CAPÍTULO VI

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El año nuevo lo pasé en cama, a pesar de estar recuperándome prefería mil y una vez, estar en aquella pequeña habitación cálida, antes de estar cerca de “esa” gracias al cielo Clark  partió ayer rumbo a Metropolis, yo debería hacer lo mismo, sin embargo mamá dice que aun estoy delicada “estas un poco pálida, deja de ser tan testadura” dice cada vez que le suplico que puedo comer sola.

Desde lejos observo como Lena ríe traviesa de nuestras pequeñas discusiones, para serles sincera esa mujer al reír detiene el tiempo y el espacio, su risa logra despertar en mí, cosas nuevas, cosas que no entiendo, pero me gustan; lastimosamente por orgullo o por miedo a un rechazo, prefiero callar, prefiero seguir actuando que la odio, aunque el fondo me este muriendo por ella. Esa “arpía” como suelo llamarla se esta apoderando de cada rincón de mi alma, de mi corazón y de mi cuerpo… cuando discutimos, me siento viva, me gusta ver como enciendo esa chispa en sus ojos, amo cada vez que hace esa mueca de molestia cada vez que le digo “bruja” u otro de mis “cariñosos” apodos. 

Dimitri y mi tía han salido a buscar algunos víveres, tanto mamá como Lena piensan que sigo dormida, pero no aguanto un día más en esta cama, me duele la espalda, sin olvidar el trasero, tengo un poco de hambre y no llamaré a mamá para que venga alimentarme o me pondrá el babero, la muy graciosa…

Me doy un baño caliente que me hace sentir mucho mejor, para luego colocarme un suéter celeste y un pantalón holgado de color blanco, por último las calcetas negras y bajo casi en puntillas para no hacer ruido.

Camino hasta la cocina y me preparo un sándwich de jamón y queso, me sirvo un poco de leche – me moría de hambre… - digo al terminar, lavo el vaso y el pequeño plato, no quiero que se enteren de mi breve almuerzo. Antes de subir las escaleras escucho las voces de mi madre y de Lena acercarse

– si Eliza  me ve… me mata – digo al mirar ambos lados un poco nerviosa – donde me escondo… - digo al respirar algo agitada – aquí estará bien… - digo al esconderme detrás del enorme sillón.

Mi madre siempre ha sido una mujer bastante calmada, risueña y dueña de una gran paciencia que a veces logro acabar; cuando me enfermo ella suele ser algo “extra – cariñosa” ósea sobre protectora y si logra verme sin calzado y levantada, es capaz de lincharme…

Siento como mi pequeño corazón late a mil, no hace calor, mas estoy sudando como si fuera en verano

- ¡Hay pequeña! – dice mi madre al sentarse en el mismo sillón donde estoy escondida

– creo que fui injusta con ella… ella me salvo y me dijo cosas que no recuerdo muy bien, pero sé que fueron dulces, ella jamás me perdonará… pero no le rogaré – dice Lena al dar un hondo suspiro

– quisiera decirte que mi Kara no es así de rencorosa, sin embargo ustedes no se llevan muy bien que digamos y con esa bofetada… cavaste tu tumba – dice en tono juguetón lo último

– desde que me case con Jeremayah y la conocí, ya mi tumba estaba cavada – sé que en estos momentos esta haciendo esa mueca de molestia que me enloquece

- pero haber dime que fue lo que ocurrió, sé que si le pregunto a Kara no me dirá – dice mi madre curiosa

– no recuerdo mucho, solo podría decirte que no era la Kara que conozco – lo dice pensativa y a la vez con ese tono que indica duda

– al parecer ya llegaron – dice mi madre al levantarse

– vamos ayudarlos – dice Lena al colocarse el abrigo

– vamos – dice mi madre al imitar el acto y salir con ella

– esta es mi oportunidad… - digo al subir las escaleras a toda velocidad.

Mi odiosa Madrastra | SUPERCORPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora