Justo en un mar de llanto he decidido sumergirme.
Supe inmediatamente que las penas que lo conformaban eran tuyas; comprendí entonces el por qué de tu manera de ser.
No sentí lástima, porque el mar de mis penas es igual de grande que el tuyo.
Agradezco que me hayas dejado navegar en él, pero sobretodo agradezco poder drenarlo contigo.