Paga tu deuda

67 10 2
                                    

Volteé y no había nada.

-Silencio-, Escuché la voz de Barbora.

Me percaté que la fiesta era muy escandalosa, la banda tenía una alta sinfonía.

-Victoire, ahí estás, fue casi imposible encontrarte entre todos-, Se acercó Adrien junto a Alaska y Hayley.

-Tenemos que erradicar este ruido, o los mitras vendrán-, Exclamé

Me dirigí hasta el escenario, le arrebaté el micrófono al cantante.

-Por favor guarden silencio, se los suplico-, Dije nerviosa.

-¿Qué haces Victoire?-, Dijo mamá, llevándome fuera del escenario.

El cantante tomó el micrófono y siguió con su escandalosa música.

-Mamá, por favor, te lo explicaré luego-, Dije tratando de evadirla.

-No me tienes que explicar nada Vic...-

Unos gritos que provenían de las afueras interrumpieron a mamá.

Escuché múltiples gritos de mitras a los alrededores, tenían rodeada la mansión.

Un mitras entro por el gran cristal del pabellón de las escaleras, rompiendo este en miles de pedazos. Los comensales corrían despavoridos por huir, pero el mitras pardo les detuvo el paso. Más y más mitras entraban, apareciendo y moviéndose como arañas de entre el techo, estos gritaban sin cesar, todos estaban horrorizados por tales bestias.

-Todos ustedes son los culpables de el escandaloso ruido, pagarán por profanar nuestra paz-, Exclamó el mitras pardo.

El mitras levantó la mano, y todos los integrantes de la banda pasaron al centro del salón, los tres se pararon en fila, el torso de estos comenzarón a girar, hasta que se desprendieron de su parte inferior.

-Coman hermanos-, Dijo el mitras pardo.

Los mitras procedieron a descuartizar los cuerpos partidos de la banda, arrancaban los brazos y piernas y se los comían con un apetito insaciable. Los ojos los sacaron de sus cuencas y los degustaron como uvas. Sin importarles salpicarse de sangre, recogían sus vísceras medio salidas y las absorbian como si fuese pasta. Ver eso me causo mucha repugnancia.

-Ahora sigamos con los comensales-, Sonrió macabramente el mitras pardo.

Este comenzó a observar

-Tic, tac, tic, tac. ¿Quién elegiré?, ¿A quién silenciaré?-, Decía el mitras mientras veía a cada persona.

Todos estaban aterrorizados por tal escena macabra.

-Tic... Tac-, Se paró frente a una chica.

La tomó del brazo, la llevó hasta el centro, la chica lloraba desgarradoramente.

-Es una pena que una chica como tú, tenga que morir. Cometiste varios pecados, Petra Ivanova, ahora déjame silenciarlos, me recuerdas tanto a alguien-, Dijo cabizbajo el mitras con afecto y tristeza.

El mitras tomó su mano, y otro mitras su pierna, estos comenzarón a jalarla, hasta que se partió a la mitad, dejando al descubierto su columna vertebral, creí que iban a devorarla, pero calcinaron el cuerpo con sus manos.

-¡Hermanos!, encargense del resto-, Dijo el mitras pardo, yéndose.

-Ahora me encargaré de lo que tengo como objetivo-, Añadió retirándose al jardín.

Dos mitras aparecieron tras nosotros y nos llevaron a los cuatro a la parte central del jardín.

El mitras pardo estaba frente a nosotros, éste empezó a rugir, pero no de manera imponente, sino de manera culpable, al parecer algo lo hizo sentir mal. Es increíble que seres atroces tengan sentimientos. Este sacudió la mano, haciendo que Barbora apareciera frente nosotros.

-Observa a la mujer que te salvo la vida y condenó a la vez, a ti y a toda tu familia-, Dijo el mitras arrancando el colgante de la piedra de la inmortalidad de su cuello.

-Lo siento Victoire-, Dijo Barbora, deprimida.

No tenía palabras para responder, simplemente me quedé apesadumbrada, ya nada me sorprendía despues de tantas escenas abruptas que vi.

-Victoire, ¿Sabes por qué no recuerdas tu infancia?, ¿Tienes alguna noción del por qué nos presentamos hasta ahora?-, Preguntó el mitras.

-No-, Dije apenas.

-Estas viviendo y reviviendo momentos de tu vida, ficticios. Cosas del pasado, presente y algunas del futuro. Al igual que descubriste el secreto de la mansión, el espejo para ser verídicos, y el error de Barbora-, Explicó el mitras.

-No lo comprendo-, Respondí con la mente en blanco.

-¿Recuerdas ese sueño, cuando observabas por la ventana del coche que te traía de regreso, y este repentinamente volcó por culpa de un camión?-, Preguntó el mitras sonriente, dejando caer saliva.

-Si, lo recuerdo perfectamente-, Respondí.

-Victoire...-

-Tu estás muerta, moriste en el accidente del coche-, Interrumpió Barbora.

-¿Que?, eso no puede ser posible-, Exclamé, confundida.

-Es posible, lo estás viviendo ahora, que contradictorio, ¿no?-, Dijo el mitras.

-¡Mienten!-, Grité furiosa.

-No... Nosotros los mitras, recreamos esto para ti, dejamos que vieras lo que pasará con tu familia en un futuro, ¿por qué crees que todos se ven más mayores a su supuesta edad?, Paul siendo un abusador de clientes, Alaska aceptando su orientación, Adrien y Hayley viviendo en Beaufort. Todo es parte de un futuro, uno que ibas a vivir si no hubieras muerto. Tus recuerdos de niña, y los escritos de Barbora que son el pasado, y todo lo que viviste en esto, el futuro, y el presente... Lo perdiste. Los únicos seres reales aquí, somos los mitras y Barbora-, Exclamó, haciendo con su mano, que me incara involuntariamente.

Todo se empezó a enblanquecer, Hayley, Alaska, Adrien y Barbora desaparecieron como polvo.

Mi yo de niña apareció junto al mitras, él la tomó de la mano. Los dos dándose la vuelta y caminando a un mañana.

-No... No, no quiero esto-, Dije entre lágrimas.

-Victoire, lo siento tanto, traté de ayudarte pero sólo lo empeoré-, Escuché la voz de Barbora con eco.

-Llegó el momento de pagar tu deuda, Victoire-, Dijo el mitras esfumandose junto conmigo de niña.

Mi vista comenzó a nublarse, miles de cosas recorrían mi cabeza, recuerdos, sentimientos, memorias, toda mi vida pasaba por mis ojos a mil por hora, hasta que... Todo tan simplemente se oscureció...

La Mansión del Silencio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora