Capítulo diez

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"Confrontación"

Fue difícil pensar en lo que tenía que hacer durante toda la noche. Dormí muy poco y todo lo que rondaba por mi cabeza eran los nombres de Logan y Ares.

Sinceramente yo no sabía qué me pasaba realmente con ellos, pero sí tenía la certeza de que era imposible seguir creando problemas con ellos cuando la finalidad de todo esto era deshacerme de ellos. Había venido a Hawái a buscar tranquilidad después de tener un año terrible lleno de falsas amistades en Buenos Aires.

Así que después de hablar con las gemelas y, con un poco de suerte, todo este drama innecesario terminaría hoy.

No quise darles muchas explicaciones a mis padres, así que cogí mi tabla y les dije que iría a la playa a ver si tenía suerte y encontraba alguna ola, al menos que me hayan prestado atención porque por lo general siempre había olas en Hawái. El mar nunca estaba del todo calmo. Había venido para eso, y apenas había tocado la tabla... me sentía muy mal, desorientada y avergonzada de mí misma.

Suspiré al ver que el sol estaba comenzando a bajar y las olas se hacían cada vez más grandes. Yo no me animaría a subir a una de ellas ni por muy loca que estuviese, ni que Logan estuviera al lado mía... o como decimos en mi país "ni en pedo".

Decidí seguir mi camino hasta llegar al puesto uno de la playa frente a la avenida principal de la ciudad. A lo lejos vi el viejo Jeep de Logan estacionado y su figura sentada en la arena mirando directamente al mar. No quería molestarlo, se veía tan tranquilo así, tan armonioso, que yo misma recuadraría esa imagen y la guardaría para llevármela a donde sea.

Logan me inspiraba paz, hacía que todo se volviese más relajado incluso cuando las tensiones estaban por explotar en mi cabeza... en mi cuerpo.

Como si mi mirada le avisase que estaba aquí, giró su cabeza para mirarme y seguidamente sonreírme. Le imité y me acerqué para sentarme junto a él. Instintivamente, me cogió por la cintura y me acercó hacia su cuerpo para depositar un beso en mi mejilla. Él era el tipo de chicos que no le importaba mucho lo que dijeran los demás. Extrañamente, no me sentí incómoda por lo que acababa de hacer, o tampoco me importaba si Ares estuviera atrás de nuestras espaldas. Es más, incluso sonreí.

—¿Para qué querías verme? —preguntó curioso, al cabo de algunos segundos. No lo miré.

Tenía que esperar a su amigo para hablar de esto con los dos. Él no sabía que vendría, por más que quisiera decírselo sabría que saldría corriendo en cuanto se lo comentara.

—Espera un poco... —un carraspeo detrás hizo que mi frase quedara en el aire, así que los dos miramos y nos encontramos con el morocho de ojos celestes parado con los brazos en jarra y una expresión de confusión en el rostro.

Logan se paró de inmediato quedando frente a frente con Ares. Se notaba a leguas que estaba furioso, y todo esto era por mi culpa. Me paré inmediatamente para colocarme en medio de los dos haciendo de mis brazos una especie de barrera... o al menos eso intentaba, sinceramente no tendría oportunidad con ninguno si se llegase a producir una pelea.

—¿Qué haces aquí? —escupió Ares y yo puse los ojos en blanco.

No le dieron importancia al hecho de que yo estuviese parada allí en medio.

—Lo mismo me pregunto yo —dijo el de ojos verdes y los dos me miraron, esperando una respuesta de mi parte. Al final, supieron que esto era magia mía.

Tragué saliva, tratando de encontrar algo adecuado que decir, pero todo lo que se me venía a la mente me parecía tremendamente estúpido. No podía simplemente escupir que quería arreglar las cosas entre los dos, o entre los tres. Sin embargo, otra parte de mí me decía que eso era exactamente lo que tenía que hacer. Dejar de complicarme la vida y hacer que todo fuera más sencillo.

Entre las olas te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora