Día Z+1 4:45 P.m.

16 2 0
                                    

Narra Juan:

Me asusté mucho cuando vi que Franco se tiró al piso. Pero cuando levantó el pulgar me tranquilicé.

-Qué suerte que tenemos-Dije suspirando con cansancio.

Las dos chicas que se encontraban a mi lado estaban todavía muy afectadas, y yo no sabía muy bien como actuar. Siempre había dicho que la psicología no servía para nada, que era algo inútil, que no servía estudiarlo y que cualquiera podría ser psicólogo si lo quisiera, aunque en ese momento cambié radicalmente de opinión.

Comencé a pensar muy rápido, creando y descartando ideas a una velocidad vertiginosa. Cada vez que una lampara se encendía, volvía a apagarse.

Grité muy fuerte, me encontraba frustrado. Y sin quererlo, conseguí que las chicas reaccionaran.

Su llanto volvió a presentarse, y quizás no era el resultado que buscaba, aunque igual me servía.

Entre todas mis ideas, ninguna parecía servir, pero necesitaba hacer algo. Me acerqué a las chicas y las abracé.

-No sé que es lo que esta pasando, pero todavía no es momento de llorar, tenemos que llegar a un lugar seguro-Les dije con la voz más dulce y tranquila que pude utilizar.

Estaba mintiendome a mí mismo, yo también estaba a punto de llorar. Casi le volaba la cabeza a mi mejor amigo, y recién en ese momento me había percatado de la cantidad de asesinatos que llevaba sobre mis hombros.

Las chicas no dejaban de llorar, y yo estaba con mis ojos cristalizados, toda la situación estaba por superarme. Pero llegó el resto del grupo, por lo que tenía que mostrarme fuerte, todo para que los demás no estallaran.

-¡¿Están bien?!-Me preguntó Fede.

Yo lo miré con una sonrisa.

-Sí, alertamos a los zombies mutados, pero ya nos encargamos con gracias al revolver-Le respondí.

-¡Entonces fueron ustedes los que dispararon!-Gritó Cristian con sorpresa.

-Sí, gracias a eso estamos vivos.

-¡¿Cómo se te ocurre gastar munición por tu propia vida?!-Me preguntó con un grito.

Yo di un par de pasos hacia atrás, con algo de miedo, sinceramente no me encontraba en un buen momento. Mis manos volvían a temblar.

-Lo siento Cristian, pero era eso, o que nosotros cuatro nos convirtieramos-Dije, con la voz algo temblorosa.

Obviamente que él avanzó varios pasos hasta estar frente a mí-¿Y se supone que sos nuestro líder?

Su pregunta ya era de esperarse, sabía que tarde o temprano él lo iba a cuestionar. Después de todo, ¿por qué debería liderar un niño?

-Lo soy, porque mis compañeros confían en...-Cristian me interrumpió.

-¡Claro que confían! Los niños se llevan con los niños-Dijo con una voz autoritaria-, pero a este paso todos van a morir.

El rostro de todo el grupo que seguía a Cristian se dirigió al suelo.

-Hay que admitir que es verdad, casi morimos varias veces-Dijo Axel poniéndose del lado de Cristian.

-¡Vamos, Juan se arriesgó por nosotros varias veces!-Dijo Fede, tratando de defenderme.

Sin embargo Cristian tenía algo preparado-Sólo buscaba escapar, dejarlos a ustedes a su suerte, ¿no es así?

Yo no negué nada, en parte si quería escapar de todo, pero no buscaba abandonar a mis amigos. Tenía un conflicto dentro de mi mente, uno que no me permitió darme cuenta de lo que pasaba en la realidad.

-¿No ven? El siempre quiso dejarlos a su suerte, no busca ser un líder, quiere ser un traidor.

Mi vista se levantó, con los ojos cristalizados, eso era lo último que quería escuchar.

-¡Esa es tu verdadera naturaleza, ¿verdad?!-Gritó Cristian.

Yo caí de rodillas, y sentí un pequeño metal junto a mi mano. Las lágrimas recorrieron mis ojos mientras mi palma acunaba el revolver lentamente.

-¿Y qué si es así?-Le pregunté-, ¿siquiera pensaste en la responsabilidad que cae sobre mí?, ¿pensaste en los infectados que tuve que matar?, ¿pensaste en el peso que cae sobre mí cada que los veo sufrir?-, mi mano apretaba el revolver con más fuerza a cada palabra que salía de mis labios-, llevamos dos días sobreviviendo, y en esos dos días aprendí que esto no es tan fácil, aprendí que no es lo que yo quería que pasara-. Dirigí mi mirada llena de lágrimas hacia la de Cristian-. Desearía estar con mi familia, desearía que todo esto fuera mentira, desearía nunca haber deseado este apocalipsis... desearía...

Mis palabras se detuvieron debido a que comencé a sollozar.

Cristian se acercó, para luego ponerse a mi altura-No deberías ser el líder.

Sabía que yo era muy débil, que no tenía la fuerza necesaria para soportar cualquier situación. Por lo que moví rápidamente el cañon del arma de fuego hasta mi sien.

Pude ver la sorpresa de todos, sabía lo que ellos pensaban, que no era capaz de hacerlo. Y aunque iba a dar cualquier cosa por escapar, algo me decía que tenía que tragarme esas palabras, que debía aguantar mi sufrimiento y el de los demás. Esa pequeña sensación, tan pequeña como un grano de arena en un balde, me indicó cual era mi nuevo objetivo.

No buscaba a mi familia, tampoco buscaba mi supervivencia. Quería proteger a mis amigos, costara lo que costara.

-¿Sabes qué Cristian?-Pregunté con una sonrisa macabra.

Su rostro cambió drásticamente al igual que lo había hecho el mío.

-Quizás no sea capaz de escapar de este mundo, tampoco de liderar a mi propio grupo-Cambié la dirección del cañon, apuntando al hombre de cabello grisáceo-. Pero puedo soportar el dolor y sufrimiento que todos lleven encima, acompañandolos, ayudando a que sobrevivan. Sin trucos. Sin mierdas. Sólo siendo su amigo, su apoyo.

Los ojos marrones del hombre comenzaron a irradiar furia. Noté como de un momento a otro dejó de ser aquél hombre que me prometió ayudarme.

-No hay que ponerse nerviosos, tranquilicemonos y...-Interrumpí a Elias rápidamente.

-No estoy nervioso, Cristian tampoco, ambos sabemos lo que sigue, y no tenemos miedo de ello, ¿no es así?

La expresión de Cristian cambió nuevamente, volviendo a ser aquél hombre amable-Pero claro, tenemos que buscar las armas en la comisaría.

Sonreí al escuchar eso. Mi confianza había vuelto a mi cuerpo.

Franco se levantó muy confundido, ya que se había dormido y nadie se percató de aquello. Eso nos hizo reír un par de segundos, hasta que volvimos a caer en cuenta de la situación de las chicas.

-¿Qué vamos a hacer?-Me preguntó Tomy.

-Sigan adelante-Le respondí mientrss le entregaba el revolver-, yo prometí cargar con el sufrimiento de los demás, y eso mismo voy a hacer.

Abrí la puerta del coche sin titubear, adentrandome en lo que iba a ser, el comienzo de mi sufrimiento.

Seremos Idiotas, Pero No Estamos Infectados | SIPNEI 「CANCELADA」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora