Capítulo 12

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Por la presente, declinó todos los derechos y responsabilidades sobre los personajes del anime: «Inuyasha».

Por la presente, declinó todos los derechos y responsabilidades sobre los personajes del anime: «Inuyasha»

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Tras la batalla, la mayoría de los aldeanos se habían alojado en un pueblo vecino en lo que Kaede y Miroku se encargaban de purificar la zona devastada. Llevaría tiempo, pero volverían a reconstruir su hogar. 

(Seis días después)

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(Seis días después).


La salida de esa mañana logró maravillas en más de un sentido para el grupo, que estaba aprendiendo que su mejor defensa contra las inquietantes preocupaciones sobre el futuro era vivir el momento, y este era pacífico.

— Deberías ir a verla. — propuso Sango, sentándose con infinito cuidado en una de las raíces sobresalientes de un árbol. Los rasguños y moretones en su cuerpo ya casi habían desaparecido, pero todavía quedaba el punzante dolor de su vientre, consecuencia de haber recibido el ataque directo de su Hiraikotsu.

— Han pasado seis días. La señorita Kagome podría angustiarse, y en su estado, eso no sería conveniente. — explicó amablemente Miroku. — También dijiste que el nacimiento su hijo estaba cerca. 

— ¡Keh! Ya lo sé. No necesito que me lo recuerdes. — contestó Inuyasha, que estaba recostado en una de las ramas altas del mismo árbol. Rascó su nariz desinteresadamente y los miró por el rabillo del ojo. — Iré ahora.

— ¿Qué? ¿Ahora? — preguntó Shippo con incredulidad. — Pero si ya casi anochece.

— Con más razón, pequeño Shippo. — dijo el monje.

La expresión de confusión en  los rasgos infantiles del kitsune le advirtieron que no sabía de lo que estaba hablando. 

— Hoy hay luna nueva, Shippo. — aclaró suavemente Sango.

— ¿Huh? ¡Es verdad, lo había olvidado! — exclamó. Dando un gran salto para poder alcanzar la rama donde descansaba su híbrido amigo, escaló hasta su cuello, acercó su pequeña nariz a la piel expuesta e inhaló. — ¡Tu humanidad es más notable!

— Keh.

Incómodo por la repentina invasión de su espacio personal, Inuyasha tomó al zorrito por su cola, y dio un salto. Sus pies aterrizaron en pasto espeso y verde mientras el pequeño se retorcía para liberarse. 

Sin embargo, pese a lo esperado normalmente, el hanyō colocó suavemente a Shippo sobre sus patas, y lo miró por un breve momento antes de darle la espalda y comenzar a alejarse en dirección al pozo

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Sin embargo, pese a lo esperado normalmente, el hanyō colocó suavemente a Shippo sobre sus patas, y lo miró por un breve momento antes de darle la espalda y comenzar a alejarse en dirección al pozo.

— N-no me golpeó. — balbuceó el kitsune, con sus pupilas brillando con una intensidad conmovedora. Si bien, Inuyasha tenía el carácter un niño, últimamente había adoptado un comportamiento un tanto más, compasivo con él.  

— ¡Dile a Kagome que la extrañamos! — pidió Sango a lengua suelta. 

La espalda de Inuyasha se tenso y se volvió  con una mirada de reproche. Gruñó, pero luego siguió su camino: Sesshōmaru no estaba cerca. Así que no había peligro de ser escuchados, por lo menos, no por él.

La sombra que permanecía resguardada tras la vegetación, rió al escuchar el nombre de su sacerdotisa.

— Sabía que seguías con vida. — murmuró. — No importa en donde te escondas. Tardes o temprano tendrás que volver. — afirmó, mientras abría su pálida mano con garras. — Porque no puedes escapar de tu destino.

La perla de Shikon palpitó. Y el misterioso personaje sonrió más ampliamente, mostrando sus blancos y afiliados colmillos.

"Porque eres mía, Kagome".


Continuará...


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Mi orgullo, mi pecado y tú mi rendiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora