En el ojo del huracán.

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Me congelé. Traté de guardar mi teléfono pero me fue imposible, mi mente y mi cuerpo no coordinaban.

El miedo se había apoderado una vez más de mí. Siento que reside en mi mente y cada cierto tiempo, esta gente lo invoca. Lucas, Sasha... De algún modo se colaron en mi vida, en mi rutina.

Saben lo que hago, lo que haré y pueden verlo casi todo. Me tienen acorralado. Puedo sentir como el desespero me consume, como la incertidumbre y yo nos volvemos uno solo.

Cada mensaje, cada encuentro, cada palabra me hace reventar el corazón. No solo me metieron en su juego, no me dan oportunidad alguna de competir.

«Ellos están ganando. Me están ganando».

Traté de ocultar mi expresión de Amelia, pero, fue imposible. Ella ha visto más allá mi ser, sabe cuando algo anda mal. Desde la distancia pude apreciar su expresión preocupada.

Cada tanto veía el reloj de pared, esperando que la farmacia quedara vacía, así podían cerrar, e irnos. Sin embargo, sabía que no sería fácil, Amelia ya me había visto. No podría escapar del interrogatorio que me aguardaba.

Veinte minutos después, la farmacia se quedó sola y empezaron a cerrar. Ella buscó sus cosas.

Le pregunté si ya podíamos irnos, a lo que respondió:
—no nos iremos hasta que me cuentes qué te sucede.

«Oh, mi amor. Si tan solo supieras...»

—No pasa nada, tonta. Estoy algo ido por unas cervezas que me tomé con Carlos. Ya vámonos que se hace tarde  —dije mientras la tomaba del brazo.

No di siquiera un paso cuando se soltó y me preguntó

—¿Por qué veías el teléfono con esa expresión?.

«No puedo decirle, no puedo meterla en esto. Podría perder lo que sea, pero jamás a ella».

—Los muchachos querían que fuera hoy al estadio del club. Tenemos partido. Tengo que admitir que dudé un poco, pero hoy es nuestro día especial, ¿No?.. —sonreí mientras extendía mi brazo hacia ella.

—Más te vale —respondió, bromeando.

«Perdón por ocultarte esto, pero, si te pierdo a ti lo pierdo todo».

¿Y a dónde quieres ir? —pregunté mientras recordaba el mensaje de Sasha.

Donde tu quieras está bien para mí, deberíamos ir a tu casa o la mía. Así no gastas tanto, cada mes gastas mucho dinero. No tienes trabajo, la situación está cada vez peor. Deberías ahorrar —expresó con cierta impotencia en su habla.

—Ya todo mejorará, y podré ahorrar. Por ahora, quiero comer algo rico. ¿Qué opinas de esas ensaladas César? Aún no hemos tenido la oportunidad de probarlas
—pregunté con algo de impaciencia.

—No estoy de acuerdo, son muy costosas, pero creo que no puedo convencerte de lo contrario —sentenció, sin más ganas de seguir la discusión.

Está decidido, entonces —dije triunfante.

«Si eso malditos van a burlarse de mí, lo menos que pueden hacer es invitarme una cena cara».

Hay tanto en qué pensar...

¿Qué quieren Sasha y Lucas?
¿Por qué lo del bar? Y ahora lo de la cena.
Tengo que investigarlo. Temo por que vuelva a pasar algo como lo de Juan.
¿De quién habrá sido aquél cadáver que encontré en la urbanización?
Y lo más importante.
¿Por qué yo? ¿Cómo es que terminé envuelto en esta... Esta locura?

El Líder de los Caídos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora