La crisis de los Guardianes

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Año: 20XX ; Polo Norte

Eran las fechas más próximas a la navidad y el Polo estaba a reventar de juguetes y de duendes inútiles correteando por el lugar a toda prisa.

Probablemente el más nervioso, alterado e ilusionado de todo el continente fuera el "anciano" que dirigía todo el proyecto. Y para no estarlo; ese era el primer año desde hacía décadas en el que había una variedad inmensa de juguetes que podría diseñar y manipular a voluntad.

Y así, dando alguna que otra orden y creando jugetes, se  pasaba la mañana bajo el globo del planeta que tanto adoraba. Aunque la alegría se convirtió en seriedad cuando uno de los yetis, después de informar de la rotura de un cohete de juguete, alertó de un fuerte y oscuro vendaval en la sala del trineo.

Santa Claus, también llamado Norte, se acercó con rapidez al lugar sorprendiéndose de inmediato. El trineo estaba custodiado por caballos oscuros y algunos de los duendes y yetis que antes habían llegado al lugar estaban literalmente congelados.

Al ruso le traspasó la más helada de las brisas, oscura y penetrante, entre sus abrigos, creando una sensación inigualable y extraña conocida como la soledad. A pesar de que estaba rodeado de los suyos, no sentía a nadie. Es más, sintió una curiosa sensación de cansancio y pereza nada acorde con lo que veían sus ojos.

—Sombra... —pronunció costosamente.

El nombrado rió ante el panorama.

—Vaya, vaya. Así que el gran Norte, el temor de todo ejercito, a sido paralizado con una simple rafaguita de aire —fanfarroneaba una figura oscura. —. No te sientas triste, soldadito. Pronto tendrás entradas en primera fila para más.

Y dicho esto se desvaneció, iluminando de nuevo la estancia y disipando cualquier rastro de su visita. Cuando el ruso volvió en sí, se encontró en su taller con una jarra enorme de cerveza de cereza.

Recordó las palabras de aquel ser y, sin perder más tiempo, hizo la llamada a los Guardianes.

La primera en llegar fue El Hada de los Dientes, con una preocupación mayor que su capacidad para hablar con rapidez. La siguió un personaje amarillo, con un gesto constante de interrogación y, por último, el conocido conejo discutiendo con Jack Frost.

—Como vuelvas a llamarme canguro te corto la lengua. —dijo un Conejo de Pascua muy cabreado.

—Siento que tengas envidia de mi calidad para poner motes.

—¿Perdona? No soy yo al que ni si quiera conocen para poder decirle nada.

—¡SILENCIO! —gritó el mayor del grupo, con su acento característico.— No es momento para motes, es una emergencia.

—Claaro, como cuando el enano se cayó en la casa de la Marmota.

—Bunny, cállate y escucha, ¡por la Luna! El Coco ha vuelto —dijo alarmada el hada, ya enterada.

En ese instante se formó un silencio incómodo, con incrédulas expresiones mezcladas con preocupación. Roto por un yeti que gemía de dolor, al que todos miraron. El pequeño hombre dorado le estaba tirando el pelo y, cuando se fijó en que le prestaban atención, señaló a la luna llena.

El alboroto comenzó con Norte disculpándose con la Luna para luego escuchar atentamente en el silencio lo que ésta explicaba.

—¡Bien! La Luna dice que somos insuficientes para ganar a Sombra

—Pero si le ganamos hace dos años, ¿cómo que necesitamos más? —preguntó un Jack extrañado.

El silencio tan angustioso se volvió a formar mientras Norte escuchaba atentamente las silenciosas palabras de la Luna.

—Dice que Sombra tiene aliados muy fuertes y que un Guardián más puede ser poco. Además de que los espíritus aliados no serán suficientemente fuertes y podrían ser traidores.

—¿Aunque se uniera hasta a la Marmota? 

—¿Y qué hay del duende irlandés? Tiene fama de buena fortuna... ¿Y la Paloma? ¿Cupido? ¿Dumbledore..?

—Estás nombrando a los más inútiles, y Dumbledore está muerto —dijo el conejo con sorna, mirando a su amigo el sacerdote. El pequeño solo indicaba la inexistencia del último personaje.

Pero la Luna no dijo nada más y la Navidad se acercaba. No les quedaba tiempo.

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¡Boom!
Bienvenidos a mi primera historia, esta vez sobre The big four. Estaba deseando empezarla y me he animado a publicarla.

Así que si te gusta la historia no olvides comentar, opinar, darle a la estrellita o lo que veas conveniente.
Bye-bye,
Saeta <3

The big four: Los orígenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora