Capítulo 02

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Es el último día de la semana. El día en que la rutina mensual tiene que llevarse a cabo sí o sí. La obligación que cayó sobre mis hombros de ser la encargada de un hogar cuando apenas tenía diecinueve años me condujo a crear el hábito de levantarme cada último domingo de todos los meses a las seis de la mañana, recorrer un largo camino desde mi hogar hasta el supermercado más cerca con el propósito de hacer las compras personales de mi abuela y de la provisión que sustenta nuestra supervivencia, actividad que antes -seis años atrás- solía hacer mi legitima madre hasta que un día le llego la magnífica noticia de que la iban a transferir a otro lugar muy lejos de nosotras por cuestiones de trabajo, si ella accedía.


Recuerdo haberme enfadado con ella por el simple hecho de que hubiera aceptada la oportunidad de trabajo sin antes pedirme una opinión, o tan siquiera haberlo anunciado de la manera en que tuvo que hacerlo. Bien, creo que ya conocen lo que sucedió.

En aquellos tiempos, hacia uno de mis más grandes esfuerzos ignorándola, como si fuera un fantasma deambulando por los pasillos. En cada lugar fingía que ella no estaba presente y, a pesar de todo, me dolía estar en una situación tan tensa con ella, ¿y cómo no? Si era mi madre y vivíamos bajo el mismo techo, así que luego de unas semanas, recapacite. Me di por vencida y baje las armas de enfurecimiento, indignación y rencor. Deje atrás los sentimientos de hostilidad, porque si no lo hacía, corría el riesgo de perder la relación estable de madre e hija que habíamos cultivado los últimos años con tanto esfuerzo. Y no quería que eso sucediera. Así que acepte las disculpas de mi madre, quien me había rogado por su perdón milésimas de veces como si lo que hubiese hecho fuese un delito grave.

Antes de partir, encendí el ordenador y salude a mi madre por medio de un mensaje.

Buenos días madre, ¿cómo estás? Bueno, espero que estés bien. Sé que no tienes mucho tiempo para contestarme, pero solo quería comunicarte que la abuela está muy bien, no ha presentado ningún dolor. Claro, ya no es la misma de antes, pero eso es debido de su vejez... Me siento muy feliz de cuidar a la abuela. Comunícate conmigo cuando puedas, por favor. Te quiero, adiós.

Escribí el mensaje lo más rápido posible y presione enviar. Apague el ordenador dejándolo en su lugar inicial.

(...)

Había planeado hacer las compras en por lo menos tres horas, pero ese plan se fue por la borda y las tres horas se duplicaron a seis horas. Llegue a mi dirección demasiado agotada. Los talones me palpitaban del cansancio y los brazos me dolían por el peso de las bolsas que me había tocado cargar. Dios mío, para ser fin de mes los pasillos estaban repletos, ¡y ni hablar de las cajas! Una gran fila de personas esperaban su turno de pagar por lo que habían metido al carro de compras, y la mayoría de los clientes salían con una larga factura en sus manos. Todo se asemejaba a la esperada época de navidad, cuando el famoso Black Friday llegaba a las tiendas y todos se volvían locas por querer aprovechar de los descuentos disponibles.

Era una locura.

-¡Las casualidades de la vida! ¡Mira señor con quien me encuentro! -El señor Valdés, un hombre de la tercera edad apareció en mi campo de visión, sorprendiéndome con su grito súbito-. Señorita Isabella, cuénteme, ¿qué la trae por estos sitios? -pregunto, como si estuviese sorprendido de mi presencia.

-Hola Don Valdés, recuerde que ya no es casualidad de que me vea por estos sitios todos los días -le dije, soltando una risa-, somos vecinos hace veinte años.

El señor Valdés sonrió de vuelta. Camino hacia mí y me dio un corto abrazo al cual correspondí.

-Por supuesto que lo sé, muchachita. Lo que pasa es que a este viejo le gusta darle un poco de emoción a su vida -contesto, separándose de mí-. Recuerdo cuando eras una chiquilla que andaba en su bicicleta jugando con mi hijo por todo el vecindario. Ayayay, mi hijito... ¿Qué será de él? -Su voz se tiño de completa tristeza, lo cual hizo que mi corazón se abrumara un poco.

Algo Maravilloso. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora