Capítulo 14

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Por la presente, declino todos los derechos y responsabilidades sobre los personajes del anime: «Inuyasha».

Por la presente, declino todos los derechos y responsabilidades sobre los personajes del anime: «Inuyasha»

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 (Mientras tanto, en la fortaleza Occidental).



La hermosa hembra yōkai se acercó sensualmente de hacia Sesshōmaru, con un brillo depredador resaltando en sus ojos azules. Su cabello largo, azabache, se mecía con el viento, dándole un toque más que provocativo; sin embargo, lo único en lo que él podía pensar, era que el color de ojos y cabello no tenían el mismo destello de inocencia seductora que tenía Kagome.

La hembra frente a él era realmente bella, cosa que en el pasado hubiera bastado para tomarla. Pero ahora, las cosas eran diferentes.

Asco, eso fue lo que despertó la demonio en su persona al sentir su toque.

Pensar que su líbido despertaría al contacto de una hembra yōkai en celo había sido, más que nada, desfavorable.

— Vete.

El ser más poderoso de la era feudal, heredero de las tierras del Oeste, se sentía frustrado. Era época  de apareamiento y sin embargo, la lujuria y pasión de la que tanto alardeaba ser experto no había salido a flote.

— ¿Qué? — preguntó confundida la yōkai, deteniéndose mientras lo miraba con estupor.

Repentinamente, vagos recuerdos de un cuerpo frágil, sensual y sudoroso asaltaron la memoria de Sesshōmaru. Besos, caricias, tirones de cabello y gemidos de satisfacción, era lo que quedaba de aquella mujer sagrada, que debido al despecho le había entregado su pureza a él. 

Y eso terminó de arruinarlo todo.

— Largo. — gruñó, manteniendo su rostro cuidadosamente inexpresivo.

— ¿Mi Lord? 

—  ¡Te dije que te fueras! — rugió ya impaciente, sujetándola del antebrazo con brusquedad para arrastrarla hacia afuera de su despacho. Ella gimió adolorida, pero nada de eso importó. — Si vuelvo a ver tu repugnante rostro en mi palacio, te mataré.

— Ah, pero-

La demonio no tuvo tiempo para protestar, la puerta se había cerrado precipitadamente en su cara.

La ira se apoderó de ella, y mientras se alejaba murmurando insultos, dentro de la estancia, el inu-yōkai luchaba contra la mortificación y se restregaba la cara sin poder detener el flasheo de sus memorias en los brazos de la miko.

"¡Maldita sea!".

Las consecuencias lo habían alcanzado, y no podía hacer nada para evitarlo.


Continuará...

Continuará

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Mi orgullo, mi pecado y tú mi rendiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora