7. Me importa mucho.

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Tiene la cabeza asomada por la ventana, es su hermano. Es rubio igual que ella, pero él tiene el pelo corto y liso, con un flequillo que le llega hasta el final de la frente. Con ojos marrones oscuros, al contrario de su hermana que los tiene azules como el Mar Caribe.

-Me imagino que esa pregunta es retórica y que es verdad que hace eso. - le digo.

Él me mira como si me estuviese diciendo que cerrase la boca. El que la tiene que cerrar es él y dejar de decir verdades en pregunta.

-¿Sabes, Shailene? Deberías irte, se está haciendo de noche y pronto nos van a mandar ir a cenar. - Dice él (todavía no sé como se llama) creo que con aire de autoridad. ¿Quién se a creído que es para decirme lo que tengo que hacer?

-¿Y si no quiere? - Se une Austin.

-Pues... La echo.

-Yo también duermo aquí y si quiero que se quede, se queda.

-¿Qué querrás hacer con ella? - Dice y se va.

Me quedo con la boca abierta

-¿Es tonto o es tonto? - Pregunto al aire.

-Tonto al cuadrado. - Contesta Austin.

Y por está tontería río como una tonta a carcajadas que se oirían en 40 metros a la redonda. Me atarganto yo sola y empiezo a toser.

-Ya, mujer. Que no fue para tanto.

-Ya, pero por tonterías me río.

-Ya lo veo...

-¿Qué piensas?

-Que puedo hacerte reír con cualquier cosa.

-Bueno, eh, que tampoco me río por todo. No abuses mi restraso.

Y ahora el que se ríe como un loco es él. Al final mejor callarse porque cuando para uno de reirse empieza otro y asi no hay conversación ninguna. ¿En serio doy una conversación normal?

-Ay... Ya está. - dice.

-Menos mal... Igual el que tiene retraso eres tú.

-¿Cómo has dicho? - voy a hablar pero me para y continua. - Aquí la única persona tonta eres tú, Rubia.

-Ten cuidado con lo que dices, que quien juega con fuego se acaba quemando. - digo riendo.

-¿Eso es una amenaza?

-De broma. No te haría nada, con la majo que eres.

-Gracias, Rubia.

-Si me sigues llamando Rubia igual si.

-Pero me gusta llamarte Rubia y me da igual lo que me digas.

-¡Todos al comedor a cenar! - Se oye al monitor.

Voy con Austin y el se sienta en su mesa, que está dos mesas atrás de la mía, y yo me siento en mi mesa junto a Hayley y Carrie. Jordan está en frente de mí. Me mira con asco. ¡El que le tengo yo a ella! No puedo reprimirlo y hago el mismo gesto. Cada vez me da más asco. Pero si en verdad hace eso de encerrarse en su habitación y llorar, no entiendo por qué.

Se la notan los ojos de que a llorado.

-Puaj, ¡que asco de comida! - comento.

-¿Qué dices? Si está buenísima la sopa y de segundo croquetas. ¿Aquién no le gusta eso? - rechista Hayley.

-A mi. - digo cortante.

-Eres rara.

La pena es que tiene que estar riquísimo pero no quiero meterle a mi cuerpo tantas calorías. Ya sabreis lo que me pasa... No puedo verme así. Estoy... Estoy... Gorda. Mi mente me impide comer. La bolsa de chuches que me mi madre me compró está intacta. Ya la dije que no la comprara, pero ella insistia.

-Shai, come o te lo doy yo misma. - me susurra Carrie.

-No quiero comer.

-No me obligues a dartela.

-Haz lo que quieras pero no pienso comer.

-Pues llamo a los monitores y digo que no quieres comer.

-¡No! No quiero que la gente se entere.

-¡Pues come!

En mi mente rondaba la idea que hice a la hora de comer (y que hago siempre), deshacerme de la comida: como todo y después voy al baño y vomito. Si, es la mejor y perfecta opción.

Los dicho; empece a comer, aun que con un poco de asco. Terminé un poquito más pronto que las demás y nada más acabar fui al baño y me metí los dedos para vomitar. Me sentí tan agusto al haberlo echado todo fuera de mi cuerpo. Al salir me lavé las manos y cogí el cepillo y la pasta de dientes, me los lavé. Todo perfecto.

Al salir me choqué con Austin que estaba hablando con Hayley.

-¡Shailene! - gritaron a la vez.

-¿Estas bien? - preguntó Austin.

-Perfectamente. - Y es era verdad. Mejor no puedo estar.

-Pues yo no te veo bien. Estas pálida.

Ay Dios.

-¿En serio? No sé de que puede ser. - digo para cambiar de tema.

- No, ¿te ha pasado algo? Lo digo en serio. Estas demasiado pálida.

Entre al baño y en verdad estaba pálida. ¿Cómo narices puedo estar pálida? De repente me da un mareo y la cabeza empieza a hacer pitidos. Casi me caigo.

-¿Quieres que llame a los mitores?

-¿Qué haces Austin? Sal del baño de las chicas. - grito casi sin fuerza.

-Me da igual. Quiero saber si estas bien.

-Si, estoy bien.

-Pues no lo parece.

-¿Para qué preguntas?

-No, definitvamente no estas bien. Ven.

-No me lleves donde los monitores.

-No te voy a llevar allí.

-¿Entonces adonde?

No contesta, se limita a tirarme del brazo. Tengo la vista borrosa, casi no veo por donde voy. Oigo una puerta abrirse. Huele a perfume de hombre. Mmm... Que bien huele. Distingo que es la cabaña donde el duerme.

-Toma.

-¿Un caramelo? - me sorprendo.

-Si.

-¿En serio?

-¡Si! Tomalo.

-No.

-¿Cómo que no?

-Como que no.

-Tomalo - adopta un tono más serio.

-No quiero. Gracias, pero no.

Siento que el cuerpo me pesa y me derrumbo en la que se supone que es su cama.

-Tomatelo. - lo desenvuelve y me lo acerca a la boca. Yo niego y me alejo. - No hagas que te lo de yo.

-¡No lo quiero! - ahora la que está seria soy yo.

-Mira, no soy tonto, ¿sabes? Se porque saliste escopeteada para el baño.

-¿Lo sabes? - me entra la risa.

-Lo sé. Y no te rías porque no me hace ni pizca de gracia.

-¿Qué te importa a tí mi vida?

-Pues mira, me importa mucho. Más de lo que te piensas.

Los días pasadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora