Recuerdo aún aquella noche donde las gotas de lluvia no dejaban de caer furiosas, justo como yo en ese momento, estaba furiosa porque él estaba con alguien más y lo peor de todo es que lo seguía negando cuando ya yo sabía toda la verdad, me dolía saber que yo sólo era un juego en su vida, un camino al que él podía acudir cuando estuviese solo.
— Nunca podría mentirte.— Eso decías para lograr convencerme, pero esa noche no funcionó, esa noche decidí romper con todo.
— Estoy cansada de esto, cansada de que juegues conmigo, cansada de que sigas mintiendo y no, no prometas que esta vez será diferente y que estarás conmigo para cuidarme, cuando no es así, tú sólo me haces daño, tú sólo me usas a tu manera. — Lágrimas comenzaron a caer por mi rostro y tú intentaste limpiarlas.
Ha sido difícil para mi poder olvidar aquel día donde después de tanto tiempo pretendiendo que eras mi mejor amigo juntaste tus labios con los míos y ha sido más difícil aún afrontar la realidad de que sólo quedan recuerdos de ti en mi piel y que no volverás más a mi, por un momento siento alivio de que así sea, pero en otros siento angustia y dolor. Recuerdo aquel día donde todo comenzó, el día que tú te fuiste; tomé una botella de alcohol y sin importarme nada hice mi primer corte, quería sentir el dolor que tu sentiste con la diferencia de que yo no usaba una pistola, recuerdo la sangre correr por mi brazo y las lágrimas cayendo sobre ella, dolía como el infierno, pero sin darme cuenta esa era la bienvenida al mismo. En ese momento me encontraba tirada en el piso del baño pensando en lo insignificante que mi vida se había vuelto, quería morir y no encontraba la manera de hacerlo, razones habían de sobra y yo sólo buscaba una que me permitiera quedarme aquí, trataba de pensar en lo hermosa que era la vida, pero no pude, todo estaba derrumbado a mi alrededor y nadie era capaz de ayudarme, estaba sola, podía gritar si eso quería e incluso lo hice, pero nadie estuvo allí para escucharme, estaba débil, no había comido en semanas y los cortes eran cada vez más profundos, mi refugio era estar debajo de mi cama, me aterraba estar sola, me estaba volviendo loca, por mi cabeza sólo pasaban voces diferentes y yo sólo gritaba para tratar de callarlas; recuerdo tomar un cuchillo e intentar clavarlo en mi pecho, pero fue inútil, no tuve la fuerza suficiente para que eso pudiera matarme, pensé que era una cobarde y me auto-castigué por ello, vinieron más cortes a mi piel y cada vez se volvían más profundos, me sentía vacía y lo único que me aliviaba era ver la sangre correr y las gotas caer en la alfombra que mamá tanto amaba. Los gritos se hacían cada vez más fuertes, pero esta vez ya no salían de mi boca, ahora provenían de mi cabeza, mi refugio se volvió el único lugar donde podía estar, no salía de allí y sólo escuchaba los toques en la puerta de distintas personas preguntando si estaba bien y yo sólo respondía y no volvían más. Mi refugio fue reemplazado por otra cama, tenía compañía, compañía que no duró tanto porque la alejé con el olor a cigarrillo que a ella tanto le fastidiaba. Me obligaron a mudarme porque según ellos debía salir de mi habitación y conocer lugares nuevos. Todo empeoró, me volví adicta a hacer quemaduras con el cigarrillo en mis piernas a causa de que no conseguía cómo poder generar un corte, le pedí a esa chica que golpeará mi rostro para que pudiera dejar de sentir esa sensación de necesidad, estaba sangrando, ver la sangre se había vuelto mi adicción y no podía estar sin ella; regresé a casa sólo para encontrar mi cuchilla y lo volví a hacer, más sangre, pero no lo resistí y caí.
— ¿Por qué te dañas de esa manera?— Decía él mirando mis brazos. No encontraba las palabras exactas y sólo me dejé llevar por el llanto.
— Me he perdido, él me ha llevado. — Sollozaba y él sólo tomaba mi mano. —Siento que no vale la pena seguir aquí, soy un problema, no siento nada de culpa por lo que estoy haciendo, sólo espero a morir, pero cada vez lo veo más lejos.
— Si sigues así realmente morirás pronto. — Mi respiración se detuvo por un segundo y mi mente se nubló y lo único que pude hacer fue cerrar mis ojos y apretar su mano.
Estuve 4 días allí, 4 días en los cuales no pude ver sangre y debía comer, aunque en realidad cada comida que llevaban terminaba cayendo por la ventana; al salir de allí debía sentirme aliviada y así fue, estuve aliviada por varios meses, incluso comenzaba a procesar perfectamente de nuevo la comida y todo volvió a joderse. 1 año desde que él no estaba.
Me encontraba en el cementerio con girasoles, él odiaba las flores, pero por alguna razón decía que los girasoles lo hacían feliz. Lágrimas no dejaban de caer por mi rostro y la culpa me comía el alma, no quería irme de allí porque sabía lo que pasaría al llegar a casa, no quería volver a caer, quería seguir firme y eso intenté, al llegar a casa caminé directamente a mi habitación y me recosté en la cama mirando el techo, coloqué su canción, nuestra canción, aún recuerdo que con cada palabra más lágrimas salían por mis ojos, no lo resistí, miré mi brazo con cicatrices aún visibles y hice una nueva marca encima de ellas, mi brazo temblaba y yo sólo sollozaba, estaba sola de nuevo, cayendo al vacío y lo peor es que no podía decirle a nadie. Odiaba esto, sentía que estaba atrapada en un circulo vicioso del cual nunca podría salir, mis gritos se volvieron murmullos y las voces ahora se encontraban hablando en mi oído y acariciando mi cabello, mientras que su recuerdo estaba allí, él estaba allí, frente a mi, mirando como me dejaba caer profundamente en ellos, mirando como controlaban mi cuerpo y me llevaban al vacío. Mi mirada se tornó oscura y las ojeras se apoderaron de mi, mi piel estaba de un tono amarillo a causa de no comer bien, mi cuerpo estaba débil y mis cicatrices más profundas de nuevo; el alcohol se apoderó de mi una vez más, ya no era yo, alguien más manejaba mi vida, yo sólo era su títere. Ellos me manejaban como querían, alejé a todos de mi y volví a encerrarme en un nuevo refugio más seguro, sólo escuchaba la puerta sonar, pero ya no había respuesta alguna de mi, pasaba el día encerrada y salía por la ventana de mi habitación cuando todos dormían, sólo un trago y te sentirás mejor ellos solían decir a mi oído, pero no era así, se volvía una necesidad y mientras el humo entraba a mis pulmones alguien encontró mi mirada y sonrió, yo sólo sonreí y desaparecí de allí, no necesitaba más problemas en mi vida; al entrar en mi habitación tomé una mochila y comencé a meter mis cosas y salí de ella de nuevo, no sabía a dónde o tal vez sí, pero tenía miedo de entrar allí, recuerdo haberme quedado parada en la puerta mirando cada detalle de ella, tomé la llave y entré; todos mis recuerdos se encontraban en esta casa, si me estaba volviendo loca, esta casa me llevaría directo al manicomio. Al entrar lo primero que vi fue su foto de graduación, todo estaba oscuro, subí las escaleras y entré a su habitación, todo seguía igual, incluso la mancha de sangre que dejó rastro de su acto suicida, comencé a mirar a mi al rededor y su recuerdo seguía allí, él seguía allí, lágrimas caían por mi rostro mientras abrazaba la sábana que aún conservaba su olor, realmente lo extrañaba, tomé un sorbo de la botella y cerré mis ojos para luego deslizar la cuchilla por mi brazo, no hay cosa que pueda hacerme sentir mejor en este momento, no quiero salir de aquí, no quiero olvidarme de él aún, susurré antes de cerrar mis ojos y caer a su cama.

ESTÁS LEYENDO
❀ H E L P ❀
Teen FictionEl día que me perdí, un día que nunca olvidaré. El mundo se derrumbó para mí, me caí con él y al parecer nunca pude encontrar la manera de salir de entre los escombros. El fuego que alguna vez estuvo dentro de mí se volvió frío, el amor por el mundo...