II: Niño tonto

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5 años

El día en que Jeremías enfermó con una fiebre de 39°C y faltó a clases quiso llorar, realmente quiso llorar pero, según el rizado él ya era un niño grande y los niños grandes no lloraban, así que se tragó ese pequeño sentimiento llamado frustración y cerró los ojos para que las gotas saladas no lo asaltaran. ¿Por qué tenía que enfermarse justo el día que visitaría la fábrica de dulces? ¿Por qué la vida tenía que ser cruel con él? ¡Era un buen niño! Él comía sus verduras y ordenaba sus juguetes, limpiaba su habitación y hacia la tarea ¿Por qué la vida se burlaba cruelmente de su deseo por comer dulces ilimitados?

¿Sería por aquella vez que dejó encerrado a Kai en el salón por romper su lonchera de cohetes? ¿O tal vez porque siempre lo llama tonto? ¿Quizás podría ser por ese día en que lo hizo llorar diciéndole que si seguía siendo tan torpe ya no serían amigos? Después de aquello solo pudo llegar a un pensamiento: Kai le traía muchos problemas a su joven vida.

Sin embargo nunca esperaría que el mismo Kai apareciera en su casa ese día, con una mochila llena de películas.

-mi mami me dijo que estabas enfermo y vine a hacerte compañía-le dijo un sonriente ojiazul-

Jeremías nuevamente quiso llorar ¿Kai había renunciado a los dulces por él? Definitivamente era muy tonto.

🍭🍭🍭

Cuando a Jeremías le dijeron que esa niña que siempre iba de coletas al jardín daría una fiesta por su cumpleaños se puso muy feliz porque, fiesta significa juegos y caramelos gratis y Jeremías jamás rechazaba juegos y caramelos gratis. Así que cuando Iris le dio una colorida tarjeta rosa invitándolo aceptó encantado aunque el color no le gustara. El rizado no podía leer las letras de la invitación pero, el dibujo de niños en una piscina fue más que suficiente para comprar a su inocente corazón.

Claro que no esperaba escuchar aquello de la cumpleañera.

-¿y cuándo será la fiesta?-le preguntó el rizado a la niña de coletas-

-el sábado-sonrió la pequeña-será muy divertido

-mucho y mejor porque irán todos-habló un animado Jeremías-

-sí, todos menos Kai-la pequeña se encogió de hombros-¿lo has visto? ¡Rompe todo lo que toca!

Jeremías no pudo evitar –aunque lo quiso- el sentimiento de enojo hacia esa niña y simplemente la dejó con la palabra en la boca, yendo con decisión hacia su asiento –el que compartía con Kai-

-¡mira Jeremías!-el castaño puso frente a él un dibujo poco entendible-es para ti

-gracias...-murmuró el pequeño con las mejillas sonrosadas-yo...¿quieres venir mi casa el sábado?

-¿enserio?-los ojitos de Kai brillaron al observar a su amigo-

-sí, podríamos ver esa películas de carritos y comer pizza que hace mi mami-sugirió el rizado sonriéndole ampliamente-

-¡me encantaría!

Entonces Jeremías empezaba a pensar que tanto juntarse con Kai le estaba haciendo mal porque acababa de rechazar juegos y dulces gratis ¡Gratis! Por aquel niño de ojos azules que siempre destruía todo lo que tocaba pero, en el fondo una sensación cálida se instauraba en su pecho porque quizás eso era lo correcto y Kai siempre sería más importante que cualquier fiesta y niña con coletas.

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