A oscuras.

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Cuando empezó el cuarto día, me sentía inspirado. El cadáver tenía una identidad, tuvo una vida y una historia ligada a la mía. Puede que las respuestas estaban en esa relación, en cualquier cosa que tuviéramos en común. Había respuestas, no habían salido a la luz, pero tenía que encontrarlas. No podía seguir a oscuras.

Últimamente siento que me pesa el cuerpo, una enorme dificultad para levantarme. Igual lo hago por la meta que me fijé, resolver este misterio y salir de este embrollo. Y cumplir la promesa que hice:

Prometo jamás olvidarte, prometo siempre honrarte, y prometo inmortalizar la vida que habrías querido vivir. Lo prometo por ti, caído.

Esas palabras me evitan cada mañana quedarme echado en la cama. Y tengo qué, no podría permitir que la gente cercana a mí tenga un destino igual al de Juan, o peor. Solo quiero quitarme a esta gente de encima, y volver a mi antigua vida normal.

La monotonía. Si algo podría agradecerle a Lucas y Sasha es que me dieron un propósito, y en el camino recordé cosas importantes. Habiendo comenzado el cuarto día, a las 7:30 de la mañana ya estaba listo. Llamé a Carlos, que estaba tan entusiasmado como yo. Fijamos el punto en la mansión Benucci una vez más, a las 9:00 am. Desayuné, me vestí y antes de salir llamé a mi padre. No contestó. Pensé que estaría ocupado, así que esperé la hora para ir a la mansión.

Una vez allá, esperé a Carlos, quien llegó poco después. Tocamos el timbre y esperamos a Anna. Ella nunca salió. Después de 30 minutos intentándolo, nunca logramos hacerla salir. No oímos nada, no vimos nada fuera de lo normal. Las luces de afuera seguían encendidas, la puerta estaba cerrada con llave, y en ningún sitio había signos de forcejeo.
Supuse que debía seguir ahí, era la única explicación lógica.

Lo intenté todo, pero nunca salió. Me preocupé, esa señora ya está viejita, siempre lleva un caminar lento, y podría pasarle cualquier cosa sin que nadie se entere. Mi mayor temor era que le hubiese pasado algo por mi culpa, si Sasha y Lucas me vieron entrar ahí, quizá pudieron hacerle algo. Quizá pudieron...

Carlos me tomó el hombro.
-Ya vámonos, hombre. -señaló con su cabeza hacia mi calle- Aquí no hay nada que hacer...

-¿Estás loco? -pregunté- Pudo pasarle algo.

-Exacto, pudo pasarle algo -su expresión se tornó totalmente seria. -, y si le pasó algo, no pudiste evitarlo. Dudo mucho que podamos evitar que le pase algo a manos de ellos.

-Pero... -insistí.

-Vámonos, rápido. -Interrumpió- Antes de que ese algo nos pase a nosotros.

Volvimos a mi casa. No dejaba de pensar que tal vez, la señora Anna había sido asesinada. De algún modo todos mis pensamientos terminan en esa conclusión, que cualquier persona que tenga contacto conmigo, podría terminar muerto a manos de ellos. Lucas y Sasha en serio me marcaron.

Carlos y yo intentábamos dar un siguiente paso. Era eso o quedarnos estancados. Era algo más que preguntar. Era analizar, suponer, indagar, errar y continuar. Ese era el ciclo por el que se regía mi vida desde la muerte de Juan.

-Vamos a esperar, más tarde volveremos a la mansión a ver si Anna está allí -dije decidido. Era eso o nada.

-Bien, pero te aviso, probablemente esa doña ya está muerta -respondió Carlos. Era obvio que quería avanzar.

-Tú no has muerto, ¿Cierto? -pregunté con voz altanera- Has estado conmigo en todo este embrollo y sigues vivo. Quizá ellos ya saben de ti, pero aquí estás -Señalé con mi pulgar hacia mi espalda-. Pues, ella puede seguir allá. Solo quiero estar seguro. -Dejé caer mi cabeza.

El Líder de los Caídos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora