¿Por dónde empezar?

230 25 4
                                    

Me sorprendí al despertar por el ruido que provenía del baño. Lo extraño es que no sabía identificar si la sensación era por despertar y tomar consciencia de que había otra persona en mi cuarto o por pensar que ella se había despertado antes que yo. Me puse de pie rápidamente antes que la flojera me obligara a quedarme en cama esos "cinco minutos más" que se volvían horas. Tenía que aprovechar el día. Todavía algunos pendientes del encargo de la empresa de viajes que me había pedido las fotos.

-Buenos días. ¿No hice bulla o sí? En serio intenté no despertarte. ¿Estabas esperando el baño? ¿Me he demorado mucho? Pensé que no... ¿disculpa? 

No pude contener la sonrisa. Sabrina era una habladora y no tenía remedio.

-Todo bien -le aseguré.

-¿Desayunamos juntos? -preguntó.

Al instante pareció arrepentirse de haber hablado. No se llegó a poner muy roja, pero abrió los ojos con sorpresa y apretó los labios. Parecía estar regañándose a sí misma. Dejé que pasaran unos segundos. Era un poco cruel quizás, teniendo en cuenta sus nervios, pero no pude evitarlo. Me divertí unos instantes. Sabrina intentó disimular cogiendo su peine y dándome la espalda para mirarse en el espejo. Estaba perfectamente peinada, pero recurrió a esa excusa.

-Me parece una buena idea. Me gustaría -contesté fingiendo no estar atento a su reacción mientras sacaba la ropa que iba a ponerme.

Ella sonrió muy disimuladamente.

-Dame unos minutos para alistarme -le dije metiéndome al baño.

No me fijé en cuánto tarde, pero no parecía molesta cuando salí, más bien parecía que se le habían pasado los minutos volando. 

-¿Vamos? Muero de hambre.

Ella asintió entusiasta. 

-Me vas a disculpar que lleve la cámara y te pida que me dejes tomarle fotos a tu comida. 

-¿Tengo alguna opción?

-Si destruyes rápidamente tu plato, ya no me sirve.

Rio divertida y me agradeció la alternativa, aunque algo en el fondo me dijo que sí me ayudaría. Poco después su expresión ya no era tan amable como antes, miraba con impaciencia su desayuno y me preguntaba una y otra vez si ya podía comer.

-Ya casi -respondí.

-Eso dijiste hace... -cogió su celular para reclamarme diciendo exactamente el número de minutos.

-Cinco minutos -le dije al azar -Ya terminé.

Dejando su celular sobre la mesa se apresuró en tomar la taza de té entre sus manos. Aprovechando que estaba ensimismada en su bebida, le tomé una foto. Lo más discretamente que pude, le tomé algunas más mientras desayunaba. Aún así no tardó en darse cuenta. Casi se atoró con el té. Sin avergonzarse de esto, comenzó a reírse mientras tosía. Sentí la necesidad de capturar esa chispa tomando un par de fotos más. Sabrina se abalanzó sobre mi cámara para detenerme y me apuré en apartarla de ella.

-Está bien, está bien, tranquila, no tomé nada.

-Bórralas, en serio -me miró como advirtiéndome mientras se volvía a acomodar en su sitio. 

-Lo haré -dije sin tener verdaderamente intención de hacerlo -pero déjame verlas antes. De seguro están borrosas teniendo en cuenta que me atacaste.

-No te ataqué -replicó.

-Las fotos dicen algo diferente -contesté con una sonrisa burlona mientras revisaba lo que había tomado.

-¿Qué? -se paró casi de un salto e intentó arrebatarme la cámara.

Fui más rápido que ella y la puse fuera de su alcance una vez más.

-Ugh, eres insoportable.

-O tú eres lenta.

Su mirada fue fulminante. Reí sin tomármelo de mala manera.

-¿Cuál es el plan de hoy? -pregunté dejando la cámara de lado y empezando a desayunar al fin.

-¿Cómo que plan? 

-Tienes un blog que hacer ¿no? Y te ibas a comprometer a salir de tu burbujita de comodidad. Dijimos que preguntaríamos que actividad había y escogeríamos alguna. ¿Has averiguado? ¿Con qué querrías empezar?

-¿Tiene que ser hoy? -inquirió con una vocecita.

-Sí... solo vas a estar una semana acá. Los días vuelan. Vamos, no te puedes desanimar ahora. Anoche estabas determinada. Te voy a acompañar.

-Tienes razón -contestó poniéndose de pie con decisión. 

-¿Qué haces? -la miré sorprendido -aún no terminas tu desayuno.

-Espérame aquí -indicó.

Me encogí de hombros y asentí, algo sorprendido pero divertido por el imperativo. No mucho después volvió con el mismo aire determinado y un aire de cierto orgullo. Sin decir nada, se sentó y siguió comiendo.

-¿Qué pasó?

Ella sonrió como satisfecha consigo misma.

-Ya tengo el plan para hoy. Vamos a hacer dos cosas de mi lista.

-¿Necesito algo a parte de mi cámara?

-Buenas zapatillas.

-Listo.

-¿No vas a preguntar qué vamos a hacer? 

Lo pensé unos instantes. 

-No -respondí -Dejaré que la sorpresa dure un poco más.

Terminamos de comer en un silencio bastante cómodo. Diez minutos después estábamos en la recepción, esperando a quien sería nuestro guía. Junto a nosotros estaba una familia que también se hospedaba en el hotel. Ellos también vendrían con nosotros, aunque los dos hijos no parecían demasiado animados. Sabrina no me contó, pero por lo que ellos hablaban, supe que iríamos a pie a un pueblito aún más metido en las montañas a unos ocho kilómetros de ahí. Nos habían garantizado que la gente era muy amable y nos recibirían como si fuéramos viejos amigos. De ahí descubriría que el segundo punto que Sabrina esperaba cumplir era el de cocinar con ellos.

-¿Están todos listos? -una voz grave pero animada atrajo nuestra atención -Soy el señor Héctor y yo los acompañaré hoy. ¿Todos vienen a la caminata?

Nosotros ya nos habíamos congregado a su alrededor. Asentimos mientras nos íbamos presentando. Poco después nos habíamos puesto en marcha, llevando suficiente agua y algunas frutas para el camino, por si alguien tenía hambre. Héctor dijo llevar un pequeño botiquín en su mochila, lo que yo pensé que debía ser innecesario, pero los padres aprobaron con satisfacción. En mi mochila llevé un segundo lente por si acaso y una batería extra, porque uno jamás podía ser suficientemente precavido. En mi mano, lista para el momento que la necesitara, llevaba a mi incondicional compañera, mi cámara.



---

Hola de nuevo!

Mil disculpas por lo mucho que me demoré en seguir escribiendo. Este libro es uno que pese a lo que sea, quiero llevar hasta el final. Muchas gracias por el apoyo y espero que sigan disfrutando de esta historia. 

Prometo recuperar el ritmo. Los quiero. 

WanderlustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora