Substers

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Y ahí estaba Hex, recorriendo la ciudad de Restwood dentro de un tanque militar cómo si nada.

Pasando sobre uno que otro vehículo, la policía estaba detrás de él, con las sirenas encendidas y diciéndole que se detenga.

Pero Hex hacía caso omiso a las órdenes de los policiales, el solo disfrutaba su estadía en el tanque.

Para Hex era chistoso ver la gran cantidad de personas que salían corriendo hacia cualquier lado tras ver a un tanque recorrer las calles, al fin y al cabo, era un tanque.

De entre todas las personas, hubo una que no se detuvo, una señora que aparentaba la mayoría de edad, vestía un largo vestido celeste con blanco, tenía sus cabellos blancos, con unos penetrantes ojos color celeste.

Ésta se quedó quieta, en medio de la calle, haciendo detener a Hex.

Hex se bajó del tanque y los policías se desvanecieron cómo si de polvo se tratase.

Se acercó a la señora y ésta le quedó mirando.

- Hex -dijo la señora.

Hex se sorprendió y se quedó mirandola, Hex, desde ese momento estaba metido dentro de un sueño lúcido.

- ¿La conozco? -respondió Hex, mientras retrocedía.

- Hex -volvió a repetir la señora.

Hex se alarmó y se dio media vuelta para salir corriendo, pero fue detenido por un cuerpo más alto qué él. Era un hombre que tenía las mismas vestimentas y características faciales que la señora.

- Hex -dijo el Hombre.

De un momento a otro Hex se percató que estaba rodeado de personas vestidas de blanco y celeste, con cabellos blancos.

- Hex -dijeron todas las personas al unísono.

Todas las personas se empezaron a acercarse lentamente hacia Hex, dejándolo atrapado entre la multitud, mientras repetían la misma palabra una y otra vez. Para Hex, todo se volvió borroso, las personas se veían difusas, todo estaba temblando. Hex se estaba asfixiando.

De un momento a otro, todo se volvió oscuro, solo sentía su respiración, ni siquiera podía ver su propio cuerpo, solo su respiración en un completo e incomodo silencio.

Lo único que pudo percibir fue una voz femenina que le dijo algo al oído, causándole un escalofrío.

- Hex, te necesitamos.

Hex despertó exaltado.

Con la respiración agitada, sin razón aparente.

Hex aseguró que había tenido otra pesadilla, pero él bien sabía que esa no era la razón, pues recordaba a la perfección el sueño, las personas y a la señora con ojos color perla sin pupilas.

Hex sacudió su cabeza y se levantó de la cama.

Fue al pasillo y se quedó ahí, en medio de la oscuridad, relajando su respiración.

Miró escaleras abajo y pudo apreciar una pequeña luz que provenía de la sala de estar.

Hex bajó las escaleras con cautela y cuidado hasta llegar al piso inferior.

Una vez en la sala de estar, se encontró con Rubén, quien dormía plácidamente en el sillón grande que estaba en una de las paredes, con un pie sobre el respaldo y el otro en el piso, un brazo lo tenía sobre su pecho, mientras que le otro cubría parte de su cara.

Rubén no hacía más que dar unos pequeños ronquidos.

Hex sonrió al ver la escena.

Tras mirar al cuerpo que descansaba sobre el sillón, Hex fue a su cuarto a buscar unas mantas, para así tapar a Rubén y evitar que se resfriara.

The Count (Piloto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora