I: Rompe crayones

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4 años

Un pequeño de regordetas mejillas y rizados cabellos negros se aferraba a las tiras de su colorida mochila de súper héroes, era su primer día en el preescolar y realmente se hallaba emocionado, todos sus primos mayores le decían que en la escuela podría conseguir amigos para hacer travesuras y el chiquillo creía fielmente que conocer a alguien con quien hurtar galletas sería una maravillosa idea.

Una vez atravesó el umbral del que sería su salón de clases durante todo un año pintó la mejor de sus sonrisas y ubicó su futuro asiento, una mesita para dos con sillas color azul junto al pequeño jardín dentro del salón le pareció perfecto así que sin más dejó su mochila allí.

Regó todos sus útiles escolares, todos y cada uno de ellos de un raro dibujo animado que amaba, decidió entonces esperar a que dieran por empezadas las clases haciendo dibujos en un enorme cuaderno de hojas blancas que le regaló una de sus tías.

-Hola...¿podrías prestarme un color?-una vocecita explotó su burbuja y al levantar la mirada se topó con un par de ojos azules profundos y risueños-

-oh...claro-asintió sin más, tomando un crayón morado-ten

-¡muchas gracias!-exclamó el niño frente a él mostrándole una sonrisa que le hacía arrugar la nariz como un conejo-me llamo Kai

-uhm...Kai-meditó el rizado, no había escuchado ese nombre antes-soy Jeremías

Con esa presentación y toda la libertad del mundo Kai se sentó en la silla vacía, sacando hojas de su mochila-que Jeremías no había notado que traía-para empezar a dibujar pero, ni bien asentó el crayón sobre la hoja este se rompió limpiamente en dos.

Lo único que pensó un caprichoso Jeremías de cuatro años fue <Detesto a este niño>

🍭🍭🍭

Acabado del primer mes de clases Jeremías experimentaba un nuevo sentimiento bastante desagradable según él, cada vez que ese niño rompe cosas aparecía el pechito del rizado sentía una desagradable cosa molestándole algo como muchos escarabajos pisando fuerte sobre su piel, detestaba a ese niño que no hacía más que romper sus cosas cada vez que él muy amistosamente se las prestaba. Jeremías empezaba a pensar que el niño simplemente disfrutaba de hacerle la vida imposible y es que este lo seguía a todas partes, cosa que el rizado no sabía si agradecer o no porque a esas alturas la única persona con la que se hablaba era el castaño destructor puesto que los demás niños no le hablaban por esa misma razón <Tú amigo romperá mis juguetes> 

¡Y no eran amigos! ¡Kai era el enemigo!

O eso pensaba hasta ese día donde un Kai de ojos llorosos se ocultaba en los baños junto a su salón, el pobre niño se aferraba inútilmente a un auto de juguete color rojo que se veía tenía rota una puerta y el vidrio delantero, además de faltarle una llanta.

-¿por qué lloras?-se atrevió a preguntar luego de escucharlo llorar en silencio sin saber que hacer-

El castaño levantó la mirada y de a poco soltó el juguete ya inservible, sorbió su nariz e intentó calmarse, una vez que logró hacerlo se animó a hablar.

-era mi favorito-habló con un marcado puchero en sus labios-y lo rompí...y-yo ¡yo no quise!-y una vez más rompió en llanto-

Ese día marcó la amistad entre Jeremías y Kai pues el de ojos marrones pudo comprender que Kai no era malo y por eso rompía sus cosas, simplemente era muy tonto para detenerse antes de tiempo. O algo parecido a eso concluyó a la corta de cuatro años.

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