Pseudo encierro

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-¿Y esa cara? -pregunté al verla acercarse con el ceño fruncido.

-Ha vuelto a empezar a llover.

-¿De nuevo? -lancé una mirada hacia la ventana.

Nos habían avisado que la lluvia no había parado en toda la noche hasta después del amanecer y que los caminos estaban bloqueados o inutilizados. Durante la mañana había parecido que saldría el sol, pero a eso de las nueve el valle se había empezado a nublar. Ya a las diez no se podía ver el pie de las montañas que lo conformaban. Yo había buscado mi laptop y me había sentado en la salita principal del hotel para avanzar con mi trabajo. Sabrina se había quedado un rato más en el cuarto y luego había salido hacia el jardín.  

-¿Qué se supone que haremos? -Sabrina se dejó caer en el sofá, sentándose a mi lado.

-Pues yo pienso revisar y trabajar con las fotos que tengo que presentar -hice un gesto significativo hacia mi laptop -Mejor que me digan de una vez si eso es lo que quieren o qué cambios puedo hacer. 

-¿Me vas a abandonar al aburrimiento?

-¿No tenías un blog que escribir?

-No tienes porqué decirlo así -sonó algo irritada.

-No quise hacerlo en mal modo -aclaré.

-Ya publiqué hace un par de horas -murmuró jugueteando con su collar.

-Mmm ¿Escribiste de la caminata?

Asintió.

-¿De lo que estás intentando? ¿De lo que quieres intentar? -sugerí.

-Ya saben.

-¿Sí? ¿De que te has estado dejando tomar fotos?

Nuevamente me dio a entender que ya lo había hecho. 

-¿De la lluvia? -me quedé sin mejores sugerencias.

-También -rio -Soy rápida.

-¿Hay algo que no hayas contado?

-Tu nombre -contestó sin pensarlo.

Nos quedamos unos segundos en silencio.

-Pero les has hablado de mí... -intenté contener una sonrisa.

-No.

-Sabrina...

-¿Sí?

-Estás color tomate. Tanto así que creo que te has vuelto pelirroja -bromeé. 

Por unos segundos me miró como asustada, poniéndose aún más roja. Luego sus labios empezaron a curvarse en una sonrisa y terminó soltando una carcajada.

-Puede que te haya mencionado -confesó entre risas, relajándose.

-¿Puedo leerlo? -pregunté con curiosidad.

Primero me lanzó una sonrisa dulce. Luego me fulminó con la mirada. El "No" en respuesta fue rotundo. 

-No puede ser tan malo.

-Creo que ya suficiente rojo en mi cara por un día -bromeó. 

Esta vez no comenté nada del fuerte color que volvió a aparecer en sus mejillas. 

-¿Te falta mucho? -inquirió señalando mi computadora.

-Excelente manera de tratar de cambiar de tema.

-Al menos ayúdame un poquito siguiéndome la corriente. 

-No tanto... creo -volví a prestarle atención a mi trabajo. 

WanderlustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora