Capítulo 12

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Hice un intento de tragar saliva, pero me costó ya que mi boca estaba seca. El corazón me latía tan rápido que pensé que se iría a salir de mi pecho. Sentí como la sangre corría por mis venas, acelerando y encendiendo mi cuerpo. Me sentía amenazado al tenerlo frente a mí, después de tanto tiempo. La última vez que lo vi no tuve la oportunidad de hacer lo que tenía en mente. El seguía lanzando palabras al aire; palabras sin alguna importancia para mí, no obstante, yo ya no lo escuchaba, su voz había sido bloqueada por mi mente. ¿Para que querría escucharlo? Si sé que todo lo que salía de la boca de este tipo era pura basura, y no perdería mi tiempo con él.

Lo que Arlet tuve que ver en este tipo para traerlo hasta mi tuve que ser «buenas intenciones», y ese siempre fue el problema. Por mucho que intente aparentar tenerlas, por mucho que trate de fingir humanidad, al final, no hay una pizca de buenas intenciones detrás de sus actos. Lo sabía, y lo aprendí de la peor forma posible. Mis ojos se enfocaron en su rostro y la rabia nació en mí. Yo no veía a alguien justo, era al contrario, lo único que lograba ver a través de su rostro era el daño que le había hecho a la persona más importante en mi vida.

Sentí como mi mano empuñada se levantó por inercia y, sin más, le propine un puñetazo que aterrizo directamente en su nariz. El cuerpo del idiota cayó al suelo debido a la fuerza con que había golpeado, se llevó su mano a la nariz, quejándose del dolor. Un hilito de sangre comenzó a bajar lentamente por su maxilar superior.

Sonreí lleno de satisfacción.

-De todo lo que tienes esto es lo único que en verdad mereces. No sabes las ganas que tengo de darte otro golpe, pero no lo hare, ¿y sabes porque? Porque yo no soy como tú, y jamás lo seré. Y además, no vales la pena.

Dos figuras corriendo hacia mi dirección llamaron mi atención. Ahí venia Arlet con Isabella. Arlet corrió como una demente y se detuvo estando a mi lado, me tomo del brazo llevándome de jalada hacia donde supuse que era mi auto. Eche un vistazo hacia atrás y pude ver como Isabella se acuclillaba para ayudar al desgraciado ese a levantarse del piso.

La rabia seguía intacta. La adrenalina también.

Estaba pasándola tan bien con Isabella y sé que ella también lo estaba, hasta que llego ese tipo a arruinar el ambiente. Me daba un poco de pesar que la noche terminara de esta manera, Isabella y yo apenas nos estábamos conociendo y no tuvimos el tiempo suficiente como para seguir haciéndolo. Me sentí mal por haberla hecho pasar por todo este escándalo. Ella era la única inocente en medio de los tres, no merecía ser parte de una situación que desconoce, no de este lio. Estoy casi seguro que ella no tiene ni idea de lo que acaba de ocurrir.

Mañana tendría que disculparme con ella. Era lo correcto por hacer.

Mi sangre todavía hervía de la misma rabia, era la lava de un volcán que se escondió, a punto de hacer erupción. Por una parte me sentí bien porque había tenido la capacidad de mantener la cordura y no dejar que el enojo controlara mis acciones como si fuese una marioneta bajo su control.

Jamás fui alguien agresiva, es más, soy todo lo contrario a esa palabra, pero con él lo fui, porque se lo merecía, más que nadie. Y de todos modos, sé que Alessandro solo vino para provocarme.

¿Con que razón? Para hacerme enojar, para herirme. O al menos eso supuse.

El rostro de Arlet lucia afligido. Yo era muy bueno leyendo a las persona, y ella me facilitaba el trabajo. Era tan transparente.

-Sube al auto. Ahora.

Le hice caso, pues lo único que en realidad deseaba era largarme de este lugar lo más antes posible. Toque el botón de la alarma y del auto salió dos chillidos. Me subí rápidamente al asiento de piloto y Arlet me observo irónica desde afuera con los brazos cruzados bajo su pecho.

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