Capítulo 4. El principio de la historia

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El despertador del móvil suena como cada día a las 9, pero como casi siempre lo corta a los diez segundos para darse media vuelta y seguir durmiendo hasta cerca de las 11, momento en el que poco a poco va desperezándose como un gato sacando una a una de la cama las partes de su cuerpo, aún con las legañas plantadas en su rostro se estira cual larga es para abrir los ojos en dirección a la ventana, que abre de par en par antes de levantar la persiana.

Con la luz del casi mediodía Patricia inspira el aire matutino un par de veces para darse media vuelta con intención de ir al baño, tal y como es su rutina, si bien aquel día se rompe puesto que antes de salir ve un pequeño regalo depositado en la silla próxima a su puerta, que le hace detenerse al tiempo que despierta su curiosidad, así que olvidado el aseo matutino toma entre sus manos aquella caja envuelta en un papel rojo fuerte con lazo negro para regresar a la cama donde se sienta, dejando dicho presente muy cerca de ella, sin atreverse a tocar más alla de haberlo trasportado.

«Que será?» se pregunta mientras se muerde las uñas de forma nerviosa y compulsiva, antes de decidirse a abrir el pequeño sobre que acompaña la caja y que se encuentra bien oculto bajo el lazo. «Tal y como hablamos, el pasado no se puede cambiar, pero tal vez el echo de recordarlo, te sirva para evitar tropezar en la misma piedra durante tu presente y tu futuro, un beso, Claudia»

«Vaya» se dice así misma antes de volver a leer la nota una vez más, ansionsa por comprobar que es lo que contiene aquella caja, si bien la pista ya está clara, un cuaderno de notas junto a una estilográfica de plata con su nombre grabado «Patricia», un regalo que la sorprende aun más cuando tras abrir la tapa puede leer en la parte de superior una frase «El principio de la historia» unas palabras muy idóneas piensa antes de volver a cerrar el cuaderno para colocarlo en la mesilla junto al bolígrafo, que se queda mirando un buen rato antes de darse media vuelta con idea de irse al baño.

«No hay nada como darse una buena ducha para aclarar las ideas» se dice así misma antes de pensar ni siquiera en comenzar a escribir su historia, si bien antes de todo ello quiere agradecer el gesto a Claudia aunque esta no se encuentra por la casa.

«A debido salir» se dice así misma antes de pensar que es muy raro porque no le había dicho nada, «en fin, al final es Claudia» piensa antes de acercarse desnuda al baño.

Ya despejada bajo el agua, Patricia tarda unos veinte minutos antes de salir del aseo tras secarse, peinarse y echarse algo de leche corporal, momento en el que desnuda y descalza deambula por la casa sin saber bien que hacer, más allá de acercarse a la vinoteca donde coge una botella de vino blanco que poco más tarde abre para servirse una copa.

«Buena elección» se dice ya con la misma entre las manos antes de regresar a su habitación, donde una pequeña mesa hace la función de escritorio, mientras toma asiento en un pequeño banco, depositada la copa ya catada observa el cuaderno pr...

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«Buena elección» se dice ya con la misma entre las manos antes de regresar a su habitación, donde una pequeña mesa hace la función de escritorio, mientras toma asiento en un pequeño banco, depositada la copa ya catada observa el cuaderno preparado con anterioridad junto a la estilográfica, sin saber bien como empezar.

Saga Vecinos: Patricia      (publicando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora