XII

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Odiaba que Geoffrey bebiera de esa manera, de perderse en el mundo que solo él sabía que existía en su cabeza, cada que paraba en un semáforo volteaba a verlo, de verdad odiaba eso...

Había bebido demasiado, recordaba muy bien lo que aquel doctor le decía sobre su pareja, no podía creer que nada más por eso ella se enojará, tomo de nuevo la botella y se la empino, tirando un poco sobre su saco, iba manejando y riéndose del coraje, cuando se detuvo en el semáforo empino de nuevo la botella y comenzó a llorar, odiaba no poder tener bebés, era su sueño más preciado y la enana que tenia de esposa no ayudaba en nada, cuando llego a casa estaciono en la acera, la música que escuchaba se detuvo cuando apago el auto, las ventanas estaban abajo y Punky comenzó a ladrar

– ¡cállate Punky! – grito aún dentro del auto, subió los cristales y bajo, las llaves de la casa estaban en su pantalón, las del auto las despego y cerró el carro – ¡que no quiero que la senoda de la casa se entede de que ya llegue! – el can empezó a inquietarse, ladraba más y casi se podía escuchar que arañaba la puerta, pues ya quería que su dueño abriera y él saliera a recibirlo, a pasos torpes llego a la entrada y cuando abrió este se le aventó tirándolo en el pasto – ¡Punk quítate!, ¡ya estas grande y pesado! – el can lamia toda su cara y cuando se arrimó observo la silueta de su esposa en la puerta – ¡buenas las tenga mamacita! – empezó a reír esperando que su esposa lo acompañara, pero aunque Harriet quería reír se mantuvo seria, negó y se adentró a la casa – ¡pequeño! espérame, tengo que guardar el auto.

Cuando Harriet escucho el motor del auto de nuevo, salió corriendo, no quería que Geoffrey se acercara de nuevo al auto y grito

– detente, para el auto y baja de él – su voz se escuchaba preocupada, Geoffrey miro la llave en la ranura, escucho el motor del auto y finalmente miro a la preocupada chica – apágalo y entra a la casa por favor – ella suplicó

– pero lo tengo que guardar – barría las palabras y con hipidos de por medio

– estas muy ebrio, por favor apágalo y entra a la casa, yo velare para que no le pase nada – y nada le pasaría, pero Geoffrey estaba muy perdido y no sabía qué hacía, hizo caso a su esposa y volvió a girar la llave, el motor dejo de hacer ruido, volvió a cerrar el auto, para después bajar y adentrarse con ella – ¡apestas! – dijo ella cuando Royce se colocó frente a ella

– ¿Y qué?, ¿Te molesta? – paso su brazo por los hombros de su esposa

– demasiado, vete a dormir o a bañar, no sé qué hagas, pero hazlo ya – el chico la miro, le soltó y subió a la habitación del baño, se despojó de su ropa y entro al agua, que por cierto estaba helada y le bajo la borrachera, las luces de abajo ya estaban apagadas, miro el bulto en la cama y cerró la puerta de la habitación, cuando se acostó en la gran cama una ola de besos con lengua lo recibió, se estaba riendo por los besos que su esposa le daba, pero espera, la lengua era muy grande para ser de ella, abrió sus ojos y observo a su can encima de él

– ¡Punky! ¡bájate!, sabes que no debes subirte a la cama y menos cuando ya estoy yo – discutió con el can

– ¡deja a mi bebé no te hace nada! – Harriet venia entrando de la habitación azul, camino al lado derecho de la cama y se sentó – ven Punks – le hablo con las manos – además no esta tan grande como le dices, es apenas un bebé, mi bebé – la chica abrazo al can y deposito besos en su cabeza

– ¡puag!, esta noche no dejare que me beses – la castaña se carcajeo

– la que no se va a dejar besar soy yo, mi bebé ha dejado toda su saliva en ti y sinceramente no me apetece probarla – rio y se acomodó en su lado de la cama dejando al pequeño cachorro en la orilla – buenas noches amor

– ¡Punks no va a dormir con nosotros! – aun no apagaba su lampara, y solo observo los rizos de su esposa

– si lo hará, porque yo quiero y de este lado no te molesta – miro de nuevo al can, acaricio cada parte de su lomo, su pelaje era suave y fino – buenas noches Geoffrey

– ¿No ya me habías dado las buenas noches? – observo la figura de su esposa dándole la espalda y observo como ella alzaba los hombros

– no hablaba contigo, le digo amor al único que no me miente y que no se va de borracho – la chica claramente lo estaba haciendo para molestarlo y funcionó, porque el castaño golpeó la cama y le dio la espalda, apagó la lampara y ya no le dirigió la palabra, después de acariciar al can al menos diez veces más, este se levantó se estiro y camino a los pies de la cama, se acomodó sobre los pies de su ama y se dejó caer.

Escuchaba la respiración de Geoffrey y de Punky, se dio la vuelta y paso su brazo por la cadera de su esposo, este instintivamente tomo su mano y entrelazo sus dedos, para después llevarla a sus labios y depositar un beso, sentir aquel cuerpo tonificado le daba paz, beso el hombro desnudo del moreno y durmió aspirando el aroma que desprendía el cabello...

Borracho pensó cuando volvió a verle, Geoffrey dormía con la boca abierta y con ambas manos tras de su nuca, aún le ama, aunque sea un maldito mentiroso, bueno a veces, porque no lo era siempre, la mayoría de veces siempre decía la verdad, coloco un poco de música y siguió manejando

– no, no quiero – miro por el retrovisor como Geoffrey se levantaba mientras hablaba – déjame en paz estúpido – quiso reír, pero se contuvo, quería escuchar que decía – es que es tu culpa – le intrigo y pregunto

– ¿Por qué es mi culpa? – hablo despacio y Royce comenzó a llorar

– es tu culpa que tenga problemas con mi enana – coloco sus codos en las rodillas y sus manos acariciaron su cara, para después restregar los ojos – ella me amaba, pero por andar de briago contigo ahora me odiara y seguramente me correrá de la casa

– no creo que sea tan mala – hablaba tranquila y vigilaba a Royce y al frente

– ¿haha mira quien lo dice? – hipó – creo que se te han pasado las copas wey, el que tú digas que no es tan mala mi mujer, es extraño – volvió a hipar – neta que estás ebrio pendejo – empezó a reír fuertemente

– ¿por qué lo dices? – ¿quién pensaba que le acompañaba?

– Idiota, tú siempre le dices loca, bruja y no sé qué cosas más mi rizada – Andrés, estúpido, osh, el odio y las ganas de vomitar regresaron porque había recordado lo de hace rato con el mejor amigo de su esposo – ya dime ¿Qué chingados quieres?, ¿Por qué siempre la molestas? – en verdad iba a discutir con su imaginación, Geoffrey hipó y después se dejo caer en el asiento – oh maldita sea, mañana tendré un dolor de cabeza espantoso – todo eso lo dijo con balbuceos y palabras corridas

Al llegar a casa, Harriet adentró el auto en el garaje, cuando abrió la puerta del copiloto se encontró con un Geoffrey vomitando en los tapetes del auto

– ¡iugh! – dijo asqueada – lo bueno es que no es mi auto – dejo que Geoffrey vaciara su estomago y después de eso le llevo a la lluvia artificial totalmente helada...

Nuevo capítulo, agradézcanle a @@Vaotz1240 que esta comentando e insiste por un nuevo capí gracias nena porque me motivas a seguir XD :3 

"¿Final Feliz? No lo creo" (Prince Royce y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora