Adrenaline ❜ ┊ jaeyong

3. Again and again.

Era la primera vez en mucho tiempo que una sensación de vacío y tristeza se aferraba en las entrañas de su cuerpo negándose a soltar sus garras de sus sensibles órganos. Se despertó nauseoso y con un dolor de cabeza que lo obligó a quedarse dormido y despertar media hora más tarde. Su cuerpo se sentía extraño, con un malestar general que le quitaba las ganas de prácticamente todo. Sólo le faltó perder el tren y no encontrar sitio para querer tirarse por una ventana.

Genial. Absolutamente genial.

El camino se le hizo eterno, y las náuseas lo incitaban a bajar en cualquier parada e intentar quitarse esa ansiedad de su cuerpo. Sus pies ya dolían y el dolor de cabeza martilleaba con fuerza sus sienes. El cansancio no ayudó, y al estar aprisionado entre varias personas al lado de las puertas, cuando se abrieron hubo una masa de gente luchando por salir y después cuando quiso posicionarse en un sitio menos agobiante, rápidamente se añadió otro gran grupo de personas entrando en masa, pisando los pies de Jaehyun que casi se desplomó en el suelo. Gruñó por lo bajo, con su mal humor envolviéndolo como un huracán.

Malditos imbéciles.

Jaehyun no era una persona de enfadarse, y cuando lo hacía, se notaba de lejos la cólera que siempre luchaba por retener dentro de su interior, convirtiéndose en una persona completamente asocial al no querer hablar mal quien lograra ponerle más nervioso aún. Y prácticamente todo lo hacía.

Esos adolescentes hablando en un tono alto, ese señor barrigudo tosiendo y creando sonidos guturales con su garganta por la clara mucosidad que tenía retenida, la señora de pie a su lado que no parecía haberse duchado en días y, para terminarlo de adobar, un hombre kilométrico con la mochila puesta bien arriba de su espalda que cada dos por tres le daba en la nuca.

Jaehyun, respira. Muestra tus hoyuelos y no tu ira. El día irá bien, los pacientes te sonreirán y los sanitarios te cuidarán tan bien como el primer día.

Respiró con profundidad y pareció calmarse. Pero ese endemoniado vacío no quería irse de su cuerpo. Y sabía perfectamente por qué lo sentía.

No iba a encontrar a Taeyong al llegar al hospital.

Su esperada mayor decepción de toda su vida se cumplió. Ahora, en la cama 17-2, se encontraba un anciano con alzheimer acompañado de su bajita esposa, preocupada por la operación que tenía varias horas después.

Le fue difícil esconder su desconsuelo, y mintió cuando rápidamente sus enfermeros y auxiliares le preguntaban por su estado.

—No he dormido bien —repetía a cada uno de ellos, sin esforzarse en buscar una excusa más creíble.

El día fue pesado pero logró apartar de sus pensamientos a ese chico de sonrisa y ojos encantadores que no iba a volver a ver jamás.

Cuando se encontró con su mejor amigo Jungwoo estuvo bastante callado, simplemente asentía y sonreía cuando creía que debía hacerlo, en los momentos exactos.

Y por primera vez en el año, se puso a dormir en clase, dejando perplejos a sus compañeros que no se atrevieron a preguntar qué ocurría, pues hasta se notaba en la clase del lado la irritación y enfado en su aura, que si hubiera sido visible, se vería un cúmulo de tormentas alrededor de su ser.

Cuando llegó a su piso compartido con sus compañeros; Johnny y Taeil, no les dirigió la palabra. Fue de la ducha a la cocina, comió las sobras del día anterior y se escapó rápidamente a su habitación encerrándose en esta.

Sus compañeros no se percataron del estado en el que se encontraba, pronto tenían un examen bastante extenso de medicina y solían pasarse la gran parte del tiempo en la biblioteca o encerrados en una de sus habitaciones, estudiando juntos o a saber qué.