Capítulo 5. Al otro lado del mundo

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—Chicos, ayudarme con las bosas anda —dice Roberto antes de acercarse a la parte trasera de la furgoneta, donde el conductor les espera paciente a que aquella familia ya reunida frente a él empiece de forma ágil a sacar las bolsas que hay en la zona de carga, para después Marian que lleva de la mano a Patricia acercarse a una pequeña zona donde toma uno de los carros destinados a trasportar las maletas.

—Bien, ahora coloca la verde encima de todo y de la maleta sobrante ya se encarga mama chicos —comenta Roberto en el instante que se pone a los mandos del carro que se encuentra hasta arriba entre tanto bulto, maletas, mochilas y bolsos de mano... todo antes de hacerle un guiño a Patricia, que con sus pequeños pasitos se aproxima hasta él con idea de ayudarle a empujar, si bien su padre le planta un beso cariñoso para justo después empujarla en dirección a Andreas que se encuentra a la espera ofreciéndole su mano, mano que toma aquella niña antes de contemplar como su padre abre camino en dirección al interior de aquel aeropuerto.

Poco tarda aquella familia en encontrarse frente a los paneles informativos, localizando los mostradores de facturación, una tarea en la que intervienen todos, o más bien los que saben leer perfectamente francés.

—AQUI ESTÁ, MOSTRADORES DEL 60 AL 65, —grita un entusiasta Lars antes de levantar su mano en dirección al panel, momento en el que su madre se aproxima hasta aquel chico moreno de ojos penetrantes, para en un instante asentir con la cabeza mientras Roberto busca las indicaciones.

—Por allí chicos, vamos —les dice antes de encarar el carro en la dirección correcta mientras con un paso cansino se aproximan a un conjunto de mostradores donde esperan de forma paciente y atenta unas auxiliares de vuelo, que con sonrisa perenne les da la bienvenida.

—Bienvenue —comienza aquella mujer rubia de ojos claros y tez blanca, mientras les indica la báscula donde van depositando las bolsas, un conjunto que va aumentando el pesaje de manera considerable, si bien no hay problema alguno por el sobre...

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—Bienvenue —comienza aquella mujer rubia de ojos claros y tez blanca, mientras les indica la báscula donde van depositando las bolsas, un conjunto que va aumentando el pesaje de manera considerable, si bien no hay problema alguno por el sobrecargo que supone, puesto que Roberto ya llego a un acuerdo con la bodega, en el cual la misma se hacía cargo del coste adicional.

—Cuantos son? —pregunta aquella amable mujer mientras su padre deposita cinco pasaportes al tiempo que le entrega los billetes que posse entre todos sus papeles, unos instantes en los cuales aquella auxiliar coteja la información del sistema con el que muestran aquellas hojas, papeles que uno a uno van cambiando por los billetes correspondientes, que su padre se encarga de colocar de nuevo en su pequeña carpeta repleta de papeles, entre los cuales no sólo estaban los billetes de avión, sino toda la información sobre su nuevo destino, algo de dinero en efectivo, así como una pequeña agenda.

—Bien, pues este es el último entonces —le dice aquella auxiliar antes de que Roberto y Marian asientan al tiempo que prestan atención a las nuevas palabras.

—Sus asientos como desean se encuentran en la zona central, en dos filas consecutivas, tres asientos delante y dos detrás, correcto? —pregunta antes de que ambos confirmen, momento en el cual con los pasaportes de nuevo en su mano Roberto se gira en dirección a la cinta transportadora, donde contempla como la última bolsa va siendo engullida en las fauces de aquel monstruo de acero que conforma los entresijos del aeropuerto Paris-Charles de Gaulle.

Saga Vecinos: Patricia      (publicando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora