.-.-.-. Prólogo: La noticia .-.-.-.

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Eran las siete de la tarde cuando el cielo de Hyrule era envuelto por los bellos colores del atardecer, era una linda tarde de primavera, en el pueblo todo parecía ir en orden, pero dentro del castillo había una ambiente extraño, algo estaba fuera de su lugar, todo estaba muy silencioso, tal vez demasiado silencioso como para ser bueno.

El Rey, Impa y la Princesa se encontraban sentados en un extremo de la larga mesa del comedor, mirándose a las caras, sin siquiera atreverse a expresar una palabra, ni el más mínimo gesto que diera indicios de que por lo menos se encontraban conscientes.

Tal vez en estos momentos se estén preguntando... ¿Pero qué diablos está sucediendo?, porque de seguro el misterioso silencio del palacio y las miradas interrogantes de el rey, su hija y la tutora de la chica significaban alguna cosa... definitivamente estaba sucediendo algo, la pregunta clave era ¿Qué?

La verdad es que todo había comenzado hace unas cuantas horas atrás, cuando una carta proveniente de algún lugar a las afueras del castillo, más específicamente la villa Kakariko, había llegado hasta las manos del rey.

– No puedo permitir que te marches –dijo al fin el rey rompiendo el silencio que hasta el momento había reinado en el salón– no, hasta estar segura que Zelda tendrá alguien que pueda protegerla.

– No deseo que por mi culpa algo malo ocurra en el reino –dijo la chica observando los ojos de su padre, a su parecer, esta era un excelente oportunidad para quitarse un par de ojos de encima– la carta dice claramente que es urgente, Impa debe ir a investigar que es lo que pasa.

– Pero el festival será dentro de unos días –el hombre observó de reojo a su hija, definitivamente algo estaba tramando, podía verlo en su "inocente" miradita– y no puedo confiar en que te quedaras acá y no intentaras escaparte... sabes muy bien lo peligroso que es... además la fiesta real también se acerca y tú debes estar presente –creía haber sido lo suficientemente claro como para que ella lo entendiera– ese día deberás escoger a tú prometido y lo sabes.

– Disculpe que me entrometa... pero, creo que está exagerando, la Princesa ya no es una niña y estoy segura que se comportará como toda una señorita durante mi ausencia... ¿no es así? –Preguntó también dirigiendo su mirada hacia la joven.

– Por supuesto –miró hacia el techo tratando de no cruzar su mirada con la de Impa, ella era una mujer madura, centrada e increíblemente fuerte y esos poderoso y penetrantes orbes rojos que poseía siempre le habían infundido un profundo respeto– prometo comportarme bien –respondió con una sonrisa bastante forzada, intentando parecer los más convincente posible.

– Creo que no es una buena idea –comentó la mujer suspirando cansada, había cerrado sus párpados en signo de resignación. La Princesa no cambiaría, la conocía perfectamente.

A pesar de que la Princesa ya había cumplido dieciocho años, seguía comportándose como una jovencita de quince y era este el principal motivo de preocupación del rey e Impa, de ninguna forma podrían asegurar que la chica no cometería alguna locura durante la semana que la mujer estaría ausente... además estaba el factor "prometido", de antemano el rey e Impa sabían que la chica no estaba dispuesta a comprometerse y tenían muy claro que haría hasta lo imposible para salirse con la suya.

– Presiento que de esto no saldrá nada bueno –dijo el rey apoyando una de sus manos sobre su frente, como si tuviera un gran dolor de cabeza. También había cerrado sus párpados y sentía como una gran gota de sudor frío corría por su frente.

Luego de esa breve conversación los tres volvieron a quedarse en silencio, de seguro que si esto seguía así, pasarían una hora más perdiendo vanamente su tiempo, tratando de encontrar una buena solución a su problema.

GUARDAESPALDAS POR UNA SEMANAWhere stories live. Discover now