Luna llena

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Luna llena, cielo oscuro y estrellado, gritos desgarradores. Un alfa había nacido.

Cuando los señores Im descubrieron que la omega estaba esperando un bebé la familia se alborotó. Todos los hermanos del señor Im tuvieron omegas, el era la última esperanza.

Un bebé precioso de ojos oscuros y unos lindos lunares sobre uno de ellos. Aun era temprano para descubrir si sería alfa, beta u omega.

Luego de un par de años el aroma del pequeño Im Jaebum comenzó a desbordarse. Café y vainilla, café... Im Jaebum era un alfa.

Toda la familia Im celebró al enterarse de la buena noticia, finalmente un alfa había nacido. Los señores Im eran el orgullo de toda la familia.

—Eres un alfa como tu padre, pequeño.— despeinó su cabello y el menor le sonrió mostrando sus colmillos apenas desarrollados.

—¡Soy un alfa que protegerá a mamá y a su omega!— su padre lo tomó entre sus brazos y besó su mejilla.

Cuándo Jaebum cumplió 12 años ya mostraba las cualidades típicas de un alfa, sobre todo por su cuerpo fornido que atraía tanto a chicas como chicos. No fue bueno para el llegar a esa edad, las cosas cambiarían bastante.

—Hijo, ya eres todo un hombre.— Jaebum sonrió orgulloso.— Debo enseñarte a cazar.— frunció el ceño.

—¿Cazar?

—Así es, comenzaremos con un par de liebres.— el menor lo miró horrorizado.

—Yo no quiero asesinar a una liebre.— soltó seguro de que su padre lo entendería.

—¿Que dices? No es una pregunta, es una orden.

—Pero es un animal inocente...— el hombre rodó los ojos.

—Bien... Nada de liebres.— Jaebum sonrió.— Comenzaremos de inmediato con los humanos, no son para nada criaturas inocentes.

—¡Humanos no! Yo no quiero asesinar, papá. Quiero ser un alfa que pueda proteger a su familia y futuro omega, no un alfa asesino...— la mirada del hombre se tornó severa.

—Iremos ahora, hijo. Deja de perder el tiempo.

—No iré a ningún lado.— el señor Im comenzaba a perder la paciencia. Se acercó furioso a su hijo y lo fulminó con la mirada.

—¿Me haz hecho un padre orgulloso por tantos años y piensas decepcionarme ahora? ¡Cobarde!

—¡No soy cobarde, solo no soy un asesino como el resto de la familia!— porque el lo sabía. Todos los Im eran conocidos por ser unos asesinos despiadados, aunque nunca eran atrapados por la ley porque en esa sociedad era algo "normal", asqueroso, según Jaebum.

Una bofetada fue lo único que se escuchó en toda la sala. La señora Im llegó corriendo luego de oír el golpe.

—¿Que suce... ¡¿Lo golpeaste?! ¡¿Estás loco?! ¡Es solo un niño!

—Es un hombre, o al menos se supone que debería serlo. Un alfa cobarde... En ese caso debió ser un omega como los hijos de mis hermanos.— soltó con frialdad. Jaebum aguantaba las ganas de llorar mientras veía a su progenitor salir de la sala. Su madre acarició su mejilla golpeada y besó su frente.

—Ve a dormir cariño, yo hablaré con el.— el menor asintió y corrió hacia su habitación.

Estando a solas logró llorar. El sabía que no era débil, solo no quería lastimar a nadie. Pero aun así las palabras y el golpe de su padre lograron afectarle.

Lamentablemente, esa no fue la única vez que su padre lo golpeó.

Dos años el señor Im siguió insistiendo en que su hijo aprenda a cazar, dos años llenos de golpes y palabras hirientes para el menor. No había mucho que su madre pudiera hacer, la palabra de una mujer omega era nada ante la imponente palabra de un alfa.

Cuándo cumplió los 15 llegó a su límite.

—Ahora aprenderás a ser un hombre.— pateó sus débiles piernas dejándolo inmóvil en el suelo para luego repetir la acción en su estómago. Dolía tanto que no pudo evitar soltar un par de lágrimas por primera vez.— ¿También lloras? Definitivamente eres débil, no puedes ser llamado alfa... Mucho menos mi hijo.

El hombre se fue dejándolo tirado en el suelo como muchas otras veces. Con todo el esfuerzo posible se levantó para caminar hasta su habitación. Debajo de su cama tenía una caja llena de cosas, entre ellas una carta, "para mamá" decía. La dejó sobre su mesita de noche y tomó su pequeño bolso, el cual llenó de ropa interior, prendas de vestir y artículos de aseo personal.

Su pierna dolía demasiado, aun así esperaba llegar muy lejos, al menos hasta perder por completo el rastro de su hogar.

La noche estaba tan fría que los moretones en el rostro del alfa comenzaban a doler demasiado. Dejó esa preocupación de lado y siguió su camino. Cruzó apenas un oscuro bosque, estaba asustado y congelado, pero no pensaba dar marcha atrás. Huyó de un par de lobos que rondaban por ahí. Irónico, considerando que el también era uno de ellos, pero su instinto no mandaba por el.

Cuando logró cruzar el bosque un par de omegas se acercaron a el, creyó que lo hicieron con la intención de ayudarle, pero solo estaban en pleno celo. Soltó un gruñido provocando que ambos huyeran. Después de todo, todos viven por sus propios intereses, pensó.

No había ni un rastro de luz en el lugar. Comenzaba a creer que fue una mala idea, pero luego recordaba los golpes propinados por su padre y sus ganas de salir huyendo aumentaban.

A pesar de su desesperación, logró divisar a lo lejos un pequeño rastro de luz. Había caminado por al menos cuatro horas, no sería tanto si la noche no estuviera tan fría ni estuviera así de lastimado. Aceleró su paso mientras veía aquella luz más y más cerca. De a poco comenzaba a perder el conocimiento, el frío y el dolor eran demasiado para su pobre cuerpo. Estuvo frente a una gran casa cuando todo se tornó negro y terminó desplomado en el suelo.

—Que forma tan patética de morir...— dijo para sí mismo. En ese momento mientras sentía morir, prometió que no dejaría saber a nadie que era un alfa, así como tampoco volvería a confiar en alguien. Si no podía confiar ni en su propio padre ¿qué podía esperar de un desconocido? Con ese pensamiento terminó cerrando sus ojos.

No pasaron muchos minutos hasta que sintió un par de manos posarse sobre su frente. Eran cálidas, acogedoras. Un leve aroma a fresa inundó sus fosas nasales, ¿era así como lo recibirían en el cielo?

—E-estás vivo...— escuchó susurrar al extraño. Abrió sus ojos cómo platos cuando notó que en realidad no había muerto. De inmediato se levantó soltando un gruñido.— ¡No te haré daño! Lo juro.— Jaebum lo miró con el ceño fruncido, pero este no duró mucho porque de inmediato soltó un quejido.— Estás lastimado... Vamos adentro.— Jaebum negó.— Realmente no te haré nada, estás a salvo.— lo miró poco convencido, pero analizando su situación actual y el rugido en su estómago no tuvo más opción que aceptar.

El extraño pasó uno de los brazos de Jaebum por sobre sus hombros y con toda la fuerza que tenía logró llevarlo hasta el interior de la casa.

—Por cierto, ¿cual es tu nombre?— no hubo respuesta.— Yo soy YoungJae, Choi YoungJae, un gusto conocerte.— no hubo respuesta, otra vez.— De verdad no debes tener miedo... No es como si un omega pudiera atacar a alguien, ¿no crees?— exhaló agotado.— De todos modos cuidaré de tí hasta que decidas hablarme, ¿si?— Jaebum soltó un pequeño quejido al sentir como YoungJae acariciaba su fría espalda con sus cálidas manos.— Lo tomaré como un sí~

Luna llena, cielo oscuro y estrellado, un agradable aroma a fresa. Un alfa era confortado por un omega demasiado cálido.










Buenas tardes 7u7

Se preguntarán que hago aquí iniciando otra historia cuando aun no acabo con Vanilla Boy... No tengo respuesta para eso, simplemente quise escribirlo JAJAJA

Es la primera vez que escribo Omegaverse, espero que les guste ;u; ❤

Cuando acabe Vanilla Boy pueden refugiarse aquí sjfjkd

¡Gracias por leer! ❤

Weak [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora