#15

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҉   Todo es negocio    ҉  

Un enfermero le cubre echa desinfectante en el corte, porque sí, había sido un corte lo que se había hecho en la rodilla cuando cayó y fue lo suficientemente profundo como para que si se llegara a infectar causara mucho daño y peligro contra su salud. Aunque Abraham agradece la atención, no puede dejar de recorrer el lugar con la mirada. No han dado con Arlyn.

Quiere salir a buscarla, como lo había hecho David. Su amigo una vez lo puso a salvo, salió corriendo y lo perdió de vista, pero ¿cómo no perderlo cuando el lugar se había vuelto un completo desastre? Fuego, gritos, hombres desnudos y heridos corriendo por el lugar, gritando un nombre u otro. ¿Sus parejas? ¿Sus madres?

Las mujeres no dejan de pelearse, incluso con la presencia de la policía ya ahí, ellas siguen gritando y tirándose del cabello, en otro momento él hubiera hecho algo para frenarlas, sin embargo con todo lo que le habían hecho ni ganas tiene de si quiera mover un dedo.

— ¡Joven Abraham! —Miguel se abre paso entre la gente, algunos policías intentan detenerlo, pero el joven Imre impide que eso pase.

— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —recorre el cuerpo del mayor con la mirada, pero al no ver herida a la vista suspira de alivio. —Ya veo que no.

— No. Yo estoy bien, pero la señorita Arlyn.

— ¡¿Sabes dónde está?! ¡Dime!

— La vi peleando contra José, es peligroso ese chico. Lo quiero mucho, pero —la pena se ve reflejada en el rostro de Miguel, y Abraham lo entiende; tanto el viejo como él le habían tomado cariño a ese joven grosero y de un vocabulario tan expresivo. —Debe ayudarla. Les vi cerca del granero, no dudo que para allá haya ido Reina. Es donde están las camionetas que usan para ir de viaje.

— Está bien. —asiente, tome de los hombros a Miguel y le acerca, dándole un abrazo. Dios protegiera a ese hombre, en serio. —Vaya a que lo revisen, no lo quiero en peligro.

— Cuide a mi muchacha, por favor.

"Mi muchacha", no hay duda que Miguel le había tomado cariño a Arlyn. ¿Y cómo no hacerlo? Los días que estuvieron juntos, el viejo se encargó de mimarla y darle concejos como un abuelo normal y cariñoso haría, eso hace que Abraham respete al hombre.

Abraham corre entre la multitud que poco a poco comienza a disiparse, cada vez llegan más patrullas y camiones de transporte, listos para llevar a todos a un muy buen interrogatorio y los culpables a prisión, él todavía no puede creer que lo hizo David para conseguir la ayuda que necesitaban.

Pero... ¿por qué? —David sonríe, colocándose una camisa negra sobre el chaleco antibalas. —David, responde ¿por qué lo hiciste? ¿A caso perdiste la cabeza?

Sí, varías veces, pero Simio me ayudo a estar estable. No fue fácil, menos para ella. —se coloca una funda de pistola en la cinturilla del pantalón. —Te dije que los iba a salvar y sacar de aquí, esta fue la única opción que nos favorecía a todos.

No a ti.

Abraham, en serio, ¿qué caso tenía tener dos campos de algodón? Con uno basta y sobra, es el precio justo para mandar a mi padre a la verga. Todos los Imre serán detenidos, al igual que estas brujas locas.

¿Y tú qué? ¿Yo? Somos Imre, también vamos a con ellos.

Sí, pero arresto domiciliario. Nos tocó algo bueno. —él niega con la cabeza, no puede creérselo todavía. ¿Todo lo hizo por salvar a Arlyn y a él? ¿En serio? —No puedo perdonar lo que mi padre hizo, menos lo que estas brujas te hicieron a ti y a mi hermana. No soy de perdón, además, si algo sale mal, voy tranquilo al saber que Simio no volverá a pasar por lo que ha vivido por cinco años. —se acerca a él, le extiende un arma mientras guarda la suya. —No dudes en tirar, no importa el sexo. Importa lo que hicieron.

El Caso Sigue Abierto; El Imre de Arlyn (segunda parte de ECA) (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora