Lamento mucho la espera por esto, en serio.
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Rafa llegó tarde a su cita con Valentino.
Francisco lo detuvo diez minutos más para darle una charla felicitándolo por su rendimiento en los últimos entrenamientos; luego en las duchas se armó un despelote por la mezcla de horarios y tuvo que esperar a que los jugadores del equipo de baloncesto se bañaran para poder hacerlo él al igual que los demás Halcones, a excepción del capitán Guevara y su rival el recién llegado Gabo Moretti.
Todos se dedicaban a ignorar el intercambio de comentarios entre ellos y sólo intervenían cuando se salía de control, pues nadie quería ser sancionado por ellos. Y cuando logró salir limpio y duchado de ahí su papá lo llamó para recordarle de llevar a su cachorro al veterinario por la vacuna que le tocaba.
Definitivamente el tiempo no fue a su favor ese día.
Cuando llegó al Hat Trick suspiró aliviado al ver a Valentino sentado en uno de los muebles con la guitarra sobre sus piernas y un plato con churros encima.
Ni siquiera sabía que vendían de esos pero no le importó, pues estaba concentrado en el apuesto chico que esperaba por él.
Su corazón latió con fuerza en el pecho por los nervios.
Casi se abofeteó a sí mismo para mantener la calma pero en el momento en que cruzó la puerta y la campana sonó, Valentino giró hacia él sonriendo amplio cuando sus miradas se cruzaron.
Rafa se preguntó a sí mismo porqué había tardado tanto en encontrarse con èl, si en verdad era lo más deseaba.
—¿Te quedarás ahí de pie o me vas a saludar? Dale, bombón. Llevo rato acá por vos y mínimo merezco un abrazo —el guitarrista bromeó dejando su instrumento a un lado junto al plato con los bocadillos.
Se levantó y caminó hasta quedar de pie frente a Rafa, con las manos metidas en los bolsillos y luciendo tan casual como siempre.
Ese día no fue vestido con nada de color rosa, lo que en parte decepcionó a Rafa, pero la remera negra que usaba le sentó de maravilla junto a sus jeans ajustados.
Una vez más Rafa lo repasó de arriba abajo sin poder detenerse.
Tardó dos semanas en poder encontrarse con Valentino para una cita, entre tantos entrenamientos, exámenes y el agotamiento con el que llegaba a casa después del Instituto Rafa vivió agotado esos días.
Le sorprendió cuando envió un mensaje a Valentino esa mañana y el chico aceptó de inmediato.
Ahora estaban reunidos por fin y no sabía cómo iniciar una plática.
—Bien, sin abrazos esta vez. Pero a la próxima no te salvas —dijo Valentino. Le guiñó un ojo en gesto coqueto antes de hablar—. ¿Querés sentarte? Pedí churros pero puedo compartir.
Le gustó la seguridad con que el guitarrista lo dijo, como si fuese un hecho que volverían a encontrarse.
—Claro.
Tomó asiento a su lado, su espalda estaba recta y sus hombros tiesos por la tensión presente en su cuerpo.
Ni siquiera notó cuán ensimismado estaba hasta que Valentino le puso la mano sobre la pierna y dio un brinco como reacción por el toque.
—Rafa, si no quieres la cita no hay problema por mí.
—No es eso —negó con la cabeza. Por supuesto que no era eso—. Eres un chico asombroso y yo... Ugh, no sé cómo explicarme.
Valentino le colocó el plato con churros sobre las piernas y le dio un ligero codazo invitándolo a tomar uno.
—Si comes yo hablo.
—¿Eh?
—Por cada churro que comas te cuento algo sobre mí, así me conocés más y capaz entras en confianza.
Rafa miró el plato con duda, había doce unidades sobre él y no creía tener el apetito suficiente para comerlos todos.
Aunque, si su motivación era conocer al enigmático joven Toledo ¿por qué no intentarlo?
Tomó uno con desconfianza y le dio una mordida. Estaba bastante rico.
—Soy hijo único —comenzó a decir Valentino cumpliendo con su trato.
—Vaya.
—Como un extra por animarte, te confieso que he estado un poco nervioso por esta cita. Quiero decir, es el segundo plato con churros que he pedido.
Rafa parpadeó sin creer del todo sus palabras.
—¿En serio lo decís?
Valentino asintió. Sus mejillas estaban coloradas pero no vaciló en responder.
—Sí. No todo el tiempo estoy seguro de mis decisioses, de hecho, tú me haces dudar bastante.
Las palabras tan dulces y sinceras tuvo a Rafa en un limbo momentáneo, su mente volviendo a ese momento repetidas veces a lo largo de la cita.
Sorprendente pero cierto, Rafa se acabó los churros con rapidez. Descubrió de Valentino información trivial, como el que ese día llevaba ropa interior rosa, el tatuaje con forma de pato en la planta de su pie izquierdo, cómo de niño se cortó el cabello con las tijeras del jardinero y por qué no aprendió a nadar, para Rafa no era excusa el miedo a morir por el cloro en una piscina.
—Quiero hacer un proyecto, por eso toco en la plaza.
—¿Eh? Se acabaron hace rato los churros, ya no tienes que confesarme nada si no estás listo.
—Sí quiero, lo he hecho desde el primer día que me acusaste de estafar pero tus ojos tiernos dificultan mi concentración—le lanzó una mirada a Rafa que lo hizo reír.
—Dificultaba, querrás decir.
—No —Valentino levantó el plato vacío y se lo pasó a uno de los meseros, luego volvió su atención al rizado—, aún lo haces, Rafa.
—¿Qué proyecto es ese, entonces? ¿Quieres ser músico?
—Carajo, ni loco —el mayor fingió horror—.¿Tan loco me crees? No, no, no. Yo quiero un proyecto social, ayudar a chicos con sordera igual o superior a la mía a tener su propia diversión sin ser excluidos. Nadie merece eso.
—Wow, tu plan maestro es reunir fondos en una plaza.
—También tengo un empleo pero básicamente sí, mucha gente me encuentra ahí y apoya la causa, como verás no soy un bastardo desempleado.
—Confío en que lo logres.
—Gracias por el voto de confianza, bombón —le dio un empujón a la pierna de Rafa con la suya y sonrió cuando éste le besó la mejilla, ya entrado en confianza— ¿Y tú qué sucio secreto tienes para mí, Rafita?
—Me gustas —Rafa tomó la mano de Valentino y le dio un apretón— pero sabemos ya que no es ningún secreto.
Se sonrieron como un par de tontos flechados por el otro.
—¿Escuchaste eso? —dijo Valentino de repente, sus ojos escaneando la habitación en busca de algo desconocido para el menor.
—¿Escuchar qué?
—No lo sé, soy sordo ¿recuerdas? —Se carcajeó por su broma hasta que Rafa le dio un jalón de oreja para acallar su risa—. ¡Ouch!
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¡Aquí el dichoso capítulo que nunca subí y prometí cientos de veces!
El epílogo está aproximándose ¿preparados?

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Monedas en el bolsillo
Fanfiction[RafaxValentino] [O11CE] Donde Rafa tiene una rutina diaria que se ve interrumpida cuando cierto guitarrista lo atrapa con su voz y suave mirada.