Narrador Omnisciente:
Las cosas nunca terminaban de salir bien para los adolescentes. Un par de cuadras antes de llegar a la comisaría, se encontraron con un nuevo obstáculo. Uno que iba a desmoronar a todo el grupo. Un obstáculo que, buscaba tirar la poca cordura restante del grupo.
Aquélla familia, una chica rubia, al parecer bastante joven, y sus padres, algo entrados en edad. Se encontraban vagando por una calle, buscando algo para comer... o mejor dicho, alguien.
Completamente transformados, moviéndose tranquilos, simplemente esperando una presa. No se dejaban guiar por los demás infectados, y se mantenían unidos.
Sus manos putridas demostraban signos de mutación, alguna clase de evolución mórbida, la cual les brindó unas garras muy afiladas, capaces de atravesar la puerta de un coche con algo de esfuerzo.
Fue una sorpresa muy impactante para todo el grupo, el darse cuenta de lo que le sucedió a la gente en tan sólo dos días. Dos días en los que ellos parecían ratas, ocultándose, evitando los conflictos, al menos la mayoría. Escapando de la realidad... la realidad que chocó contra uno de los miembros del grupo.
Narra Franco:
Mis manos temblaron por unos segundos al ver a esas personas, de hecho, todos estaban muy temerosos. Excepto Alex, ella miraba a la familia muy asombrada, con la boca abierta, y los ojos cristalizados. Una expresión que mezclaba el asombro y el sufrimiento.
La expresión de Gumi era parecida, pero más que dolor, mostraba pena y empatia, su mirada se movía lentamente, de la familia, a Alex, algo era obvio, los conocían.
-Movamonos, no tenemos que perder tiempo-Dijo Cristian.
Sus pasos fueron lentos, seguidos de los de su hijo, luego los míos, y así comenzaron a seguirnos todos. Todos menos las dos chicas ya mencionadas, las cuales continuaban mirando a los infectados, no parecían querer moverse.
Juan paró en seco al darse cuenta de esto, me tiró de la remera para que me diera vuelta, y me pidió que lo siguiera.
Nos dirigimos al lado de las chicas, mientras el resto del grupo se movía hacia la comisaría.
-Alex-Susurró Juan mientras tocaba el hombro de la pelirroja.
Esta dio un pequeño salto, y luego de dirigir su mirada a Juan, un llanto desconsolado comenzó a fluir de ella, y también de su amiga. Ambas haciendo mucho ruido, prácticamente inmóviles.
El ruido nos delató, y la familia putrefacta comenzó a acercarse, llamando la atención de algunos de sus vecinos, los cuales también salieron a conocernos.
-¡Levantá a Gumi y seguime!-Me gritó Juan mientras alzaba a Alex y comenzaba a correr.
No perdí ni un segundo más, levanté a la chica en brazos y comencé a correr.
Seguía cada paso de mi amigo, sin embargo los zombies nos estaban alcanzando, la peliverde no era precisamente ligera, y mis energías no estaban al completo.
-¡No pares negro! ¡Lleváte a Gumi! ¡Yo los voy a perder!-Me dijo Juan mientras se paraba en seco.
Yo di media vuelta, y en menos de quince segundos ya había metido a la chica en un auto, dejándola segura.
Tomé el revolver de mi bolsillo y quité el seguro.
Cuando localicé a Juan, él ya estaba escapando con Alex en brazos, los dos lograron entrar a una tienda.
Obviamente no iban a durar mucho, y yo tampoco si no me movía.
La chica rubia con dedos gigantes, junto a dos zombies normales, se centraron en mi presencia.
No me apresuré a disparar, los tres infectados eran lentos en sus movimientos, y no parecía que fueran a ser un problema.
Apunté directamente a la cabeza de la chica, ella no pareció percatarse del peligro, por lo que tiré el martillo hacia atrás.
-Hasta nunca perra-Le dije antes de tirar del gatillo.
El cabello de la mujer pasó de rubio a rojo, el revolver pasó de mi mano a estar dos metros detrás mío, y mi muñeca comenzó a doler muy fuerte.
Pegué un grito de dolor, sin embargo fue un dolor bastante momentáneo, por lo que, literalmente di un salto hacia atrás, y agarré el revolver nuevamente.
Volví a tirar del martillo, apunté a la cabeza de otro de los zombies y me preparé para disparar.
En el mismo momento en que mi dedo tocó el gatillo, una bala atravesó la cabeza del primer zombie, y un segundo después, el otro también cayó. Sin embargo, ninguna bala salió de mi revolver.
-Deberías tener más cuidado niño-Me dijo un hombre que, sin darme tiempo a responder, salió corriendo.
Yo me apresuré para llegar a la tienda dónde Juan se escondía. Aunque no llegué a entrar, ya que Juan corrió con Alex en brazos, escapando de las cuchilladas de los dos zombies restantes.
Ambos me vieron, y en un segundo ya estaban intentando alcanzarme con sus garras.
-¡Mierda!-Grité, antes de dar un salto hacia atrás.
Desafortunadamente tropecé, caí, y el revolver se cayó de mis manos. Al tocar el suelo las garras del hombre se alzaron, y yo giré hacia la derecha, esquivando el zarpazo.
Choqué contra un auto y me levanté, pero no tuve tiempo de descansar, ya que otro zarpazo se acercaba a mí, por lo que salté a un costado, esquivando el golpe por poco.
Me alejé rápidamente hacia atrás, a una distancia prudente para poder conseguir un arma. Lo primero que vi fue una rama bastante fina, seca y frágil. Para nada una buena opción.
Mi vista buscaba desesperadamente el revolver, mientras mis pies buscaban ganar terreno entre los zombies y yo.
Para cuando me di cuenta de que no estaba vigilando mi retaguardia, ya era demasiado tarde, unos brazos me apresaban, y una mandíbula buscaba algo que morder.
Traté de moverme, pero el zombie era demasiado fuerte, y los otros dos estaban cerca mío. Me rendí, preparado para volverme otro zombie.
Sentí la respiración fría del zombie contra mi cuello, pero nunca sentí la mordida, en cambio, sentí un líquido caer sobre un costado de mi cuerpo, y un disparo que me alertó, en especial cuando aquéllos brazos dejaron de apresarme y pude escapar.
Al abrir los ojos, Juan estaba sosteniendo su muñeca con una mueca de dolor, y el revolver estaba un par de metros detrás de él.
-¡Corré, corré como nunca en tu puta vida!-Me gritó Juan, y yo no lo desobedecí.
Corrí lo más rápido que pude de vuelta con nuestro grupo, y los zombies no fueron un problema.
Apenas llegué con el grupo todos se asustaron, sin embargo no respondí ninguna pregunta, agarré uno de nuestros caños, y corrí de nuevo hacia donde se encontraba Juan, seguido de todo el grupo.
Llegué con la respiración agitada, y un ardor en el pecho muy fuerte.
Aunque los zombies ya no estaban por ningún lado, pude ver a mi amigo, escondido dentro del mismo auto donde yo había metido a Gumi, y junto a él, estaban las dos chicas, todavía estupefactas.
-Ojala que esto no nos suceda todos los días-Suspiré antes de tirarme a descansar sobre la calle.
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Seremos Idiotas, Pero No Estamos Infectados | SIPNEI 「CANCELADA」
Ciencia FicciónEn algun lugar de la Antártida... -RUN!-Gritaba uno de los uniformados Estadounidenses. -We need help captain!-Le gritaba uno de los de menor rango a su capitán de pelotón. El capitán ya estaba preparando el helicóptero, y no tenía tiempo que perder...