XIX: Mi dulce tonto

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El rizado caminaba por los elegantes pasillos del conservatorio de música, buscaba la puerta del salón 2B en donde su novio le había dicho que estaría esperándolo. Hoy el castaño tiene una presentación en el teatro del lugar y con pase abierto al público decidió invitar al menor, cree que le gustará la presentación ya que hoy es un día especial. Jeremías y Kai cumplen dos meses de novios.

En cuanto encontró el salón se asomó discretamente por la puerta pudiendo divisar la castaña cabellera de Kai frente al escritorio recogiendo lo que parecían partitura.

-Hola-murmuró un poco bajo, sonriendo al instante cuando el mayor volteó-

-Hola, gatito bonito-saludó Kai, dejando lo que hacía para acercarse a su novio y dejar un casto beso sobre sus labios-

-¿llegué muy temprano?-cuestionó el de gafas-

-no, ahora mismo iba para el auditorio-el ojiazul le sonrió, entrelazando sus dedos con la mano que tenía libre-vamos, solo vine por mis partituras

-¿Qué harás?-Jeremías lucía ansioso por saber-

-ya verás-Kai le sonrió-

En cuanto llegaron al auditorio el mayor dejó un último beso en los labios de su novio y corrió tras bambalinas para prepararse mientras el rizado tomaba asiento en la primera fila junto a una señora mayor y un par de chicas. El show dio inicio pronto y después de cinco presentaciones anunciaron el número de Kai. Al verlo salir tras las grandes cortinas rojas su boca se secó y creyó que sus mejillas no habían ardido tanto en tan poco tiempo, Kai lucía un elegante traje negro con una camisa blanca por debajo, parecía todo un príncipe a ojos del menor. 

El ojiazul tomó asiento frente al enorme piano de cola color blanco y entonces empezó a tocar.

Una melodía suave pero alegre entonaba con rapidez al mover sus dedos con destreza sobre el blanco y negro de las teclas, era una composición armónica que tenía al rizado embelesado, cada nota, cada ligero contraste entonado con una parsimoniosa calma y seguridad lo estaba envolviendo de forma mágica sin embargo, al escuchar su voz creyó que podría desmayarse allí mismo. Kai, su Kai estaba cantando y sintió las lágrimas acumularse en sus ojos al reconocer aquella cursi y empalagosa letra que el mayor le había escrito hacia algún tiempo.

Se sentía como en una burbuja donde solamente estaban él y aquel chico de sonrisa de conejo que día a día no hacía más que cautivarlo, locamente perdido en las duces notas y la voz levemente ronca, Jeremías estaba amando la burbuja rosa en la que estaba flotando hasta que ésta fue reventada por las chicas sentadas a su izquierda.

-¿no es guapo?-escuchó susurrar a una de ellas-

-por supuesto que lo es, comparto clases con él-le respondió la otra-pero es algo tonto, ya le he lanzado indirectas

-¿y nada?

La chica negó y Jeremías sintió su sangre hervir tras escuchar esas palabras ¿Qué se creían esas? Nadie llamaba tonto a su tonto.

Cuando su número terminó Jeremías se levantó como rayo de su asiento e importándole poco si él estudiaba no allí fue tras bambalinas. Sonrió al verlo intentar sacarse la corbata sin lograrlo.

-lindo tonto-murmuró con una boba sonrisa en los labios-te ayudo

Kai volteó al escuchar la voz de su novio; Jeremías se acercó hacia él y una vez lo tuvo enfrente le ayudó a deshacerse el nudo de la tela color gris.

-¿te gustó?-preguntó el ojiazul con aquel tono inocente que a veces no notaba en su voz-

-me gustó-afirmó el menor con una sonrisa-realmente me sorprendió que empezaras a cantar

-quería darte una sorpresa-Kai le sonrió avergonzado-ya sabes...por olvidar nuestro primer mes

-agh, no me lo recuerdes-el rizado fingió molestia-¿cómo hiciste para recordarlo esta vez?

-le dije a mamá que me lo recordara-admitió, colocando sus manos en la cintura del contrario-lo anoté en la puerta de mi habitación y coloqué tres alarmas

-debes quererme mucho para tantas molestias-Jeremías sonrió, rodeando el cuello del mayor con sus brazos-

-te quiero demasiado, gatito-el castaño rozó sus narices de forma juguetona-

Jeremías estuvo a punto de responder cuando un par de voces femeninas interrumpieron en el lugar, el rizado gruñó levemente tal y como un gatito enojado separándose del cuerpo de su novio pero, no demasiado.

-¡Kai lo hiciste muy bien!-chilló una de ellas-

-gracias-respondió el nombrado con total tranquilidad-

-fue una canción muy hermosa-admitió aquella que le había llamado tonto mientras batía sus pestañas-¿la escribiste para alguien?

-¡por supuesto!-admitió el castaño, esbozando una dulce sonrisa-para mi novio-señaló al rizado-

Si Jeremías quiso sonreír con autosuficiencia...diantres, claro que no lo ocultó ¡Lo hizo!

-¿nos vamos, cariño?-le preguntó el menor, ignorando a las chicas que les miraban con cara de no creérselo-

-claro-Kai asintió, entrelazando sus dedos-adiós, chicas

Y ambos salieron del conservatorio rumbo a su cita de dos meses de novios.

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