Enigmas II

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Ya habían pasado unos cuantos días desde que Hex había abandonado RestWood. En la gran caminata que este dio, pudo llegar a una gran ciudad, ubicada a unos 80 kilómetros de distancia de RestWood, aproximadamente.

Tras recorrer la gran metropolis, pudo encontrar un lugar en donde hospedarse, no era lo más confortante que había, pero le era accesible al dinero que había llevado. Realmente fue una de las peores decisiones que había tomado, después de abandonar a sus amigos, claro.

Desde que se fue, empezó con problemas que él mismo había causado, los típicos problemas de viajes; "Se me olvidó esto", "No debí traer esto", "¿En donde deje esto?" y así, con un sinfín de preguntas y exclamaciones que le llegaban cada 5 minutos. Pero una de las cosas que más le dolió a Hex, fue haber olvidado traer consigo sus pastillas para dormir.

Gracias a eso, Hex no podía dormir. Estaba durmiendo en un pequeño departamento, en el piso cuatro de un gastado y antiguo edificio, en el cual con suerte cupia él. Tenía una cama, un televisor ancho que ya tendrá sus 20 años y ya solo reproducía un canal, o directamente el interesante programa de "La interferencia", un baño increíblemente pequeño, es decir, el basurero de su casa era más grande que esa cosa, y una cocina, extremadamente sucia, y por la falta de utensilios de limpieza, Hex prefería pedir comida a domicilio.

Su departamento estaba en una calle que era muy transitada desde las 08:00 am hasta las 01:00 am, pero desde las 01:00 am no empieza la paz, ya que desde las 02:00 am comienzan peleas, riñas, accidentes automovilísticos, entre otras cosas, las cuales no dejaban de atormentar al pobre chico que con suerte podía cerrar los ojos por media hora sin escuchar un disparo. Y todo porque olvidó sus pastillas.

- Joder... ¿Qué hora es? - dijo Hex mientras revisaba su celular, el cual estaba en un deteriorado estante - ¡Es un chiste! - Exclamó el chico - ¡Son las 5:39 am!

El berrinche de Hex fue detenido por unos golpes en la pared pareada a la habitación del vecino, tras los golpes, desde la otra habitación, se escuchó un grito.

- ¿Podrías callarte? - dijo una voz femenina - ¡Pendejo de Mierda! Intento drogarme tranquila.

Hex estaba cansado, no podía dormir, temía enfermarse al tocar alguna superficie de absolutamente todo el departamento, temía recibir una bala proveniente de la calle, temía que le entrarán a robar. Estaba jodidamente asustado.

No fue hasta que, 10 minutos después, un grupo de adolescentes, empezaron a disparar juegos de pirotécnia demasiado cerca de los departamentos, al punto que una de las ventanas que daban a la calle, simplemente estalló.

- ¡Suficiente! - Exclamó Hex, en el mismo momento que con su puño rompía una pequeña lámina de vidrio - Me marcho de este infierno hoy mismo.

Guardó sus cosas en la mochila y se sentó en el sillón, para así esperar a que dieran las 09:30 am, una hora prudente para irse.

Sin más, Hex se durmió en el sillón, siendo despertado por la extraña alarma despertadora de su celular.

- Ya era hora - Exclamó mientras suspiraba aliviado. - No habría podido soportar otra hora aquí.

Tomó su mochila, salió del departamento y cerró la puerta con llave, en las mismas condiciones en la que la recibió. Ya en el pasillo se encontró con uno de los muchos extraños del edificio, Ernesto, quien era uno de los seres más alcohólicos que podían existir aún con vida.

- Vaya vaya, pero miren que pedazo de joya tenemos merodeando por aquí - Dijo el tipo mientras se levantaba del piso con dificultad.

- Si, lástima que ya cerró la joyería, ¿no? - le respondió Hex en tono burlesco.

The Count (Piloto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora