Sol y hielo, poco compatibles

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Rapuncel estaba escribiendo una carta a Eugenie relatándole el milagro recién descubierto. También le explicó algunas situaciones de palacio y le contó anécdotas divertidas. Le echaba mucho de menos, llevaban un mes separados porque había comenzado a trabajar, sobre todo para que los padres de la princesa no le vieran solo como a un ladrón. Según la chica, era un esfuerzo innecesario, pero él insistió y no pudo negarse.

Dejó el lápiz sobre la mesa, frustrada. Llevaba un rato sintiéndose incómoda sentara como se sentara, así que se levantó y se dirigió a un gran armario. Pascal la miró cansado, como si predijera cuales serían sus próximos movimientos. En el armatoste había todo tipo de colores, pinceles, materiales y lienzos. Jack, que llevaba un rato intentando que la chica reaccionara a su presencia, alucinó con la cantidad de material de dibujo.

La princesa sacó un lienzo y botes con colores vivos como el verde, azul o el amarillo y caminó con todo en sus brazos hacia el pasillo. Iba tan cargada que por poco se chocaba con algún jarrón, armadura o arruga inexistente de la alfombra. Jack, curioso, la siguió hasta una sala cilíndrica iluminada por un gran tragaluz. Llena de cuadros y dibujos en las paredes y el poco porcentaje de techo, la única zona de aquel lugar que no tenía algún dibujo era el suelo. Varios de los cuadros estaban acabados sobre caballetes, secándose. Pero muchos de ellos estaban colgados por toda la pared.

-¿Donde estará...? -murmuraba la chica, buscando entre los cuadros. La lagartija saltaba de un lienzo a otro, intentando encontrar lo mismo que la chica.

Mientras, el guardián se moría del aburrimiento. Todo era muy bonito, muy colorido y todo lo que tú quisieras pero no era lo suyo. Elevó un poco su posición para divisar mejor el espacio que tenía, a vista de pájaro. Calculó un poco a ojo y comenzó a "trabajar". Con su cayado en mano, creó una nube interior que tardaría poco más de un minuto en estallar en destellos de nieve fina. En ese tiempo, todo el suelo de la habitación, excepto las zonas en las que se apoyaban los caballitos, se heló formando una capa fina de hielo.

Claro, ante ese "milagro" que se mostraba ante los ojos de la muchacha, la chica se sorprendió a más no poder para darse cuenta de lo que aquello significaba. Empezó a mirar a su alrededor, ahora aterrorizada, y se acercó primero, a todos los cuadros cercanos para sacarlos. Pero, por culpa del hielo, cayó de bruces en el suelo.

-Uff... Culpa mía -musitó Jack, empático.

Rapunzel, dolorida, se acarició la mejilla izquierda y, al escuchar la voz del chico, miró alrededor cada vez más asustada.

-¡¿Qui-quién eres?! -soltó, a la nada, cogiendo valor y un palo de madera perteneciente a un caballito desmontado para apuntar a la nada.- Exijo que salgas de donde estés ahora mismo, ¡no te tengo miedo!

El guardián se sorprendió, no era tan fácil que alguien pudiera reaccionar a él pero ella lo había conseguido, y en un tiempo récord. La única explicación razonable podría ser que ella estaba acostumbrada a la magia, lo que no fue difícil de deducir por la conversación anterior con los padres de la chica.

-Vale, vale. Touchè, ya paro. No pensé que estropearía tu pintura -habló de forma pausada, con las manos en alto como si le fueran a disparar.- ¡Wow! Que bien que puedas oírme, ya me estaba sintiendo solo.

Rapunzel miró extrañada a Pascal, que se había situado sobre su rodilla. Éste se encogió de hombros dando a entender que puede que dijera la verdad. Intentó levantarse sin resbalar y miró con desafío al lugar de donde provenía la voz, un dibujo, corrido por la humedad, de un pato de colores cálidos.

-Bien, señor Tushe -dijo, imitando la expresión mencionada por el fantasma.-. Más vale que te identifiques porque voy a llamar a la guardia real, y no te dejarán escapar tan fácilmente.

Jack estaba un poco más a la derecha, así que la situación era muy cómica para él. De todas formas, hizo caso de su petición.

-Bien, ya que lo preguntas... -mencionó creando un mural de escarcha en la pared que rezaba "Sr. Touchè, también conocido como Jack Frost, Guardián de los niños desde hace dos años"- Siento que se estropee la pintura aún más, pero mira el lado positivo, ¡podrás volver a pintar!

Cuando le echó la mirada a la chica de nuevo, esta tenía la boca entreabierta y su mirada estaba dirigida directamente a su persona. Extrañado, el guardián voló cambiando constantemente de dirección, cual brújula sin norte, a lo que ella le seguía con la mirada. A los dos segundos ya tenia palo en mano y planeaba estamparselo al paliducho en la cara, lo cual era algo imposible porque seguía siendo etéreo.

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Gracias por leer ;3
→Miss Scarlet

The big four: Los orígenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora