Marcus Flint.

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"La crueldad, como todos los vicios, no requiere de nada más que la oportunidad para ser practicada".

- George Eliot

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Draco nunca había estado tan agradecido de Patil como entonces, y es que, mientras regresaba a su cuarto y pensaba bien las cosas, comprendió el error que habría sido confesar que sentía por Hermione algo más de lo que siempre había admitido. Eso habría alentado en ella el idealista impulso de esperar de él más de lo que él estaba dispuesto a dar.

No necesitaba haber amado antes para saber que él jamás sería el amante ideal que Granger intentaría hacer de él. Nunca apoyaría la causa de la joven solo por verla feliz, ni sería el valiente idiota dispuesto a ir en su rescate al estilo Gryffindor, si la joven se metía en problemas, ¿verdad? Él no era así. Era mimado, egoísta y egocéntrico, como ella bien debía saber a estas alturas, y eso no había sido hasta entonces un problema para compartir cama por las noches. ¿Por qué entonces tenía que hacer vergonzosas confesiones? Bastante tenía con que el imbécil de Potter lo supiera.

El histérico golpeteo con que llamaron a la puerta de la habitación lo sacó de sus pensamientos. Por un instante tuvo la ilusión de que fuera ella que llegaba, como ya venía siendo costumbre por las noches, pero la urgencia con que los golpes se repitieron encendieron en él la alarma: algo andaba mal.

Y cuando Nymphadora Tonks, con su cabello coloreado de un verde vomitivo apareció del otro lado de la puerta, relatando sin pausa lo que sabía de la traición de Parvati y la desaparición de Hermione, Draco sintió que lo que sea que había en su estómago estaba pronto a salir por la boca.

—Remus dice que tal vez tú puedas ayudarnos, que quizá puedas tener una idea de dónde la llevaron y que quizá...

Pero él no oyó nada más que el zumbido de su propio corazón palpitando más rápido que nunca antes de bajar las escaleras en busca de Remus Lupin.

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Todo ocurrió demasiado rápido para Harry: la sonrisa de Ginny mientras detenía la sangre que brotaba de su nariz; sus bellos ojos marrones destelleando como nunca; sus labios rojos acercándose a los suyos, sus besos... Y el grito de Ron traspasando la puerta.

Greengrass, cuya mano Ron no había soltado en ningún momento, explicó lo ocurrido con Parvati, exponiéndola como una traidora, y Lupin, que había solicitado al Ministerio los registros de la Red Flu utilizada esa noche, a fin de saber dónde había ido a parar Hermione, recibió la respuesta de Shacklebolt, explicando que de algún modo, estos habían sido borrados. A nadie cabía duda que Percy debía haber tenido algo que ver en ello, y aunque no lo exponían abiertamente, ya Lupin había dado la orden de que se le localizara al instante. Ni siquiera Ron opuso resistencia esta vez.

Todo había sido planeado de modo de no dejar más alternativa que la plateada figura frente a la chimenea –un traslador, según era evidente– que con la frase: "Para Harry Potter", dibujándose mágicamente en letras verdes, por encima de ella cada veinte segundos, ofrecía a Harry la oportunidad de rescatar a Hermione.

Por supuesto que el primer impulso de Harry habría sido aceptar el reto, y tomar la figura de una vez, pero el firme agarre que Ginny hacía de su brazo, así como la advertencia de Lupin, se lo impedían. Y es que el hombre lobo tenía razón: ir directo a la emboscada de los mortífagos, sin tener siquiera un plan, era sumar su muerte a la de su amiga.

Pero ¿qué plan podían elaborar lo suficientemente rápido como para no exponer la vida de ella por dejar pasar demasiado tiempo?

Fue entonces que Malfoy apareció en el lugar, con el rostro casi tan pálido como aquella noche en Malfoy Manor, y al ver la plateada figura sobre la alfombra, algo cambió en su expresión, dirigiendo su mirada casi instantáneamente a Greengrass. El nombre de Marcus Flint, que la rubia ya había mencionado –y al que nadie a parte de Lupin pareció dar importancia– fue una conclusión lógica para ambos, y Harry, que había compartido con él ya suficientes tardes de Oclumancia como para reconocer cuando maquinaba algo, supo, antes que nadie, que Draco Malfoy ya no oía a Lupin, ni a Daphne, ni a nadie. El hijo de Lucius, había echado a andar el ingenio que caracterizaba a los de su casa, y que en él tenía a su más fiel representante.

Oblivion » DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora