Así Del Paraíso||Larry Stylinson.

Capítulo 1O| El Karma nunca miente...

Evan salió rápidamente del cuarto de Louis totalmente dolido porqué su relación de años se había esfumado en cuestión de segundos. No pudiendo más con el llanto, se echó a llorar cual niño cuando pierde algo que ama; así se sentía Evan: como un niño que había perdido lo vital en su vida.

André llegó de pronto encontrándose con un Evan recargado en la silla lloriqueando como nunca.

—Cuñado, ¿qué ocurre? —preguntó tímidamente no recibiendo ninguna respuesta de Evan. — ¿Mi hermano y tú terminaron? —volvió a hacer otra pregunta y esta ocasión recibió una afirmación por parte del oji-marrón al mismo tiempo que este se volteaba para mirarlo frente a frente. —No te pongas así. —dijo André. —Que afortunadamente lo que sobran en este mundo son hombres. Encontrarás a alguien muy pronto.

La mente de Evan no estaba clara. No podía estarlo. No sabía si era rencor, dolor, tristeza o todas las anteriores, pero algo en él lo obligó a que se acercara más de la cuenta a André no recibiendo un rechazo por parte de este. Ambos se miraron a los ojos y encontraron sus cuerpos en un abrazo; Evan se embriagó del olor a coco que el cabello de André desprendía, por su parte, el mayor de los Tomlinson se dejó estrujar entre los músculos de Evan entendiendo que lo que necesitaba él en ese instante era el apoyo de alguien. Evan lloró desconsoladamente mojando el hombro del chico pero restándole importancia cuando sentía que las manos de André bajaban levemente su espalda haciendo carias... se sentía, tan bien, tan extraño... tan nuevo.

Al tiempo que sucedía ese extraño momento en casa de los Tomlinson, en alguna clínica de prestigio se encontraba Gonzales teniendo una cita privada con el mejor médico de Stockwell. El mafioso se encargaba de que el reconocido cirujano aceptara el trato: rellenar las prótesis de silicona con cocaína, heroína o alguna droga derivada.

—Más vale que acepte, doctorcito. —decía Gonzales pasándose su revolver por el bigote negro que descansaba debajo de su nariz y arriba de sus labios amenazando al médico de muerte si no aceptaba hacer lo que él le proponía.

El profesionista no estaba dispuesto a atentar con la vida de sus pacientes, su palabra no tenía ninguna cifra escrita ni en poner en riesgo su carrera de cirujano; pero Gonzales no se retiró del lugar sin antes dejarlo con las palabras que le quitarían el sueño al doctor, "piénselo bien, doctorcito, tiene toda una noche para decidir si quiere morirse pobre o seguir viviendo extremadamente millonario."

Sin más que decir salieron de la clínica. Gonzales no tardó en ordenar a Angel, Bau y K. que si el médico no aceptaba inmediatamente lo pusieran a dormir para siempre. Segundos después ya se encontraba hablando del nuevo negocio en el que se encontraba involucrado. Parloteaba tan orgulloso de si mismo que los escoltas rodaban los ojos demostrando aburrimiento. Que si ya tenía negocio on otros carteles. Que si todo se había ido a la mierda por serle fiel a los londinenses pero que esta ocasión trabajaría con italianos para recuperar dinero y todo lo perdido; fue entonces que capturó la atención de los tres hombres quienes se interesaron por saber quiénes eran aquellos italianos recibiendo como respuesta que eran los hombres que aumentarían su patrimonio si ellos hacían bien su trabajo. Cegados por la ambición –como todos en aquél mundo de la mafia- el trio de hombres afirmó que estaban dispuestos a colaborar en lo que fuera. Únicamente les hacían falta más miembros a su clan poniendo en claro que Gonzales lucharía fuego con fuego en contra del cartel de Styles, de Lucas y Santana. Justo cuando la conversación entraba en detalles y se ponía sumamente interesante la vibración de un celular la interrumpió. Era el móvil de Angel que vibraba con desesperación por ser atendido. En la pantalla se leía: H. Styles, y automáticamente hicieron silencio.