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Un mes, exactamente hace un mes que me encuentro aquí encerrado. La comida es pésima, el tan cercano invierno se cala entre los huesos, mi habitación es muy fría. Las personas se vuelven aún más locas aquí, esta habitación tan luctuosa me produce una abulia como las que jamás había experimentado en mi vida. Las enfermeras dicen que soy un melindre producto de la desintoxicación que produce los vómitos, aunque estos para mi eran más por la comida que es inefablemente asquerosa.

Hay solo dos momentos en esta mansión de locos en los que estoy realmente feliz, en el conticinio y en el amanecer. El silencio me permite escribir, sea mirando la luna mi única compañera o los primeros rastros del alba. La mayoría de mis escritos son por y para Josefina. Cada vez que veo el cielo pienso que posiblemente ella también lo esté haciendo y por ello me siento un poco más esperanzado, incluso me agarran ataques de pronoia.

El resto del día me convierto en un estafermo. Y así hasta el anochecer donde vuelvo a ser yo y mi arte. Tengo miedo, realmente, de lo que podría pasarme si digo o hago algo que no les guste o les haga creer que estoy realmente mal.

Es que, en este mes escuché y vi cosas que espantarían a cualquiera. He llegado a entablar conversación con una sola persona, digo, una conversación coherente. Dicha persona es Sung Hye Hee, un señor con trastorno bipolar que me dijo

-Nunca llames mucho la atención, si eres condescendiente te ira bien, sobre todo con las enfermeras, gánatelas y tendrás beneficios. Si dices o haces algo revelador te enviaran hacia la zona aislada, allá, con los psicópatas.

Debo admitir que esa información de solo recordarla, me hiele la sangre. Admito que al principio no le creí, pues me parecía un loco más de los que aquí residen, pero, luego de esa noche tan aterradora le creí.

Estaba en mi habitación, como siempre escribiendo, cuando escucho un fuerte golpe a dos habitaciones de la mía. Me asusté y decidí ir a investigar. La habitación de la que provino aquel sonido era la habitación de Hyo Sang Kyo, una chica de 15 años con un grave autismo. Escuché unos sollozos dentro y me dispuse a entrar, cuando Sung me detuvo por el hombro y me arrastro con él, hacia su habitación.

-Oye, ¿Qué te sucede?

-Jamás entres a una habitación sin permiso y si escuchas ruidos no te acerques.

-Pero ¿Por qué? ¿Qué le están haciendo?

-Es uno de los enfermeros, abusan de las chicas.

Tal declaración me dejo perplejo. No podía ser que me lo dijera con tanta naturalidad, como si eso estuviera bien para él.

- ¿Y me lo dices así? Tan naturalmente.

-Es cosa de todos los días, pero ya te dije. Actúa normal.

-Pero, alguien debe ayudar a esas chicas.

-Si pues quieres ayudarlas, cúrate. Porque aquí dentro no tienes voz ni voto. Un paso en falso y estas del otro lado, ya te lo advertí.

Eso fue lo último que me dijo antes de echarme a mi dormitorio. Otra vez no pude dormir, pero esta vez era porque en mi mente pasaba el hecho de que esa niña estaba siendo abusada y yo aquí sin hacer absolutamente nada. Pero, sabía que Sung tenía razón, un paso en falso y era el fin.

Actualmente y con una motivación más grande que yo me he decidido. Mi primer paso era Choi Ji Woo, una de las enfermeras más jóvenes y para mi sorpresa, la hija de la directora, aquella, la religiosa. Y todos aquí pensaban de tal palo tal astilla, la hija era exactamente igual; pulcra, discreta y religiosa al extremo. Pero, me daba risa cada vez que decían algo así de ella o las ancianas le decían lo bien que hacía.

Si supieran que la encontré tocándose en mi habitación, aún incluso cuando entré. Al parecer le ocasionaba un morbo el verme allí parado, observándola. Recuerdo perfectamente cada movimiento que realizaba, sus caderas se elevaban buscando ese miembro que sus dedos imitaban. Recuerdo, como, al acabar, lamió sus dedos, para luego bajarse esa falda de mojigata, tocarme la entre pierna y retirarse.

Sabía que le gustaba y debía aprovecharme de eso, además un poco de diversión, en un lugar tan agobiante y deprimente como este, no haría daño.

***

Esta tarde me visito Namjoon.

-¿Cómo está mi Maknae favorito?- Su pregunta fue un muy mal chiste, el sabía que estaba más que furioso por su sugerencia.

-¿Qué haces aquí?- Le pregunte fríamente, siquiera voltee a verlo, me dedique a mirar a Gang Yang Mi, la joven con microcefalia. Realmente mi pensamiento estaba en ella, pues antes que Namjoon llegara se me vino a la mente la perturbadora idea de que esa pequeña sufría los mismos abusos que Kyo. Bueno, yo le decía niña, pero ahora me pregunto ¿Qué edad tendrá Mi? Da igual, la edad que tenga, es una persona indefensa y me da impotencia ese pensamiento.

-Es obvio que vine a verte, entiendo que estas enojado, pero dime ¿Cuándo hice algo sin pensarlo? ¿Cuándo hice algo para dañarte?

-Nunca.

-Exacto, Jungkooki...Jungkook- Se corrigió al ver mi mirada desafiante hacia él, esperando que me llame como odio que me llamen.

-De todas formas, quiero que me saques de aquí.

-No, no quieres.

-Namjoon, debo hacerlo algo. Ahora si no es por mí ni por mis vicios, realmente necesito salir de aquí.

-Amigo, estás hablando sin razonar, recuerda lo que prometiste, si no veo mejoras, si los médicos no ven mejoras no te sacaré de aquí.

-En este momento me arrepiento tanto de haberte dicho que me pongas bajo tu control total. Creí que sería más fácil esto.

-Eso quiere decir que está funcionando y me alegra.

Nos quedamos por unos minutos en silencio, ambos mirando el paisaje que se presentaba frente a nosotros. Un enorme parque con flores y un huerto donde los niños se encontraban cultivando papas, a la izquierda los ancianos tomando su merienda bajo una gaceta, del lado izquierdo se veían unos caballos y a lo lejos el atardecer tras los árboles acer palmatum de tonos rojizos y mostaza señal de que el otoño ya estaba entre nosotros.

-¿Sabes algo de mi madre?- Rompí el silencio al recordar el acer palmatum que se encontraba frente a mi edificio en Busan, amaba ese árbol, allí mi madre me contaba cuentos de fantasía. Era feliz.

-Está mejor, por suerte, se esta recuperando. Estoy seguro que saldrá de esta.

-Mientes. - Lo interrumpí. Conocía bien a Nam y las mentiras no era su fuerte. - Vamos, dime la verdad, seré fuerte.

-Tuvo una decaída, ya perdió todo el cabello y no está muy bien emocionalmente.

-Yo debería estar con ella.

-Le haría peor verte como estas, recupérate y ve a tu madre.

-Ese es el tema. ¿Y si no la alcanzó Namjoon?

-Se que lo harás. Tanto ella como tu son seres fuertes. Se mantendrán fuertes gracias al pensamiento del otro.

-Lamento bajarte de tu nube, niño nefelibata, pero el cáncer no se cura con pensamientos.

You never walk alone.-Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora