Capítulo 7

11 0 0
                                    

ANGÉLICA

No puedo creer que dos semanas de campaña se fueron y ya estamos a lunes; el día finalmente ha llegado, hoy son las elecciones.

Por ser día de elecciones la entrada no es a las seis cuarenta como siempre sino a las ocho. Aun así, los candidatos estamos aquí desde las siete treinta, por lo que Paola también está aquí desde esa hora. Estoy por creer que va a comenzar a odiarme; le he quitado unos veinte minutos de sueño.

— ¿Por qué tuvieron que llegar temprano? —pregunta mi hermana sentada junto a mí en el escalón más alto de la pequeña escalera que lleva a la plazoleta central del colegio, abrazando sus rodillas contra su pecho y con una completa cara de sueño.

Me hace reír.

Paso un mechón de su castaño cabello detrás de su oreja.

—No lo sé, sólo nos pidieron que llegáramos temprano.

Pao bosteza.

—Con sinceridad creo que vas a tener que pedirle a mamá que te deje usar su carro, así no me haces venir a mí más temprano.

—Pero si normalmente tuviéramos que haber estado aquí hace una hora—le recuerdo.

Además, en cualquier caso, papá no podía traernos hoy —por la hora, justamente—, así que nos ha traído Mónica, y ella misma dijo que era una suerte que yo tuviera que estar aquí a las siete treinta porque no podía traernos más tarde.

La castaña no responde nada, sólo apoya su cabeza contra sus rodillas.

Aunque, pensándolo bien, mamá sí debería dejarme usar su carro, de igual manera, ella nunca lo usa. Al menos no para ir a trabajar. Ese Cruze está la mayoría del tiempo guardado en el garaje de la casa. Las únicas veces que veo que ese auto se utilice es cuando mamá tiene que salir y papá no puede llevarla, y cuando yo iba al gimnasio que me lo prestaban para que no tomara un taxi. Tal vez debería hablar con ella para que me deje venir en él a clase. Y hablando de gimnasio, ¿cuándo voy a poder volver? Ya han pasado tres meses desde la operación.

En cualquier caso, mientras Paola intenta recuperar sueño sobre sus rodillas, yo miro a los profesores terminar de organizar todo para las votaciones. Han acomodado cinco mesas de votación, están terminando de organizar algunos pequeños detalles y la profesora Carmen parece que está a punto de sufrir un colapso. Creo que tiene que relajarse un poco con todo esto.

También veo a las profesoras de preescolar organizando una mesa para los pequeños. Esos votos no cuentan, es un proceso simbólico, es para que se sientan integrados en todo esto de las elecciones, apenas el viernes nos avisaron de que lo harían. Me parece un gesto bonito, cuando yo entré aquí a preescolar creo que ni siquiera iban a hacer campaña a nuestro salón; las cosas cambian.

De repente, veo que Luisa me hace una señal para que me acerque a ella; está junto a Juan Carlos y Miguel al otro lado de la plazoleta.

—Ya vengo—le digo a Pao poniéndome de pie.

No responde nada, al menos no en un idioma entendible por un humano. En realidad, lo único que hace es un sonido con su garganta que creo que en idioma Paola con sueño significa «haz lo que quieras».

Camino directo hasta los chicos y al llegar, me siento junto a Lu.

— ¿Qué sucede? —pregunto mirándolos a todos, no entiendo por qué me han pedido que viniera.

—Sólo quería decirles algo—habla Miguel—. Quería felicitarlos por la buena campaña. Ha sido muy divertido y me ha gustado que ninguno ha tenido que tirarle tierra a ninguno, todos hemos brillado con luz propia y eso es genial. Gane el que gane hoy, se lo merece.

EnseñameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora