III. Aclaración

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Baro regresó con la muchacha y notó que había seguido intentando desamarrarse, se burló de ella en silencio, se acercó, le destapó la boca y desamarró las manos al momento que le advertía  que se estuviera tranquila, ella pensó en gritar, él pareció leerle el pensamiento y le dijo que ni siquiera lo pensará, o tomaría medidas extremas. Le acercó un plato con un sándwich y le ordenó que comiera.

 –No pienso comerme esa porquería, huele horrible –dijo tajante.

–Mira niña, el general me ordenó tratarte con cortesía.

– ¿El general? –preguntó sorprendida.

– ¡Ja! Me sorprende que aún no lo hayas pensado –se burló Baro –Aunque  lo quieras esconder, sabemos que eres de buena cuna.

Ella se quedó pensando y no podía creer la idea que le estaba viniendo a la mente. Ella llevaba en sus venas la sangre de un hombre sin escrúpulos y sin corazón, gracias a que su madre se dejó cegar por el “amor” que según su padre le profesaba. Su madre tardó en darse cuenta de la verdad, o más bien de tomar valor y dejarlo. Había escapado junto con su bebé muy lejos de él para evitar cosas como estas y aún así aquí estaba. No se explicaba cómo estas personas habían dado con ella, si ni siquiera su propio padre la había encontrado, el cual llevaba buscándola muchos años, pero ella había logrado escabullirse, hasta ahora.

– ¡Bien! ya estás enterada, así que come, antes de que pierda los estribos –dijo Baro con tono amenazador.

Ella ni siquiera se inmutó –Dije que no comería esa porquería, que huele peor que el sobaco de Satanás.

–Eres muy necia ¿no? –dijo Baro más divertido que enfadado –Pues no tragues.

Alejó el plato de ella, le amarró las manos nuevamente, pero decidió no taparle la boca, no quería privarse de ver esos carnosos labios. Decidió quedarse ahí para observarla un rato, pero le hizo creer que se había ido cerrando de un portazo, pues quería ver cómo se comportaba mientras se suponía que él no estaba.

Ella se quedó quieta, lo más normal era que hubiera gritado, pero no lo hizo porque el hecho de que se encontraba ahí gracias a su padre, no la dejaba pensar en nada más, ni siquiera en gritar. Nunca se le habría ocurrido que esto tendría que ver con su padre, su ausente padre. Lo único que tenía de él era una vieja foto arrugada que le dio su madre al morir y eso porque creyó que era necesario que su hija supiera que existía o que alguna vez existió. Y sí, existe porque está vivo, existe porque es la razón de que ella se encuentre ahí, existe porque sus enemigos la encontraron y la usarían para una cruel venganza.

Gracias por tomarse el tiempo de leer mi historia, si me dejan comentarios y me hacen saber que les ha parecido me harán muy feliz y así veré si vale la pena seguir publicando en wattpad.

Estokolm Syndrome ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora