XIII

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Logró sacarlo del auto, arrastraba los pies y gemían, una de dolor y cansancio y el otro porque no quería hacer esfuerzos, lo llevaba a la ducha con cuidado y sufriendo de dolor, el cuerpo parecía no tener vida. Geoffrey se estaba dejando caer cosa que a ella no le agradaba.

Se detuvo y tomó bocanadas de aire profundas, cuando giró a ver al chico notó que estaba durmiendo - Geoffrey - el chico arrugaba el rostro - Geoffrey - el moreno contestó con un "mhm" - necesito que me ayudes y cooperes, no puedo llevarte sola, no soy lo suficientemente fuerte para subir contigo las escaleras.

- Ya - barría las palabras torpemente - no sufras tanto y déjame en ese sillón, observó al frente, el desastre continuaba ahí, dio un gritito de desesperación y agotamientos que sus fuerzas se marcharon y dejó caer el cuerpo de su marido. El rostro quedó enterrado en el piso de mármol, pero no se preocupen cuando las personas están al tope de estar ebrias un pequeño o gran golpe no les duele; porque el cuerpo se duerme y se pierde toda la sensibilidad; tapo su boca con ambas manos y solo giro a su marido.

Él solo alzó ambas cejas - Geoffrey - volvió a llamarlo, pero el chico solo hizo un pequeño ruido

- Uhm - contestó a la voz que le hablaba, pero no abría los ojos y eso le estaba molestando - Tienes que ayudarme a subir, yo sola no puedo - hablo cansada de ver tan solo las escaleras y observar la gran subida que tendría que recorrer con el cuerpo de su marido.

- Uhum - volvió a hacer un ruido y se acomodó en el suelo

- Royce, necesito que me ayudes - los ronquidos de parte de Geoffrey resonaron en toda la habitación - ¡Royce!

- ¿Qué? - contestó y se dio la vuelta ignorando a la chica

- Ayúdame a ayudarte a subir - Harriet se cruzó de brazos y él volvió a roncar - ¡Geoffrey!

- ¡Ay ya déjame aquí!, est...oy cansado - habló con balbuceos y alargando algunas letras.

- Oye no, quiero que se te baje la borrachera que traes - Geoffrey se carcajeo tan fuerte

- Si yo que me conozco no sé cómo bajarme la peda, ahora tú que apenas me conoces me la quieres bajar, no me hagas reír - el chico volvió a reírse, pero su risa se detuvo repentinamente - Osh, quiero volver de nuevo - Harriet observó que frente a su marido estaba la alfombra peludita.

- ¡No! - grito ella - en la alfombra peludita y cara no - con las pocas fuerzas que le quedaban empujó al castaño lejos de ahí, y volvió a dejar que su cara se enterrara en el mármol frío y duro. Hizo una mueca de dolor, pero no le importo porque Geoffrey empezó a vomitar de nuevo, el hedor le causaba náuseas grandes y solo pedía que el chico se detuviera.

Royce también rogaba por detenerse, logró levantar la cara del suelo y siguió sacando los jugos gástricos combinados con el alcohol, estaba sobre manos y rodillas, alzó su rostro y miró a su esposa haciendo muecas de asco y disgusto, se tapaba las fosas nasales y estaba sentada en la alfombra peluda.

Los ojos de Royce estaban brillosos por tanto esfuerzo que hacía al tener arcadas, se lastimaba la garganta y parte del esofago - Vamos, no pienso dejarte así aquí - y recordó esa vez cuando estaban en el parque, ella cayó y él la ayudó, llevándola en su espalda, recordaba como eran las respiraciones de ellos juntos en ese momento: Tranquilas, pacíficas y que al escucharlas y sentirlas contra su rostro se imaginaba y se sentía en un bello paisaje.

Ofreció su mano y él la tomó, ambos ya estaban de pie, al dar el primer paso para caminar hacia las escaleras Geoffrey pisó el charco de vómito y su pie se fue hacia atrás, su otro pie quiso detenerlo, pero sus cables estaban confundidos y volvió a pisar en el charco. Resbaló y se llevó consigo a Harriet.

"¿Final Feliz? No lo creo" (Prince Royce y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora