-Victoire, que bueno que ya te levantaste-, Dijo Alaska, apenas me percaté que ella estaba en mi habitación.
-¿Qué haces aquí?-, Pregunté.
-Mas bien dicho, ¿Qué hacias tirada en el suelo anoche-, Dijo Alaska.
-¿Yo?, tirada en el suelo-, Dije extrañada.
-Si, estabas tirada junto a ese viejo espejo, apenas logré levantarte y ponerte en la cama-, Explicó, señalando aquel espejo que ahora, estaba reluciente.
-No recuerdo haberme dormido así-, Dije tocandome la cabeza.
-Y bien... ¿Estás lista para tu fiesta?-, Preguntó sin emoción.
-¿Es hoy?-, Pregunté exaltada.
-Claro, mamá ya está haciendo los últimos arreglos-, Dijo Alaska tomándome del brazo y llevándome afuera de mi cuarto.
Vi a muchas personas haciendo preparativos, colocando arreglos bien elaborados, mesas, comprobando el equipo sonoro y entre otros tantos quehaceres.
-Oh Victoire ahí estás-, Apareció mamá.
-Hola mamá, buenos días-, Dije sin ánimos.
-Hija te compré un vestido, ven-, Dijo mamá llevándome hasta su recamara.
Sacó un negro y extravagante vestido de su mueble.
-Mira, ¿Qué te parece?-, Preguntó.
-Es perfecto mamá, pero... ¿Y si no es de mi talla?-, Pregunté con emoción falsa.
-Claro que lo es, soy tu madre Victoire-, Sonrió y salió en cuanto un leve estruendo se escuchó provenir de la cocina.
-Victoire ven-, Interrumpió Alaska.
La seguí hasta llegar al jardín, fuimos hasta un pequeño lugar, donde Alaska, Paul y yo jugábamos de niños.
-¿Crees que muramos?-, Preguntó Alaska, recostandose sobre un triste y pálido arbusto.
-No lo sé-, Respondí sentandome a su lado.
-¿Ya no recuerdas a Paul?-, Pregunté.
-No, no se quién sea-, Exclamó.
-Entiendo...-, Dije cabizbaja.
Todo se tornó en silencio, como si el tiempo se hubiera detenido, el aire golpeaba mi piel. Y un pensamiento llegó de golpe.
-Oye, tengo una idea-, Dije levantandome rápidamente.
-¿Cuál?-, Preguntó Alaska.
-Sigueme-, Dije.
Caminamos y recorrimos el jardín hasta llegar al templete de Barbora, los rosales estaban incluso más marchitos que el resto del jardín, el rojo vibrante de las rosas no era más que un violeta opaco.
-Barbora Victoire Jussieu, ¿eh?, mamá siempre nos decía que eres idéntica a ella, aunque no se sabe si en verdad es cierto-, Dijo Alaska.
-Bueno, estoy segura de que si lo soy-, Respondí.
Me acerqué al templete y entré en el. Observé la estatua de Barbora, la contemplé rigurosamente. Esperando encontrar una pista. Toqué una de las manos de la estatua y accidentalmente la rompí de lo gastado que estaba el cuarzo.
La estatua estaba hueca, y del brazo se deslizó un pergamino que cayó al suelo, lo recogí y desenvolví.
"Nadie debería enterarse pero... El remordimiento y culpabilidad no me dejan, antes de que me pudra en el anti-universo, dejaré esta nota, bien escondida, hasta que alguien la encuentre... La niña a la que decidí salvarle la vida, es una Jussieu. Una Jussieu cien años después de mí, logré hacerme con una piedra de la inmortalidad del anti-verso, y viajé al futuro para ver el desarrollo de la humanidad, y casualmente me encontré con una niña en mi paseo por un hospital para ver los avances contra cuerpos malignos, que se apellidaba Jussieu, con el apellido era más que evidente que de trataba de mi familia, me apagué más a ella, tenía un gran parecido a mí, hablé con la pequeña durante un tiempo, me contaba lo que sucedía con respecto a su enfermedad, un día decidí preguntarle su nombre a lo que ella contestó "Victoire", decidida a ayudarla, comencé a experimentar con la piedra, para curar ese tipo de transtornos psiquiátricos y físicos, lo conseguí, pero los mitras me lograron localizar debido a que había utilizado demasiado dicha piedra y condenaron a los Jussieu de por vida"
Quedé petrificada con lo que acababa de leer, ¿cómo es que no recuerdo nada de eso?, Barbora se sacrificó por mí, sacrificó a todos los Jussieu, necesito verla.
Salí corriendo del templete, le hice una seña a Alaska para que me siguiera, entré a mi habitación, y... El espejo no estaba por ninguna parte, tratamos de buscarlo, pero fue en vano.
-¿Acaso buscas esto?-, Preguntó una voz chillante e interferida.
Buscamos por donde provenía la voz, y un mitras pequeño apareció frente nosotras, con el espejo en mano.
-Tic, tac, el tiempo se acaba-, Chasqueo los dedos, todo empezó a ir rápido, el sol cayó, y la luna emergió, el mitras salió por la ventana desapareciendo de la vista de Alaska y la mía.
-Rápido tenemos que ir por él-, Dije saliendo a toda velocidad del cuarto.
-Victoire, ya todo está listo, cambiate ahora, tú también Alaska-, Apareció mamá con el vestido negro.
-Mamá pero...-
-¿Pero?, no te puedes retractar a estas alturas Victoire-, Dijo mamá empujandome al cuarto y dándome el vestido.
-Vamos, cambiate-, Exclamó.
-Ya voy mamá-, Dije accediendo a su demanda.
Me puse el vestido, y me arreglé en menos de veinte minutos, mi madre me llevó tomada del brazo, y comenzamos a bajar las escaleras principales, me percaté que una famosa banda estaba en un mini escenario ejecutando una de sus canciones.
A los lejos vi a Hayley y a Adrien, Alaska ya estaba junto a su amada.
Cuando de repente todo se tornó en silencio, todas las miradas estaban postradas en mi persona.
-Damas y caballeros, tengamos el honor de recibir a la persona que hemos estado esperando durante mucho tiempo, ¡Victoire Jussieu!-, Exclamó el cantante.
Todo el lugar comenzó a llenarse de aplausos, saludaba y sonreía con incomodidad a todos los invitados.
Rara vez sentía una mirada acechante, de entre los invitados. Vi una silueta oscura, alta y tétrica, pero esta desapareció entre la muchedumbre. Y de la nada, sentí una mano tocar mi hombro por detrás.
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La Mansión del Silencio
Misterio / SuspensoVictoire regresa a la mansión familiar, de su viaje a Madrid, luego de haber obtenido su doctorado. Al llegar ella nota algo distinto, una esencia diferente a la de antes, un cambio drástico, siente que no pertenece ahí, pero a la vez, si. Mezclando...