Llamaron a mi puerta a las 8.15 para ir a desayunar, yo no sabía nada de lo que me iba a encontrar al cruzar la puerta de la celda.
Caminé por el pasillo, todos eran iguales, suelos grises y paredes blancas con flexos cada metro y medio en el techo. Era incapaz de no fijarme en las puertas de las habitaciones, todas eran exactamente las mismas, blindadas y con un número particular. Sin embargo, había algunas puertas sin números, salas demasiado peculiares. Mientras caminaba me acompañaban dos hombres que me daban indicaciones sobre las instalaciones del centro, los horarios y las normas estrictas.
En resumen, los desayunos son a las 8:15, las comidas a las 14:00 y las cenas a las 20:30, a las 21:30 se cierran todas las celdas obligatoriamente. Desde las 10:00 hasta las 13:30 y de las 15:30 hasta las 19:30 se nos permite salir de la celda para ir a ciertos lugares como el gimnasio, la biblioteca... Realmente hay muchos recursos dentro, pero no son las instalaciones lo que hacen un buen lugar.
Por fin después de media hora de explicaciones y caminar, llegamos al comedor, es muy parecido a uno convencional con mesas grandes unidas a bancos y el típico pasillo para coger tu comida con la bandeja, todo un tanto común.
Entré y ya había bastante gente, tanto de ambos sexos, como de diversas edades. Las alas ya me dan igual que se vean, ya total... Las dejé desplegadas y no fue dar un paso para que todos los "reclusos" me miraran con la boca abierta. A fin de no mostrar debilidades, decidí caminar con paso firme, las alas bien estiradas, mirar fijamente y mantener una mueca seria.
Cojo mi comida que, para ser sinceros, no hay mucho donde elegir, tampoco me fio de nadie así que elijo alimentos donde podía diferenciar sus ingredientes, ya que si elijo puré o algo que creo que son gachas podrían llevar cualquier cosa. Al final, me decanto con dos piezas de fruta, pan tostado y agua. Es bastante pobre pero mejor prevenir que curar.
Me senté en una mesa vacía, con la incomodidad que tenía encima por culpa de todos esos ojos mirándome, adivina que me podría pasar aquí dentro. La poca tranquilidad que disfrutaba duro poco, cuando me dispongo a comer, me fije en las dos capsulas verdes y blancas que estaban en un vaso con mi nombre.
¿Me las pondrían cuando me servía?
Cuando las observaba apareció el rey de mi pesadilla.
-Buenos días, niñata. ¿Has llorado hasta quedarte dormida en tu amado "aposento"? –Me dijo el Coronel Jarnis, como siempre tan amable...
-Ah... que todavía estas aquí –respondí despreocupada, metiéndome un trozo de pan en la boca- pensé que habías cobrado la recompensa de mi captura.
-Ya la cobraré, tú no te preocupes por eso, al fin y al cabo, soy el jefe de este sitio –empezó a burlarse y a reírse durante un rato- por cierto, ¿ves esas capsulas de ahí? Debes tomártelas. –sin dejarme decir palabra, prosiguió con su monologo- Bueno, me marcho que tengo cosas más importantes que hacer.
Era inevitable que todas las personas de la sala escucharan la conversación, preguntándose: "¿Qué cosas tan horribles habrá hecho?" Entre tantos ojos y cuchicheos, una chica de piel oscura y pelo rizo se sentó a mi lado.
-Hola soy Beck. Bienvenida a tu nuevo hogar por mucho tiempo.
-Hola soy April. En este sitio tenéis una manía muy común de dar a todos los nuevos la bienvenida. –dije de manera fría.
-Sí, la verdad es que tienes razón –admitió al mismo tiempo al que se reía- no necesitas poner cara de póker, nadie te va a pegar aquí dentro. Si eso, los celadores pueden domarte.
Rápidamente me empecé a sentir más cómoda y dejé de actuar. Beck por alguna causa en particular, me daba confianza.
- ¿Cómo acabaste en este sitio? Pareces una persona bastante corriente. –espero que no le parezca mal la pregunta.
-Pues, cuando tenía seis años fui capaz de construir un reactor nuclear con mis propias manos y cálculos, al cumplir los dieciocho después de hacerme varios exámenes decidieron meterme aquí para investigarme y de eso ya hace 5 meses.
No pude contener mi admiración hacia su historia, me parece increíble encontrarme con una persona así de inteligente.
-Gracias, me halagas mucho. Yo creo que a ti no necesito preguntarte, llamas mucho la atención.
Beck comenzó a hablarme sobre todos los reclusos que se encontraban aquí, entre ellos había gente con desórdenes mentales, mutaciones genéticas y coeficientes intelectuales que sobre pasan por mucho la media. Las personas que se encontraban en este lugar no eran, lo que se dice, normales. Algunos, por ejemplo, sí que habían cometido delitos graves como asesinatos múltiples o robos de grandes sumas de dinero; no obstante, los demás estábamos aquí porque tienen miedo de nuestras capacidades.
-Beck, ¿Puedo hacerte una pregunta?
-Sí por supuesto, ¿Qué te pasa?
- ¿Alguna vez habéis intentado escapar? –Le susurre al oído.
-Al principio yo también me preguntaba eso, pero... Venga, con todo lo que tenemos aquí podemos vivir perfectamente, hay casi más cosas en este sitio que donde vivía. No se esta tan mal, te acostumbraras.
- ¿Es una especie de broma? Yo no me voy a acostumbrar, yo quiero largarme de aquí, para que quiero todo esto, cuando hay un mundo que descubrir fuera.
-April, todos pensamos igual, no vale la pena, además aquí no sufrimos pobreza, ni frío, ni hambre, ni tan siquiera estrés.
-Lo siento, pero yo no pienso igual que vosotros. Dime, ¿hay alguien que sepa como largarme de aquí?
-Ay, si insistes... ¿Ves aquel hombre de allí? Él te puede ayudar. –Señaló a un hombre tapado con una toalla negra, completamente solo, como si los demás le tuviesen miedo. - Aun así, buena suerte para hablar con él, todos dicen que es demoniaco, pero creo que es el único que te va a poder ayudar.
Asentí, cogí mi bandeja y me levanté de la mesa, con paso firme y sin decir palabra me senté al lado suyo.
- ¿Qué quieres criaja? –Su voz era realmente amenazante.
-Nada, ¿es que acaso este sitio está ocupado? porque no lo parece.
-Y qué más da, ¿no te doy miedo?
-Porque iba a tener miedo a un hombre al cual no le puedo ver ni la cara, y tampoco le veo con algún tipo de arma.
- No se por mi rostro a lo mejor.
Me mostro su rostro, estaba lleno de cicatrices y sus ojos eran amarillos, un color increíblemente raro, era un hombre, yo diría que, de cuarenta años con pelo corto castaño oscuro algo gastado.
-Bonito ojo, al menos el izquierdo, porque el otro está claro que es falso.
- ¿Cómo lo has adivinado?
-Simple, cuando te ha dado la luz en los ojos al mostrarme el rostro, tu pupila izquierda se ha contraído pero la derecha no.
-Ja... Chica lista, algo me dice que no has venido solo para entablar amistades, ¿Qué buscas?
-Me han dicho que eres el único capaz de escapar de este antro, por favor quiero ser libre de nuevo.
Se quedó observándome un buen rato, como si me estudiase. Me miro a los ojos y dijo:
-Tus ojos expresan rebeldía, justicia y pureza –suspiro- ya era hora de ver a una chica como tú por aquí, la mayoría no tienen esas intenciones.
A pesar de que estaba más animado con mi presencia, no manifestaba ni una mísera mueca de felicidad, se notaba que no había tenido una vida fácil.
-Entonces... ¿Me ayudarás?
-Bueno, me lo pensaré, pero es probable. –Dijo intentando hacerse el duro.
-Me lo tomaré como un "sí". Ah, perdona, mi nombre es April, encantada.
-Adam, bonitas alas, por cierto. Qué pena que no vayan a ser suficientes para salir, escapar no es tan fácil como entrar, espero que estés dispuesta a arriesgarte.
-Faltaría más. –Dije con una sonrisa confiada.
Las apariencias engañan...
Libertad ¿derecho o elección?
ESTÁS LEYENDO
Fly with your wings
ParanormalEsta es la gran diferencia entre vivir normal a ser un poco diferente a los demás, bienvenidos a mi mundo de personas pequeñas intentando ser grandes y otras haciéndolas todavia mas pequeñas.