El teléfono de Dylan suena despertándolo a las ocho y media de la mañana de un sábado. O primero en lo que se fija es en la habitación en la que se encuentra. Definitivamente es la suya, la de su apartamento con Kaya, pero, se siente solitaria, huele de otra manera... De repente recuerdos de la otra noche llegan a la mente del castaño. El abrazo. Los besos. La canción. Y la noche tan maravillosa que ha pasado con Thomas. Una sonrisa se forma en su rostro. Desde que entraron a su apartamento decidieron poner música a un volumen altísimo y bailar descalzos mientras horneaban magdalenas. Pero, ¿dónde está Thomas? El chico se preocupa de inmediato, por el hecho de que dentro de su habitación hay pósters, fotos firmadas y CDs de los que él no se debe enterar. No aún, al menos.
El maldito teléfono sigue sonando y Dylan suspira enfadado por tener que dejar sus preocupaciones a un lado y contestar la estúpida llamada. Son las ocho y media, ¿qué idiota podría querer algo de él a esa hora?
- ¿Qué? – Resopla en dirección al altavoz del teléfono, pero cuando escucha su risa favorita del otro lado de la línea, traga saliva fuertemente.
- Aw, cielo, ¿primer día de la relación y ya estás harto de mí? – Pregunta Thomas con burla y Dylan jura que le consigue escuchar desde algún otro sitio cercano.
- ¿Dónde estás? – Alza una ceja confundido levantándose y haciendo la cama rápidamente con una sola mano para buscar a su novio.
- Mira por la ventana, anda.
El chico sale disparado y cuando abre la ventana casi se cae por esta de tanto asomarse por buscar a su rubio. Cuando lo ve, se le cae el alma a los pies. ¿Es en serio? ¿Quién ha decidido que hoy fuera el día oficial de hacer sentir culpable a Dylan? Y con razón, porque, lo que estaba viendo delante de él le ha demostrado que, definitivamente, no hay vuelta atrás. Va a romper el corazón de su ángel.
Lágrimas caen por sus mejillas y cuando llegan a su boca siente su sabor salado, a pesar de que lo que está viendo es lo más dulce que han hecho por él. No sabe si llora de tristeza, por lo que puede pasar en los próximos, meses, quizás semanas, o incluso antes, o de felicidad.
Thomas está abajo esperándole vestido de manera casual, pero viéndose igual de hermoso como siempre a los ojos del castaño. Eso no quita que alrededor de él haya personas situadas de tal forma para formar un corazón, con globos rosas de la misma forma. Unos metros más adelante, había una especie de carruaje sin techo adornado con rosas rojas y blancas y dos caballos negros y un conductor. El chico le saluda con la mano con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Me dirías que sí si te propusiera nuestra primera cita oficial? – Grita Thomas usando sus manos para que le escuche mejor desde el cuarto piso, donde vive su novio.
- ¿Me dejarías quedarme aquí si dijera que no? – Dylan le devuelve el grito burlándose, sabe que su rubio no se daría por vencido jamás.
- ¡Pues claro que no! – Contesta y los dos se ríen.
Diez minutos después, el castaño baja deslizándose por la barandilla intenta ir más rápido para poder ver que tiene planeado su novio para él. Su novio... Suena tan bien en su mente, y sin embargo, tan irreal. Es decir, el chico al que escuchó cantar en un taxi hace años está a punto de llevarle de la mano a una cita oficial en un carruaje, de darle mimos y de (esperemos) pasar la vida con él, porque, desde luego, a Dylan no hay nada que le apetezca más.
En el barrio del chico siempre se habían esparcido rumores como si fueran pólvora. Y uno de ellos, probablemente, el más popular, era que Dylan estaba roto. O al menos metafóricamente. Para Dylan no había nada más terrible que pensar que los demás habían perdido la fe en que él algún día volvería a ser feliz. Sí, le faltaba una pieza importante en su vida, pero, ¿y qué? ¿No podía simplemente encontrar otra? El chico notaba como la gente cambiaba su actitud cuando estaba con él, no era tan difícil y él no es tonto. Era como si... Como si todos se obligaran a ser felices para hacer feliz a Dylan. Era como si nadie pudiera decir que se encontraba mal, porque Dylan siempre se iba a encontrar peor, y él se negaba a pensar que eso fuera cierto, negaba el hecho de no poder auto-repararse de alguna manera.
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I Don't Like Your Music. || dylmas
FanficThomas Brodie-Sangster es integrante de una de las bandas más conocidas en todo el mundo. Tiene todo lo que desea, dinero, a sus mejores amigos tocando a su lado, fans... No piensa que nada le pueda bajar el ánimo ahora que está de vacaciones dándos...