Capítulo nueve

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"¿Sentimientos? "

Hoy, después de mi charla con Logan y mi confrontación con Ares, quería tener un poco de paz. Tampoco quería estar con mis padres, sino que prefería estar sola. Ellos estaban tan sumidos en su burbuja de amor que parecía que hacía años no se disfrutaban así. Siendo sincera, me alegraba por ellos porque al fin habían encontrado un momento para compartir juntos, pero tampoco tenía muchas ganas de estar presenciándolo.

Tenía varias opciones para el desayuno, pero definitivamente no elegiría el bar del hotel porque estaba segura de que Logan estaría allí y yo no quería verlo. Ni a él ni a Ares. No era nada en particular, solo que quería tener mi espacio.

Me decidí por ir a un café que se encontraba delante de la playa a unas dos cuadras del hotel y lo había visto unos días antes. Me senté afuera donde podía ver el mar y tener su sonido de fondo. Era simplemente perfecto.

Cuando llegué de nuevo al hotel para cambiarme, después de ponerme la bikini me tiré a la cama esperando a mis padres que se encontraban todavía en el bar. Cuando tocaron la puerta de la habitación, salté pensando que eran mis padres que se habían olvidado su tarjeta dentro. Sin embargo, para mi sorpresa no eran ellos. Era una chica, más o menos de mi edad, que vestía el mismo traje que Logan cuando se encontraba trabajando y traía una nota en uno de los bolsillos del delantal, la cual sacó para entregármela.

Fruncí el ceño confundida.

—Es de parte de Logan, me dijo que sabrías de quién era —se encogió de hombros y se encaminó hacia la puerta—. Que tenga una buena mañana —me desea y termina de marcharse.

Abro el papel lentamente, pensando que así todos mis problemas se solucionarían y sólo se irían. Pero al parecer no fue así, su manuscrito se encontraba sobre la hoja y la letra era perfecta. Sonreí, aunque no debería de haberlo hecho.

"Espero que puedas perdonarme. Mándame un mensaje si un día de estos quieres hablar conmigo, por favor."

Después de todo lo que pasé tratando de localizarlo y que me responda los miles de textos que le mandé, no se lo haría tan fácil. Ni a él por ignorarme durante días, ni a Ares por mentirme.

Me senté frente a la pequeña mesa del balcón que daba con el mar y decidí que no había teléfonos ni aparatos que me interrumpieran este momento. Me había puestos los anteojos de sol y recosté mi cabeza contra el respaldo de la reposera cuando, por arte de magia, dos rubias me chitaron desde la vereda de abajo. Bajé la mirada para saber de quienes se trataban, y eran Lisa y Lena.

—¡Paula! —grita una de ellas, no estaba segura de cuál así que fruncí el ceño—. Soy Lena.

—Oh, ¡hola! —les respondo y ellas ríen.

—Tienes que bajar, vinimos a visitar a Logan —un calor subió hacia mis mejillas al escuchar su nombre, pero decidí ignorarlo e inventar una buena excusa para no bajar con ellos.

—Estoy desayunando —les miento—, además estoy con mis padres —otra mentira—. Será en otro momento.

—De todos modos, te estaremos esperando. ¡Nos vemos! —me saluda la otra, así que era Lisa. Les sonrío en forma de despedida y me recuesto sobre el respaldo de la silla acomodándome otra vez.

Todavía no había señales de mis padres. Por una parte, me preocupaba, pero por otra me aliviaba. Hacía mucho no conseguía un momento conmigo misma y era tiempo de disfrutarlo.

O al menos lo estaba haciendo hasta que escuché la puerta de la habitación abrirse y unos pasos se encaminaban hacia adentro interrumpiendo cualquier momento de paz que pudiera tener. Mis papás podían ser algo molestos cuando se ponían melosos y no cabía duda que ahora vendrían a pegarme su maldita azúcar a mí.

Entre las olas te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora