jamás conoció esa sonrisa así que le dio igual.

—Tu sonrisa es algo tétrica. —Soltó el imprudente del menor de los Nikiforov. —Dame una malteada de chocolate y un pastel de moras y... ¿Tú bombón? —Le hablo a su novia

—Yo quiero un refresco de naranja. —Dijo la chica con una sonrisa para que después el chico se volviera a retirar. — ¡Misha Nikiforov Katsuki! —Grito la chica llamando la atención de todo el mundo. — ¡Podrías ser más respetuoso carajo! —Le grito la chica y Misha solo atino a asentir de miedo.

— ¿Qué les pareció Moscú? —Yuuri intentaba no ver hacía donde estaba Viktor, pero no ayudaba que Viktor no dejara de ver a esa familia.

—Bien, igual de fría que en casa.

Y vivieron felices para siempre... pero no juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora