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—Hola guapa —habló una voz a sus espaldas, una que conocía como la palma de su mano.
Bella Turner, desde que tenía memoria ambas siempre habían estado juntas, aunque no la consideraba su mejor amiga, puesto que a ella no le gustaba todo eso de clasificar las amistades.
La saludo con un movimiento de cabeza mientras abría su casillero, el cual estaba completamente decorado con diferentes grupos de rock, heavy y metal, de los que ella por supuesto era fan.
—¿Como va? —cuestionó.
Y aunque no lo dijo, Maggie sabia perfectamente a que se refería.
Tanto ella como Bella habían jugado a la botella, así que la pelimarrón estaba al tanto sobre el reto que la chica debía cumplir.
—Una mierda —se quejo, cerrando con de un fuerte golpe la puerta del casillero, con los libros que necesitaba en mano—. Es un rarito de la leche, ni si quiera sabe hablar sin tartamudear.
—Se que lo conseguirás Lisa —afirmó sonriendo, mostrando todos y cada uno de sus blancos y alineados dientes.
Una sonrisa de superioridad se formo en los labios de Maggie mientras ambas chicas comenzaban a andar rumbo a la clase que les tocaba.
—Eso ya lo sé Timmy.
Timmy. Timmy Turner. Todo comenzó en preescolar, cuando se estrenó la serie de los padrinos mágicos, ambas chicas rieron al oír el nombre del protagonista, a partir de ahora te llamaré Timmy, fue lo que la peligris (que en aquel momento era rubia) le dijo.
[...]
—Veamos...
Estudiar, sin duda, no era algo que iba con ruda chica de cabellos grises, su lema siempre el mismo: pasar un cuarto de vida estudiando, es desperdiciar el poco tiempo que tenemos.
Así que era algo muy habitual en ella saltarse alguna que otra (la mayoría) de las clases y por ese mismo motivo en ese momento se encontraba en medio de uno de los largos corredores del centro sin encontrar la clase de historia.
