Por la presente, declino todos los derechos y responsabilidades sobre los personajes del anime: «Inuyasha».
Sesshōmaru aterrizó en el claro donde había dejado a sus acompañantes. Sus ambarinos ojos se detuvieron en la pequeña y frágil figura de Rin, que yacía cómodamente acurrucada a un costado de Ah-Un, durmiendo.
Los recuerdos de momentos antes resurgieron en su cabeza como una mezcla de gemidos, caricias placenteras y olores altamente atrayentes, que lo condujeron hacia una sola imagen: la miko.
Gruñendo suavemente, el orgulloso heredero de las tierras del Oeste, volvió su vista hacia atrás y frunció el ceño. Tenía un mal presentimiento.
(Aldea de Kaede).
Sango dio un par de palmaditas en el rostro de Kagome.
— Ya es hora de despertar. Los demás comienzan a preocuparse. — le murmuró suavemente al oído.
Kagome abrió los ojos, aún somnolienta. Dio un largo bostezó, se sentó y miró a su alrededor.
— ¿Que tan tarde es? — preguntó mientras se tallaba un ojo.
— Mas del mediodía.
— Oh.
— Oi, Kagome. — interrumpió Inuyasha, parándose junto al marco de la puerta. — Necesito hablar contigo. Ven.
•••
No fue muy difícil adivinar su próximo destino. El pozo devorador de huesos era un sitio de paz y privacidad.
Kagome se sentó en uno de los bordes de madera vieja y esperó. Observó con detenimiento como su compañero de manada se esforzaba por expresarse. Abría y cerraba la boca, pero no llegaba a pronunciar nada.
— Inuyasha, creo saber el por qué me has traído hasta aquí. Tranquilízate. — sonrió cariñosamente. — Es Kikyō, ¿cierto?
La expresión de culpabilidad en la mirada de su amigo lo confirmó.
— Yo... quisiera poder negarlo. — confesó.
— No hace falta. — aclaró ella, poniéndose de pie. — Ya no.
Quiso acercarse, abrazarlo, decirle que todo estaba bien. Quería hacerle saber que se alegraba por él, pero no pudo. Un fuerte pinchazo en el abdomen se lo impidió.
— ¿Qué pasa? ¿Te duele algo? — preguntó Inuyasha al verla tambalearse.
— N-no, nada. — contestó ella con dificultad, intentando recomponerse.
No lo consiguió.
Lo último que Kagome sintió, fue un doloroso calambre que doblegó sus piernas, y después, todo se oscureció.
Continuará...
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Mi orgullo, mi pecado y tú mi rendición
FanficÉl no podía permitir que su desliz saliera a la luz. Tenía que remediarlo pronto, sin importar qué. (Fanfic Sesshōme).