Subí el volumen de la música para así poder dejar de escuchar todas las voces que habían en mi cabeza, prendí un cigarrillo y inhalé el humo a mis pulmones, me dejé llevar por el sonido la música y me abracé a mi misma para comenzar a bailar; necesitaba olvidar tantos recuerdos, ya ni siquiera podía dormir tranquila porque ellos me conducían a pesadillas, ellos comenzaron a escapar de ellas y comenzaron a arruinar mi realidad. Estaba sola e indefensa y lo único que me quedaba era la cuchilla, ya estaba cansada de esto, no había espacio para nuevas heridas, estoy hundida en mi propia depresión y nadie parece darse cuenta.
Lo único que hago es llorar, parece una pesadilla que no parece acabar.
— No puedo creerlo. — decía mientras levantaba mi manga y miraba mis heridas.
— No vengas con esto ahora, por favor. — dije mirando al piso. Me sentía totalmente avergonzada, mis heridas eran un asco total, una encima de las otras.
— Creo que debes buscar ayuda. — irónico que la persona que me condujo a esto me mande a buscar ayuda, pensé.
— Tú no comprendes esto, tal vez sí deba hacerlo pero me es imposible, así que por favor ahórrate cada una de tus palabras de apoyo y lárgate de aquí. — lo miré con furia. Al decir él sólo me miró asombrado y se fue.
Sólo quedan recuerdos de ti, recuerdos que pronto olvidaré, susurraba mientras tomaba la botella y daba tragos largos. Mi vida estaba completamente arruinada, nadie estaba allí para mi, nadie podía escucharme y limpiar mis lágrimas al verme mal, los había alejado a todos por culpa de mis vicios y mi depresión. Creía que era el final cuando en realidad sólo era el comienzo, más cortes a mi piel, más alcohol; mi vida estaba vuelta un desastre ahora mismo, yo era ese final terrorífico del que tanto miedo tenía la gente de hablar, llené mi cuerpo con tantos cortes que pensaba que era el lienzo de una obra de arte, la sangre no dejaba de correr por el piso y yo finalmente sonreí y cerré los ojos para sentir el placer, había caído de nuevo y no había nada que alguien pudiera hacer. La ansiedad me mataba, sentía tanta presión que sólo introduje mis dedos en mi garganta para poder dejar salir todo lo que había dentro de mi estómago, pero no tenía fuerza alguna, me sentía vacía, por una parte sentía que yo era la reina de mi propia ruina; sentía que la respiración me faltaba, algo no andaba bien, pero yo me sentía bien con ello, quería el final, mi final, pero sabía que no sería posible encontrarlo tan rápido. Recuerdo verlo desesperado gritando que me quedara con él, recuerdo que sostenía mi cuerpo con una mano y con la otra daba cachetadas en mi cara para que pudiera reaccionar, lo miré y sólo salían lágrimas de mis ojos.
— ¿Cómo pudiste? — repetía muchas veces. No salían palabras algunas de mi boca, lo había decepcionado, le había prometido luchar un poco más, pero me fue imposible. — ¡Por favor, reacciona! — mi mirada se encontraba perdida y mi respiración se dificultaba, mientras en mi cabeza se encontraban los demonios tratando de llevarme con ellos, imposible, ya me habían llevado, ya me habían destruido. Cerré mis ojos y él sólo apretaba mi mano y repetía que no se iba a permitir dejarme ir. Desperté en un hospital, sobredosis decían ellos, querían mandarme a buscar ayuda, imposible; mi garganta tenía un tubo dentro de ella, un lavado, pensé. Quería acabar con esto, quería terminar mi infierno, ¡déjenme ir de una buena vez!, pensaba. No soportaba más, quería salir de allí, quería mi fin pero no podría tenerlo si cada vez que lo intentaba alguien me encontraba, debía irme, necesitaba salir de allí.
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❀ H E L P ❀
Teen FictionEl día que me perdí, un día que nunca olvidaré. El mundo se derrumbó para mí, me caí con él y al parecer nunca pude encontrar la manera de salir de entre los escombros. El fuego que alguna vez estuvo dentro de mí se volvió frío, el amor por el mundo...