Capítulo 2. Reencontrándose con el presente

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Encima de la mesa colocados se encuentran todos los objetos que había dentro del bolso, tal como si fuera la escena de un crimen en la cual se etiquetan todas las pruebas para su posterior revisión, así se puede ver una cartera que contiene no solo la documentación personal sino tarjetas de crédito, a lo que añadir algo de dinero en efectivo... a su lado un smartphone apagado de última generación con su cargador correspondiente... junto al mismo un par de llaveros con sus juegos de llaves correspondientes, uno de ellos perteneciente a un coche, que según la marca es un citroën... un pequeño estuche de polvos de maquillaje, una barra de rímel y otra más de labios completan todo el cosmético personal que lleva el bolso, un paquete de clínex abierto, otro de toallitas húmedas... una caja de preservativos a la que añadir otra de píldoras anticonceptivas... dos pequeños botes de lubricante, uno a base de agua mientras que el otro esta hecho con aceites para juegos más íntimos como el sexo anal, un pequeño vibrador color rosa y por último una muda de recambio, que contiene un minúsculo tanga al que añadir un sujetador de encaje y gasa negro.

—Vaya surtido —comienza a decir Matías de forma divertida mientras revolotea por la mesa tocando aquí o allá, centrándose sobre todo tanto en el vibrador como en los botes de lubricante, que no suelen ser muy habituales en los bolsos.

—Al menos se puede decir que ibas bien preparada —interviene Claudia mientras al igual que Matías toca algunas cosas de las depositadas en la mesa.

—Pero centrémonos en lo importante —interviene de nuevo Matías antes de tomar la cartera y el móvil en sus manos, pasando la primera a Patricia mientras espera a que esta le pueda decir el PIN de entrada al smartphone, que se queda mirándolo un instante antes de que como en un flash los cuatro números lleguen a su cabeza.

—Pero centrémonos en lo importante —interviene de nuevo Matías antes de tomar la cartera y el móvil en sus manos, pasando la primera a Patricia mientras espera a que esta le pueda decir el PIN de entrada al smartphone, que se queda mirándolo un in...

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—Siete, dos, cinco, ocho —le contesta antes de repetirlo una vez más.

—Bien —le dice Matías antes de ir tecleando uno a uno los números indicados, momento tras el cual le devuelve el móvil a su dueña a la espera de que esta introduzca su pin de desbloqueo, que de forma autómata va introduciendo hasta que una vez aceptado aparece en pantalla una foto personal suya.

—Vaya, al menos tiene batería suficiente... —empieza a decir Claudia mientras se coloca a su lado— ...lo cual quiere decir que apagaste el móvil antes de empezar la fiesta. —Comenta al tiempo que Patricia asiente con su cabeza, para de forma compulsiva moverse hasta la agenda en busca de nombres reconocibles, si bien no hace más que buscar dos entradas en concreto.

—Que te ocurre? —pregunta Claudia al ver el cambio de su gesto— cuéntanos porque has torcido la cara —sigue hablando a la espera de que la joven vuelva a la realidad.

—No está... mi madre no está en la agenda y no recuerdo bien porque —le contesta antes de mirar a Claudia con ojos acuosos, buscando una respuesta que no llega.

De nuevo Matías y Claudia revisan todo con idea de encontrar una pista del actual lugar donde vive, mientras Patricia llega un momento en el cual se centra en las conversaciones que tiene la aplicación de mensajería, sobre todo en las últimas registradas, momento en el que opta por escribir a una posible amiga, que si bien al principio no recuerda poco a poco va recordando como una de las últimas personas con las que estuvo aquella noche, antes de que la niebla mental lo ocultara todo. Un intercambio de notas que pronto pasa a ser una llamada, cuyos veinte largos minutos hacen que Patricia tenga más clara algunas cosas una vez ha colgado, como por ejemplo la más importante de todas ahora, la dirección de su casa.

Saga Vecinos: Patricia      (publicando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora