VI: Celos y sonrisa de conejo

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9 años

La primera vez que Jeremías sintió celos fue una tarde en casa de su mejor amigo, Kai tenía un hermano mayor de veintidós años cuyo nombre era Nathan, el chico era un viajero y jamás pasaba en un solo sitio, el castaño ya le había platicado de él antes pero, debido a esa misma razón jamás lo había conocido así que ese día en que un chico de cabellos tinturados de un naranja algo desgastado y una maleta al hombro apareció presentándose como hermano de Kai pensó que sería interesante y divertido. Claramente no lo fue.

El tal Nathan robaba toda la atención de Kai y Jeremías no podía sentirse más molesto, está bien, comprendía que fuese su hermano y hace mucho no lo veía pero, eso no justificaba que Kai prácticamente lo ignorara toda la tarde ¡Toda! Eso jamás había pasado en sus cinco años de amistad, él siempre tenía la atención de Kai.

-les invito una hamburguesa-propuso Nathan sonriendo a ambos niños-

-¡sí!-contestó enseguida el ojiazul-¿cierto, Jeremías?

-el menor suspiró-sí, bien

-hey, pequeño-el viajero llamó al de gafas-me agrada que seas amigo de Kai

Bueno, quizás no le caía tan mal.

🍭🍭🍭

El examen de matemáticas era en dos días y Kai estaba teniendo problemas con las divisiones de dos cifras así que como buen amigo que era el rizado se ofreció a enseñarle lo necesario para que pasara el examen. Se reunieron en casa del menor y juntando todas sus cosas se sentaron en la cama del de gafas para repasar un poco los ejercicios que la maestra dijo que irían en la dichosa prueba.

-entonces...tengo que tachar los ¿Nueves?-el castaño enarcó una ceja-

-¡Es la prueba del 9, tonto!-reprochó su mejor amigo-eso lo vimos hace dos años y ¡Ni siquiera debería estarte enseñando esto!

-ya, no te enojes-el ojiazul rió abiertamente-¿Qué tal una ronda de videojuegos?

-Kai, tienes que estudiar-negó el menor-y tus matemáticas no son muy buenas que se diga

-no todos nacemos siendo genios-se encogió de hombros, levantándose hasta tomar los mandos de la consola que reposaban en el mueble frente a ellos-¿Una ronda?

-no-volvió a decir el rizado-tienes que...-señaló el montón de hojas con su lápiz-

-claro, claro-afirmó este-pero una ronda no nos matará tampoco ¿Sí?-Kai sonrió, cerrando sus risueños ojos azules y arrugando la nariz haciendo aparecer su tierna sonrisa de conejo según Jeremías-

-uhg...bien pero, solo una-terminó dándose por vencido el menor-

Ese día jugaron videojuegos hasta caída la noche cuando Kai tuvo que irse a su casa y, al siguiente día el ojiazul sacó 6.5 en el examen.

Todo lo que Jeremías pudo pensar fue: <Tonto Kai y su tonta sonrisa de conejo...tampoco es tan bonita>

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